Atisbos del nuevo “modelo de negocio” de Alemania: investigación, industria farmacéutica e 'hidrógeno verde'


Más allá de las dependencias de los hidrocarburos de Rusia y del mercado de China, en Alemania hay convencimiento de que el país sigue teniendo futuro como potencia económica.
En 2023 se prevé que el país del canciller Olaf Scholz, la cuarta economía del planeta y la mayor de Europa, entre en recesión.
En Alemania, casi nadie quiso verlo, pero el país se había hecho dependiente del gas ruso. No en vano, en 2021, el 55% del gas que importaba Alemania venía de Rusia.
Ese gas natural era más barato que el que llegaba a Europa por otras vías y, como principal beneficiario de ese y otros hidrocarburos del país de Vladimir Putin, Alemania pudo invertir el ahorro que hacía en gas en el desarrollo de productos que triunfaban en los mercados internacionales.
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Esa es una de las claves del éxito internacional de los productos 'Made in Germany'. El gas ruso movía la locomotora del crecimiento europeo.
Ese hidrocarburo resultaba esencial para el gigante exportador de bienes industriales en que se había convertido el país de Olaf Scholz. Pero ese gas natural ruso ha dejado de llegar a suelo germano. No hay que perder de vista que, según ha señalado Lion Hirth, profesor de la prestigiosa Hertie School of Governance de Berlín, “no fueron los europeos los que pusieron un Embargo al gas ruso". "Fue Rusia la que le puso el embargo a Europa”, según Hirth.
Sea como fuere, el cese de la llegada de gas ruso a Alemania como ha venido haciendo en los últimos años se ha visto aquí como una amenaza. Basta atender a declaraciones como las que hacía este verano Martin Brudermüller, CEO de la compañía química BASF. Esta empresa es uno de los bastiones del capitalismo germano. Para él, el cese de las importaciones de hidrocarburos ruso “supondrá la destrucción del bienestar de los alemanes”.
El legado de Merkel: un país sin « modelo de negocio » en @NiusDiario. https://t.co/xtoMKrZORa.
— Salvador Martínez Mas (@SmmEnBerlin) 17 de abril de 2022
Quedando al descubierto la dependencia germana del gas ruso se han visto muchas de las costuras de la mayor economía del 'viejo continente'. Además, también se cuestiona ahora que Alemania y sus empresas hayan apostado tanto por el mercado chino. Grandes grupos alemanes, como el poderoso consorcio automovilístico Volkswagen, realizan gran parte de su volumen de negocio allí. En el caso del Grupo Volkswagen, es un 40%, según estimaciones recientes.
Pero el país de Xi Jinping figura ahora más como “competidor” y “rival sistémico” que como “socio” en la agenda de los diplomáticos germanos. A futuro, el modelo de negocio alemán tampoco puede descansar sobre la dependencia comercial con China. De ahí que el canciller dejara dicho en su última gira asiática – en la que también pasó por China – que su país necesita, en Asia, “otros países, otros socios”.
"Optimismo" cuando "todo el mundo habla del fin de la industria alemana"
Si bien la evolución geopolítica parece desfavorable para el país de Scholz, no es menos cierto que hay otros factores económicos que permiten confiar en que los alemanes corrijan el rumbo. Eso sí, el país se dirige en 2023 hacia una recesión con alta inflación que parece inexorable. El Ejecutivo alemán ve al país contrayéndose un 0,4% en 2023, un año en que la inflación llegará a ser del 10%.
Con todo, en las páginas económicas de la última edición del dominical Frankfurter Allgemeine Sonntagszeigung se presentaban razones para el “optimismo” en un país en el que “todos hablan del final de la industria” y con ello, en realidad, del fin del modelo de negocio de la economía germana.
"Alemania sigue siendo la mayor economía de Europa, y el mayor miembro de la UE.
Entre las razones para el optimismo que citaba la publicación dominical de Fráncfort (oeste germano) figuraba “la resiliente automatización industrial” del país.
“El modelo alemán de especialización en bienes industriales de gran valor y tecnológicamente punteros, así como de los servicios asociados a esos bienes ha sufrido ya repetidos schocks” e incluso ha sido “declarado muerto”, decía al dominical de Fráncfort el presidente de la Federación de Industrias Alemanas (BDI por sus siglas en alemán), Sigfried Russwurm. Para él, las anteriores declaraciones de fallecimiento de la industria alemana fueron tan vanas como las que se pueden hace ahora, por mucho que ahora haya “riesgos”.
Una apuesta industrial para Tesla, Intel, entre otros
Un ejemplo de que a nivel industrial Alemania aún se encuentra en un lugar privilegiado es que el fabricante de coches eléctricos Tesla haya elegido la población de Grünheide, a las afueras de Berlín, para instalar la última 'Gigafactory' que ha abierto sus puertas en el mundo. La apuesta europea de futuro de Elon Musk, CEO de Tesla, no parece haber quedado en entredicho ante el nuevo e incierto contexto económico marcado por la inflación y, a corto plazo, la recesión.
Es más, a finales del mes pasado empezaron en dicha fábrica nuevas obras de ampliación. El objetivo de Tesla en Grünheide sigue siendo tener allí 12.000 empleados y llegar a producir 500.000 de sus coches al año. Hasta ahora trabajan allí 7.000 personas y, para el primer trimestre de 2023, Tesla quiere llegar a producir 5.000 coches a la semana.
“Alemania es el país con mayor capacidad de electrólisis en una comparativa global”, señalan en el portal de estadística germano Statista.
Otra empresa estadounidense, Intel, también ha apostado por Alemania para levantar una fábrica de chips en Magdeburgo (este germano) en lo que aquí llaman una “mega-inversión de 17.000 millones de euros” con la que Europa sólo puede frotarse las manos. En esa fábrica se ve un paso a favor de la dependencia del 'viejo continente' de los chips fabricados en Asia.
En esta situación, la firma alemana Infineon, fabricante de chips con sede en Múnich, aparecía en el Frankfurter Allgemeine Sonntagszeigung como otro motivo para ser “optimista” pese a los nubarrones económicos y geopolíticos que se ciernen sobre Alemania.
Investigación, industria farmacéutica e 'hidrógeno verde'
Un éxito más visible al que también hacía alusión dicho semanario era BioNTech, la empresa cuyas vacunas de ARN-mensajero contra la SARS-CoV-2, el virus de la COVID-19, contribuyeron de forma decisiva a que se abrieran las puertas de salida de la pandemia. El sector farmacéutico alemán y toda la investigación que hay detrás también se ve aquí como una baza para el futuro económico alemán.
Y ante la carestía de energía que ahora amenaza en el frío invierno alemán, una vez pasen los próximos meses, es más que probable que siga ganando tracción la idea de que el 'hidrógeno verde' figure entre las mejores opciones para sustituir las energías fósiles. No en vano, “Alemania es el país con mayor capacidad de electrólisis [proceso por el que se obtiene el hidrógeno verde', ndlr.] en una comparación global”, según señalan en el portal de estadística germano Statista. “En 2020, la capacidad de electrólisis para el hidrógeno en Alemania ascendía a unos 46 megavatios”, abundan en dicha plataforma de información estadística.
En el futuro, ese hidrógeno podrá sustituir al gas natural que ha alimentado todos estos años a un modelo de negocio alemán que ha de repensarse. En esa reflexión, el país de Scholz no parte de cero. A fin de cuentas, según ha dicho en declaraciones a NIUS Olaf Boehnke, analista en Berlín de la consultora internacional Rassmussen Global: "Alemania sigue siendo la mayor economía de Europa, y el mayor miembro de la UE”.