La apuesta nórdica por las nucleares: Finlandia y Suecia dan alas a la energía atómica


Ambos países tienen planes para ser referentes en la explotación de esta fuente de energía, considerada “verde” a efectos de inversiones por la Comisión Europea.
En el Gobierno finlandés quieren llevar a buen puerto una “política energética amiga de la energía nuclear”.
Suecia cuenta con la empresa alemana Uniper para revitalizar este sector. Uniper tiene una empresa que idea construir un reactor nuclear en suelo sueco.
Hay una energía considerada “verde a efectos de inversiones” por la Comisión Europea que cuenta con la confianza de Finlandia y Suecia. Se trata de la energía atómica.
La presidenta de la Comisión Europea defiende ahora en Bruselas a la energía atómica y al gas como “energías verdes”, algo que está en las antípodas de lo que se piensa en su país, sobre todo en lo que respecta a las centrales nucleares
— NIUS (@NiusDiario) 9 de enero de 2022
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Ambos países tienen la intención de convertirse en naciones “líderes en el mundo” en el uso de depósitos para combustible nuclear, según los términos que empleaba a principios de este año, cuando aún era ministra de Medioambiente, la socialdemócrata Annika Strandhäll. Así aludía ella, según recogía la edición sueca de la plataforma de noticias en inglés The Local, al impacto que debían tener los proyectos conjuntos entre Suecia y Finlandia como el que se prepara en Forsmark.
Situado junto a una central nuclear que genera del orden del 14% de la energía eléctrica de Suecia, a unos 130 kilómetros al norte de Estocolmo, las autoridades de ese país tienen intención de sacar adelante allí un plan para el almacenamiento de combustible nuclear bajo tierra. En los planes de suecos y finlandeses también hay otras ubicaciones para acumular dicho material radioactivo con tecnología sueca, como la pequeña población de Eurajoki, situada a 250 kilómetros al noroeste de Helsinki.
En finlandeses y suecos pueden verse claros contra-ejemplos de la política energética de Alemania, que ya en tiempos de la canciller Angela Merkel decidió acelerar el apagón nuclear que puso primero sobre la mesa la coalición de socialdemócratas y ecologistas que liderara Gerhard Schröder. Se supone que este 2022 iba a ser el año del apagón nuclear alemán, según decidió la Alemania de Merkel bajo el shock de la catástrofe nuclear de Fukushima de 2011.
La crisis energética desencadenada por la ilegal guerra de Rusia contra Ucrania y la dependencia Alemania del gas natural del país de Vladimir Putin ha llevado al Gobierno del canciller Olaf Scholz a tomar medidas como retrasar hasta mediados de 2023 ese apagón nuclear. Pero no sólo eso. Porque el Gobierno de Scholz, si bien se ha convertido en el Ejecutivo que ha atrasado apagón nuclear en Alemania, en Suecia está revitalizando dicha industria.
No hay que olvidar que Scholz y compañía también han recurrido en estos tiempos de crisis energética a la nacionalización de Uniper. Y esta firma alemana, un gigante energético dedicado, entre otras cosas, a la importación de gas natural, tiene previsto precisamente contribuir en “el revivir” de dicha fuente de energía en Suecia, según los términos que empleaba en su edición de este lunes el diario germano Die Welt.
Uniper, la gran empresa energética alemana dedicada al negocio del gas, pide ayuda al Estado germano por problemas de liquidez ante las subidas del precio de ese hidrocarburo
— NIUS (@NiusDiario) 16 de julio de 2022
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¿Centrales nucleares alemanas en Suecia?
Cierto es que Uniper es matriz de Barsebäck Clean Energy Park, un proyecto que quiere levantar un nuevo reactor nuclear en Suecia, según informaba el diario alemán Bild, el periódico más leído de Alemania, a principios de mes. Esas intenciones han sido material con el que la oposición en Alemania ha puesto de relieve las contradicciones de Scholz y compañía.
“Dejar funcionar tres centrales nucleares en Alemania hasta principios del año que viene y al mismo tiempo ser propietario Uniper de una central nuclear nueva en Suecia, ¿Cómo encajan estas dos cosas?”, se preguntaba con ironía en declaraciones al diario Bild Andreas Jung, portavoz de cuestiones energéticas del grupo parlamentario que forman en el Bundestag tanto la Unión Demócrata Cristiana (CDU), el principal partido de la oposición, y su hermanada Unión Social Cristiana de Baviera (CSU).
Mucho más coherente parece con la política del Gobierno finlandés en materia de energía. En Finlandia, la energía nuclear representa un 34% del mix energético. El país tiene cuatro centrales nucleares y hay al menos una más en camino.
Las centrales nucleares, una “alternativa” para los ecologistas finlandeses
Olkiluoto-3 es el reactor conocido ya en el mundo entero por la demora y los sobrecostes de su construcción. Tendría que haber entrado en funcionamiento en 2009 y sólo parece que vaya a hacerlo a principios del año próximo.
Debido a la invasión rusa contra Ucrania, Finlandia tuvo que rescindir el contrato que se había firmado con la compañía rusa Rosatom para levantar a partir de 2023 una central nuclear en Hanhikivi (norte finlandés). Ahora bien, no sería una sorpresa que otros proyectos surgieran para compensar este revés derivado de la agresión del país de Vladimir Putin contra Ucrania.
La Liga Verde, el mayor partido ecologista finlandés, ya se abrió al uso de la energía atómica como dado que en su programa político de 2020 dejaba de excluirse esa “alternativa” para contrarrestar el uso de energías fósiles. “Alternativa”, ese es el término que ha empleado en referencia a la energía nuclear Maria Ohisalo, presidenta del partido ecologista además de ministra de Medioambiente y Cambio Climático en el Ejecutivo de coalición que dirige la socialdemócrata Sanna Marin. La energía nuclear es una energía libre de dióxido de carbono, gas de efecto invernadero al que se atribuye el calentamiento global.
Una política “amiga de la energía nuclear” en Suecia
Por otra parte, en Suecia, ya fue noticia el desafío que algún ecologista lanzaba a Robert Habeck, el ministro de Economía de Alemania y político de Los Verdes, por su política favorable al cierre de las tres centrales nucleares que quedan en funcionamiento en suelo germano. “Si Alemania no asume sus responsabilidades para su seguridad energética, propondré a nuestro Gobierno que cortemos el cable del Báltico”, llegó a decir en la última campaña electoral celebrada en Suecia el ecologista Take Aanstot, el pasado mes de septiembre. Aludía Aanstot a una infraestructura que conecta energía eléctrica entre Alemania y Suecia.
If Germany does not take any responsibility for its energy security, I will propose to our government that we cut the baltic cable. Solidarity only works as long as no one is inflicting injury on itself.
— Take Aanstoot 📎 (@storklompen) 6 de septiembre de 2022
Aanstot es de los que ahora lamenta ser de la generación de progresistas que, con su activismo, han contribuido a que su país, e incluso Alemania, hayan terminado cerrando centrales nucleares. En las últimas elecciones generales suecas el partido triunfador, los ultraderechistas de los Demócratas de Suecia (SD), ponían sobre la mesa, entre otras cosas, la apuesta por la construcción de nuevas centrales nucleares.
En Suecia gobierna una coalición de centro-derecha, que no integran los SD, liderada por el líder del Partido Moderado, Ulf Kristersson. En su Ejecutivo han prometido una “política energética amiga de la energía nuclear”, según los términos de Ebba Busch, lideresa cristianodemócrata sueca y, sobre todo, ministra de Energía, Negocios e Industria.