Joseph Ratzinger, el papa que renunció y cambió para siempre la historia del Vaticano


Desde dejó voluntariamente su pontificado en 2013, y desde entonces vivía en el convento Mater Ecclesiae, dentro el territorio vaticano
Su paso al lado fue un hecho histórico para la Iglesia, que no contaba con un protocolo para estos casos
La polémica de los abusos dentro de la Iglesia y los documentos del Vatileaks marcaron también su pontificado
Tras uno de los cónclaves más breves de la historia, el 19 de abril de 2005 el cardenal alemán Joseph Ratzinger fue nombrado obispo de Roma y, por consiguiente, el nuevo papa. Eligió en aquel momento el nombre de Benedicto XVI y se convirtió en el primer papa alemán en mil años. Considerado uno de los grandes pontífices-teólogos de la historia de la Iglesia por la profundidad de sus conocimientos, tal y como lo definió uno de sus grandes biógrafos Roberto Regoli, director del departamento de Historia de la Universidad Gregoriana.
Es por esa razón que su pontificado se consideró inicialmente una continuación en aspectos teóricos del papado de Juan Pablo II, del que Joseph Ratzinger fue un gran colaborador precisamente en los aspectos de teología.
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Era además un gran conocedor de la Curia, había dirigido la Congregación para la Doctrina de la Fe y se había acercado a las iglesias locales. A todos esos conocimientos les faltaba una mejor gestión de los temás más políticos y administrativos, dos puntos que luego se verían marcados por los dos grandes escándalos de su papado: la difusión de las denuncias por abusos dentro de la Iglesia y las informaciones de la investigación Vatileaks, la difusión de documentos rereservados del Vaticano entre 2012 y 2015.
#PapaFrancesco: "Pregate per #Benedetto, è malato" e corre al suo capezzale. #Ratzinger https://t.co/etWxEHTsnd
— OggiSettimanale (@oggisettimanale) 28 de diciembre de 2022
Pero, sin duda, el aspecto que más ha marcado su papado fue la renuncia. En 2013, cuando Joseph Ratzinger tenía 86 años, dio un paso al lado en su pontificado abriendo un capítulo completamente nuevo en la historia de la Iglesia que no veía una renuncia en los últimos 600 años. Y, sobre todo, una renuncia tomada con completa libertad, por decisión propia. Ocurría por primera vez, no había ninguna regulación o instrucciones para este nuevo escenario y la posterior elección del papa Francisco dejó una imagen única: dos papas que convivían en el Vaticano.
Aunque la percepción del inicio de su pontificado fue de un gran conservadurismo, este aspecto, completamente novedoso, cambió la visión de sus años al frente de la Iglesia. Su marcha para que un nuevo papa, más joven, ocupase su lugar y el reconocimiento de que le faltaban fuerzas para seguir al frente fue una señal de apertura. “Él dijo claramente que hacía falta una persona más joven para guiar la Iglesia y creo que ese es el punto fundamental para leer el conjunto del papado de Benedicto XVI”, explica Andrea Gangliarducci, vaticanista. “Él decía: soy parte del viejo mundo, el nuevo aún no ha llegado y esa era su visión, en realidad con una gran lucidez mental para darse cuenta de que el cambio, la modernidad, tenía que llegar y él dio la oportunidad con su renuncia”, añade Gangliarducci.
Convivencia de dos papas
Aunque en aquel momento, en 2013, la situación anómala de la convivencia entre dos papas generó muchos interrogantes, estos casi diez años se han vivido con completa normalidad. Gangliarducci lo define como “armónico” una palabra que sirve por extensión también para definir el carácter de Ratzinger. “Gran parte de las decisiones tomadas durante su pontificado eran para unificar, poner de acuerdo, las partes de la Iglesia que estaban en conflicto. Intentó armonizar y así fue también en la convivencia con Francisco, al que respetó siempre. Solo apareció públicamente cuando él se lo requería. Es una gran muestra de humildad”, dice.
“Creo que el valor de su papado se verá dentro de 50 años, creo que muchos nos equivocamos en la lectura de sus años al cargo del Vaticano, lo entenderemos dentro de un tiempo”, añade. Aunque para los sectores más conservadores de la Iglesia siguió siendo su presencia una marca de poder en contra del papa Francisco, Benedicto defendió las decisiones del nuevo papa siempre que tuvo ocasión y respaldó su pontificado desde la “sombra” y sin haberse quitado los hábitos de pontífice. "Él quería marcar ya al final de su pontificado una línea aperturista, pero ya no era capaz, debilitado por la edad y, seguramente, porque no le dejaban. Con la decisión de renunciar desmontó el Gobierno, el sistema del vaticano, en ese sentido fue muy radical y abrió la posibilidad para que otros como él lo hicieran en el futuro” , dice el Filipe Dominges, vaticanista y doctorado en la Universidad Gregoriana.
Il #papa invita a pregare per #Ratzinger: "È molto malato". https://t.co/rRuRrPMwPm
— Agi Agenzia Italia (@Agenzia_Italia) 28 de diciembre de 2022
Aunque Benedicto siempre defendió la versión de que su papado se terminaba para que entrase “savia fresca”, como defiende Gangliarducci, dos grandes escándalos habían ensuciado enormemente su figura durante los ocho años que duró su pontificado. Por un lado el escándalo de los abusos en la Iglesia que estalló definitivamente en todo el mundo y, por otro, las informaciones reveladas por el "Vatileaks" en 2012 que ayudaron a desentrañar su papado. Paolo Gabriele, el mayordomo de Benedicto, filtró documentos secretos que revelaron corrupción y disputas dentro del Vaticano. En cuanto a los escándalos de abuso, a pesar de que enfangaron claramente su papado y lo marcaron para siempre, se le atribuye haber dado el primer paso de acercamiento tras haber iniciado el proceso para disciplinar o expulsar a los sacerdotes abusadores después de la actitud laxa de Juan Pablo II. Fueron especialmente llamativas las medidas disciplinarias tomadas contra Marcial Maciel, fundador de la orden católica de los Legionarios de Cristo y uno de los religiosos que había abusado de menores más notorios de la Iglesia, contra los que otros no tomaron medidas.