Los fieles despiden al papa emérito en la plaza de San Pedro: "Espero que lo hagan santo pronto"


Benedicto XVI cambió la Iglesia con su renuncia y ya suenan de fondo las peticiones de que lo conviertan en santo
Al funeral han asistido fieles llegados de todas las partes del mundo, pero menos afluencia que en el de Juan Pablo II
Adiós a Benedicto XVI: el papa Francisco destaca "su sabiduría y dedicación" en un funeral histórico
Carmen se encontraba de vacaciones en Roma cuando falleció el papa emérito Benedicto XVI, el pasado sábado 31 de diciembre, tras un agravamiento de su estado de salud. Sintió que era una señal. Llega a la plaza de San Pedro en la mañana de su despedida final, cuando el papa Francisco hará historia oficiando por primera vez en la Iglesia el funeral de su predecesor.
La mañana es fría en la capital italiana y una niebla intensísima cubre la columnata de Bernini y la basílica entre un ambiente de solemnidad en tonos grises. El despliegue de seguridad preparado para este tipo de eventos cuenta con más de mil agentes, voluntarios y protección civil. 600 periodistas acreditados cuentan al mundo el último adiós a Benedicto XVI, un papa que cambió para siempre la historia del Vaticano con su renuncia en 2013.
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Este jueves, el último adiós. Casi 200.000 personas han pasado en tres días por la Basílica de San Pedro para velar el cuerpo, muchas de ellas turistas que, como la mexicana Carmen, sienten que ha sido una señal divina encontrarse en esta latitud en estos días. “Ya puedo morir en paz después de despedir en persona al papa Ratzinger”, dice para NIUS y se coloca en una de las sillas dispuestas en la plaza.
En los accesos preparados por protocolo para acceder a San Pedro desde las seis de la mañana turistas, fieles y los propios romanos hacen cola para coger sitio. Es allí donde la variedad de personas, llegadas de todo el mundo, comienza a ser evidente. Decenas de grupos vestidos con el traje tradicional de Baviera, región original de Ratzinger, ondean banderas alemanas. Laura, latina de origen pero que vive en esa parte forma parte de uno de esos grupos.
“Es un homenaje directo al papa, a sus orígenes”, exclama mientras la fila empieza a moverse. Ya dos horas antes de que empiece el funeral los protocolos son lentos y la espera parte del ritual. A los pies de las columnas de Bernini que abrazan la plaza se encuentran dos romanos, Piero y Benedetta, una pareja que ya estuvo en el funeral de Juan Pablo II en 2005 y que hoy tampoco ha querido faltar a este evento, sintiéndose privilegiados por vivir a un paso del Vaticano.
“Con Wojtyla era diferente, fue un evento de otra envergadura, había en Roma millones de personas, la gente dormía por la calle para esperar y entrar en la Plaza de San Pedro, había tantísimos jóvenes, recuerdo que eso fue lo que más me impresionó”, dice ella.
Ultimo saluto #BenedettoXVI Piazza San Pietro. Folla composta 150 mila fedeli presenti per omaggio a #Ratzinger. Presenti 400 vescovi e 4000 mila sacerdoti. 600 i giornalisti. #PapaFrancesco presiede il rito dell'Ultima Commendatio e Valedictio e cita San Gregorio Magno. pic.twitter.com/u4EVqmBcak
— Roberto Montoya (@NRobemontoya) 5 de enero de 2023
Los puestos de recuerdos que salpican las calles colindantes ofrecen estampitas de Benedicto y rosarios. Pero no solo venden imágenes vinculadas a Ratzinger, las fotos de Bergoglio y del propio papa Wojtyla también se venden mucho. La gente se para, conversa, compra algún objeto como parte del ritual, la peregrinación, de esta mañana fría de enero. En las primeras horas, el coro oficial del Vaticano, el llamado coro de la Capilla Sixtina ensaya ofreciendo un ambiente único a los preparativos, alguna gente se emociona entre la niebla atípica que lo ocupa todo y ante los nervios del evento.
La gente ha ido entrando en los minutos previos a las 09:30 de la mañana, hora en la que se escuchan las primeras palabras del papa Francisco, que celebra esta ceremonia desde el altar presidiendo el féretro de Benedicto XVI, de ciprés, que antes de que termine la mañana será enterrado en la gruta en la que descansan otros pontífices tras introducirse en otros dos ataúdes más que representan los tres días de la resurrección de Jesús.
En la plaza una gama cromática completa la imagen del funeral, los cardenales vestidos de su particular rojo a un ala del altar, al otro el resto de representantes de otras confesiones católicas y en la plaza miles de sotanas blancas de sacerdotes, el negro de embajadores y jefes de Estado y, al fondo tocando la famosa Via della Conciliazione, el resto de gente que se ha acercado a la zona cero, muchos de ellos ondeando las banderas de sus países.
Diversi fedeli si sono radunati a Piazza San Pietro per i funerali di Benedetto XVI. Abbiamo raccolto le loro voci #PapaRatzinger pic.twitter.com/vppGMB4EBJ
— Fanpage.it (@fanpage) 5 de enero de 2023
Entre el público una pancarta destaca entre banderas de diferentes países y dice “Santo Subito” (Santo de inmediato). Una petición que ya resonó ayer a las puertas del Vaticano y que hoy de nuevo está en la boca de la gente que viene a despedir a Ratzinger, liderada por el sector conservador de la Iglesia que se prevé suponga un freno para el mandato de Francisco a partir de ahora. Giussepina viene desde Venecia al funeral y su deseo más grande es que santifiquen al difunto papa lo antes posible. Una petición que se hizo famosa en la muerte de Juan Pablo II donde la plaza pedía lo mismo para forzar una canonización por la vía rápida.
Se escuchan gritos en San Pedro mientras, antes de tocar las 11, el féretro abandona la plaza, mucha gente se emociona mientras, en el último adiós, un papa Francisco, que camina con mucha dificultad, se acerca a despedir el féretro, que toca con la mano entre una emoción contenida generalizada que envuelve el Vaticano. Desde ese momento el resto de la ceremonia, que corresponde al enterramiento en la gruta del Vaticano, se desarrolla de forma privada. A las puertas, de cara a la salida, donde la gendarmería italiana estima que han participado unas 50.000 personas se encuentra el padre Pedro que quiere recordar a Ratzinger con unas últimas y sentidas palabras: “Supo gobernar el barco de la Iglesia en momentos de gran dificultad”, explica.