El dilema de Meloni con la Ruta de la Seda china


La primera ministra dice no haber decidido aún si renovará el acuerdo con el gigante chino y lo describe “tema delicado”
El acuerdo comercial inaugurado en 2019 por el Gobierno Conte convertía a Italia en el primer país del G7 en adherirse
Ahora la realidad política en Italia es otra y Meloni no quiere poner nerviosos a sus aliados atlantistas de Bruselas y Washington
En el ámbito del G7, el evento político internacional más destacado del año, celebrado recientemente en Hiroshima, mientras Giorgia Meloni tenía un rifirrafe con su homólogo canadiense, Justin Trudeau, y la región de la Emilia Romaña sufría su peor aluvión en décadas, otro tema espinoso se abría para la líder italiana. Bajo la presidencia rotatoria japonesa del grupo de los siete países, el país transalpino debe afrontar su relación, muy particular, con el gigante chino, que puede generar tensiones entre sus aliados, también en su posición atlantista y europea. Italia es el único país del G7 que forma parte de un acuerdo político fundamental de colaboración con China, conocido como la Ruta de la Seda, suscrito en 2019 con el Gobierno de Giuseppe Conte. Ahora Meloni tiene que decidir si este acuerdo continuará o no se renovará en un difícil equilibrio de política internacional.
Durante una rueda de prensa en el contexto del G7 los periodistas preguntaron a la primera ministra italiana sobre la encrucijada de la Ruta de la Seda y ella respondió “tenemos tiempo para tomar una decisión”. “La valoración sobre lo que haremos es una decisión delicada, tiene que incluir a todos los actores del sistema (el Parlamento), se sabe lo que yo pienso, yo no he cambiado de idea, pero hace falta una valoración ponderada, las cosas han cambiado”. Así Meloni reconocía la importancia del tema, en un G7 donde se ha hablado mucho de China, pero dejaba aún en un interrogante lo qué ocurrirá en los próximos meses. Ella misma, como explicaba, había expresado en más de una ocasión su intención de terminar con esos acuerdos Italia-China, que valoró en una entrevista el pasado septiembre como “un gran error” y donde adelantaba “si me encontrase ante la decisión de tener que firmar la renovación del memorándum mañana, difícilmente vería las condiciones políticas necesarias”. Entrevista en la que también mostraba su apoyo a Taiwán y condenaba las amenazas chinas como “inaceptables”, un punto fundamental en el consenso con el polo de Washington.
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La Ruta de la Seda es un gran plan de inversiones anunciado por China generando acuerdos con diferentes países entre los que estaba Italia, que firmó un memorándum en el 2019 bajo el Gobierno de Giuseppe Conte en coalición con la Liga de Matteo Salvini. La intención es conectar el epicentro chino con las principales economías de Europa, Oriente Medio y África, con un plano general político que luego se va concretando en importantes acuerdos económicos. En aquel momento se consideró aquel acuerdo como una declaración de intenciones políticas, en su interior contenía 30 acuerdos entre empresas italianas y chinas y otros acuerdos institucionales entre los que estaba una colaboración espacial e, incluso, una colaboración entre la RAI y la China Media Group. La valoración que hacen los expertos, como la profesora de economía Alessia Amighini, especialista de Asia Central para Instituto para los Estudios de Política Internacional italiano (ISPI), es que ha sido ventajoso sobre todo para China, para Italia ha cambiado poco las cosas a nivel de ganancias en su mercado.
Meloni è arrivata stanotte a Hiroshima, e ha molto da negoziare con i partner del G7 per trovare una soluzione alla Via della seta con la Cina. La posizione è ancora: stiamo valutando se rinnovare l’intesa oppure uscirne. C’è tempo fino a dicembre.
— Giulia Pompili (@giuliapompili) 18 de mayo de 2023
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La relación siempre más tensa en el ámbito político y comercial entre EE.UU y sus socios occidentales con respecto a China, especialmente tras la guerra en Ucrania, ha sido muy relevante en este encuentro en Hiroshima. La posición que la primera ministra italiana defiende desde que llegó al cargo el pasado mes de otoño, en la que el atlantismo era la base de su proyecto político, no puede encajar con un acuerdo comercial con China que Italia abrió hace cuatro años y que tiene un gran valor simbólico y político. Lo que Meloni decida sobre este tema es fundamental para la visión que tienen los socios internacionales del país transalpino. Los tiempos son ahora más importantes que nunca, el acuerdo se renueva automáticamente en marzo de 2024. Salvo que Italia no quiera continuar la colaboración, el acuerdo se mantendrá.
Es por eso que Giorgia Meloni se toma su tiempo. Definir las relaciones con China no es fácil en este momento donde las piezas de la geopolítica internacional están en constante movimiento. Los intereses comerciales con el gigante asiático son importantes para muchas empresas italianas, pero se mantendrían al margen de la Ruta de la Seda con otros acuerdos en el ámbito europeo, el problema es que pondría las relaciones entre ambos países en un punto difícil, China se sentiría ofendida políticamente. “Claramente, aunque se niegue en el debate público, Meloni recibe presiones de Washington para salir de este acuerdo comercial”, dice Amighini. “El verdadero éxito de China en estos acuerdos es que ha servido para ampliar su agenda en Italia con agentes económicos, compradores, empresas y eso tiene un gran interés para el gigante asiático en la manera en la que pueden penetrar en redes italianas”, añade.
Von der Leyen: "La Cina è un partner commerciale fondamentale per noi e la maggior parte degli scambi è vantaggiosa per entrambe le parti. Ma dobbiamo intensificare il nostro lavoro con altri per creare un'alternativa alla Via della Seta"#ANSA https://t.co/6RlLJCzRZ4
— Agenzia ANSA (@Agenzia_Ansa) 19 de mayo de 2023
La dependencia europea en algunos sectores estratégicos de las importaciones chinas es importante pero, si en el caso italiano, la ruptura de este memorándum supusiese consecuencias y “castigos” por parte del gobierno de Xi Jinping sería, explica la profesora Amighini, una oportunidad para desarrollar una industria que dependa menos de las simpatías, o no, con el eje chino.