Alemania, el país que acabó comprando gas ruso por encima de sus posibilidades


En las élites alemanas reina un consenso según el cual Alemania, pese a la guerra de Rusia contra Ucrania, no debe asumir desde ya todas las responsabilidades por su dependencia del gas ruso.
Por eso, la desconexión del gas ruso está prevista para 2024, según los planes del Gobierno del canciller Olaf Scholz.
En la crisis del euro, eran países como España, Grecia, Portugal o Irlanda los que “habían vivido por encima de sus posibilidades”, según se decía entonces en no pocos círculos alemanes. Como consecuencia de la criticada “irresponsabilidad” financiera helena, por ejemplo, hubo quien propuso que Grecia vendiera sus islas para recaudar el dinero que Atenas necesitaba y que acabó recibiendo bajo estrictos programas de salvamento económico.
En esta lógica, el ex político de la conservadora Unión Demócrata Cristiana (CDU) Josef Schlarmann, experto en política económica, diría en unas declaraciones al diario Bild que dieron la vuelta al mundo: “Alguien que se declara en bancarrota debe convertir todo lo que tiene en dinero (…) Grecia posee edificios, empresas e islas deshabitadas que pueden utilizarse para el pago de la deuda”.
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Diez años después de haberse visto así el problema griego – una visión según la cual Europa asistía a un problema griego causado por los propios griegos y al que los griegos debían poner solución a base de austeridad – en Berlín parecen eludir importantes responsabilidades geopolíticas. Al menos eso reprochan algunos a las élites del país en vista de la dependencia de Alemania del gas ruso. Y eso que Alemania ha consumido, y salvo sorpresa aún consume, gas ruso por encima de sus posibilidades.
A principios de año, se estimaba que algo más de la mitad el gas que importa Alemania procedía de Rusia. Esa proporción puede haberse reducido algo tras la invasión de Rusia contra Ucrania.
La gran dependencia europea del gas ruso en @NiusDiario.https://t.co/DK7OAlspVQ.
— Salvador Martínez Mas (@SmmEnBerlin) 22 de enero de 2022
Pero hasta el ecologista Robert Habeck, quien en calidad ministro de Economía y responsable de la política energética del Gobierno de Scholz trabaja a marchas forzadas para reducir la dependencia de las fuentes de energía rusa, no ve factible hasta 2024 el que Alemania deje de comprar gas natural del país de Vladimir Putin.
Alemania depende de Rusia por voluntad propia
“La situación en la que se encuentra Alemania no es algo que haya venido dado por Dios, es algo que el país se ha dado a sí mismo. Es el resultado de una serie de malas decisiones”, dice a NIUS Marcel Dirsus, experto del Instituto para la Política de Seguridad de la Universidad de Kiel. Alude a cómo Alemania, con una política energética que data del siglo pasado, ha terminado desarrollando una clara dependencia del gas procedente de Rusia.
¿Ha caducado la Ostpolitik de Berlín hacia Moscú? En @NiusDiario. https://t.co/14fMV9xxFj.
— Salvador Martínez Mas (@SmmEnBerlin) 23 de febrero de 2022
Esa dependencia es, a su entender, “un problema de Alemania”, sobre todo, en vista de un comportamiento internacional ruso que, según se asume ahora internacionalmente, pone en peligro el “orden de seguridad internacional”, según términos recientes de Mark Milley, el jefe del Estado Mayor del Ejército de Estados Unidos.
Hasta ahora, son pocos en Alemania los que se atreven a defender un embargo energético a Rusia. Dirsus, por ejemplo, es de los que dicen que, “si tiene que hacerse, hágase”, entre otras cosas, porque Alemania se lo ha buscado con una política energética que internacionalmente se ha dado a conocer como “la más tonta el mundo”. Los términos son del diario económico estadounidense The Wall Street Journal.
Miedo a que, sin gas ruso, se gripe el motor económico europeo
Lo que priman en las altas instancias del poder teutón son argumentaciones como la que plantea en declaraciones a NIUS Hubertus Bardt, responsable del Instituto de la Economía alemana (IW), un centro de estudios económicos con sede en Colonia. A su entender, un embargo energético que afecte al gas es algo a evitar porque griparía el motor de la economía alemana, considerada la locomotora económica de la Unión Europea. Alemania es la mayor economía del 'viejo continente' y la cuarta a nivel mundial.
“Otros países europeos sufrirían si aquí se producen abandonos de actividad por culpa de un embargo al gas”, señala Bardt, aludiendo a esa parte de la industria alemana que está necesitada de gas ruso.
Además, “en el caso de Grecia, era más previsible que las deudas del Estado heleno iban a convertirse en un problema que lo que ha pasado con Rusia y su ataque a Ucrania”, abunda Bardt, a pesar de los no pocos avisos que recibió Berlín, especialmente de otras capitales del este europeo, sobre lo problemático que era estar en manos del gas de Putin.
En el Gobierno de Scholz parece innegociable la oposición al embargo al gas ruso porque, dicen, esa medida pone la “paz social” en peligro. A estas alturas, se ha especulado bastante sobre el coste que tendría para la economía alemana un embargo al gas. Se habla de una recesión que podría ser de un 2% al 6% del PIB, es decir, una “recesión medianamente difícil” de superar, según analizaba esta semana en sus páginas económicas el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung.
La contracción causada por el parón de la COVID-19 en Alemania fue del 4,6% para el PIB en 2020. El país de Scholz pasa por ser uno de los que, económicamente, salió mejor parado de las consecuencias de la lucha contra la propagación del coronavirus.
Un embargo es posible, es cuestión de organizarse
La crisis que implicaría dejar de comprar gas ruso para Alemania, podría ser más grave que la caída del PIB alemán en tiempos de pandemia. Pero no tiene que ser obligatoriamente así. Todo depende de la gestión que se haga del gas que haya a disposición, según explica a NIUS Georg Zachmann, investigador alemán afincado en Berlín y experto en cuestiones energéticas del prestigioso think tank para asuntos económicos Bruegel.
“Los efectos de un embargo dependen muchísimo de cómo se gestiona el acceso al gas donde de verdad es necesario. Si se hace bien, los costes son asumibles. Si no, ese escenario puede salir caro”, dice Zachmann. “Todo es cuestión de organizarse a nivel europeo, porque tres quintas partes del gas las tenemos de otros lugares, otro quinto podría importarse y otro quinto habría que reducirlo con ahorro energético”, añade.
El legado de Merkel: un país sin « modelo de negocio » en @NiusDiario. https://t.co/xtoMKrZORa.
— Salvador Martínez Mas (@SmmEnBerlin) 17 de abril de 2022
Afirmaciones así, cada día que pasa, tienen más de realidad y menos de especulativo. Basta observar que desde este miércoles Gazprom, el gigante energético ruso, ha suspendido sus entregas de gas a Polonia y Bulgaria.
Dicha suspensión, obliga a Berlín a actuar de forma más consecuente de lo que lo ha sido hasta ahora respecto al gas ruso, según Zachmann.
“En los próximos días puede verse definitivamente si Alemania puede corregir los errores de su pasado en lo que a la política energética se refiere, asumiendo los costes que implican, o si Alemania pone en riesgo la unidad europea, ahorrándose esos costes”, señala Zachmann. “Que se haya dejado a Polonia y Bulgaria sin gas ruso obliga a ser consecuente y mostrarse solidario, no aceptando lo impuesto por Rusia, entre otras cosas”, concluye.