Alemania 'se cierra' con Austria y República Checa por las mutaciones del coronavirus


La incidencia media de Alemania ya se acerca a los 50 nuevas infecciones por 100.000 habitantes en la última semana
No han importando las críticas. Da igual que las hayan emitido responsables gubernamentales de Austria, altos cargos de otros países vecinos o de la mismísima Comisión Europa. El país de la canciller Angela Merkel parece tener claro que dificultar el acceso a su territorio debe ser parte de la lucha contra la propagación de las nuevas variantes del coronavirus.
Los dos meses y medio que el país lleva en modo “confinamiento duro”ya están ofreciendo resultados. Así, la incidencia media de Alemania ya se acerca a los 50 nuevas infecciones por 100.000 habitantes en la última semana.
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Pese a esta evolución, ante las nuevas variantes del coronavirus, las autoridades entienden ahora que una incidencia de 35 nuevos casos por 100.000 habitantes en los últimos siete días permitirá comenzar a reabrir comercios no esenciales y los sectores de la hostelería y el tiempo libre. En cualquier caso, en vista de que las nuevas variantes del coronavirus son más infecciosas, en el Gobierno de la canciller no quieren echar por tierra el descenso en los casos registrado en las últimas semanas.
Por lo visto, en Berlín juzgan que es un riesgo tener las fronteras plenamente abiertas con una República Checa muy golpeada por la tercera ola de la COVID-19 que vive el país y el Tirol austriaco, donde ya la semana pasada se contaban casi dos centenares de casos activos de la variante Sudafricana del coronavirus.
Austria se encuentra actualmente en proceso de reapertura de la economía, después de haber bajado apenas de una incidencia media de 100 nuevos casos por 100.000 habitantes en los últimos siete días. Por su parte, los medios de comunicación alemanes se hacían eco este lunes de que en la República Checa la incidencia superaba los 900 nuevas infecciones por cada 100.000 habitantes en la última semana.
Es más, prácticamente todos los grandes diarios alemanes apuntaban que en la región checa de Cheb, a una escasa decena de kilómetros de la frontera con Baviera (sur germano), la incidencia en los últimos siete días en la última semana alcanzaba los 1.100 nuevos casos por 100.000 habitantes.
Fuentes diplomáticas de la República Checa consultadas por NIUS convienen en afirmar que este pequeño país centroeuropeo está “viviendo el peor periodo de toda la pandemia”. “La tercera ola nos ha golpeado más que las anteriores”, reconocen estas fuentes.
Así, no sorprende que en Alemania hayan decidido tomar medidas. “Esta situación es peligrosa para nosotros”, según ha dicho Markus Söder, presidente de Baviera.
Reducir la porosidad de las fronteras
Teniendo presente esta realidad, la línea editorial de periódicos como el diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung, el liberal Die Welt o el más progresista Süddeutsche Zeitung daban por buena la estrategia del Ejecutivo de Merkel, concretamente, la del ministro del Interior de la canciller, el también conservador Horst Seehofer.
Esta estrategia consiste en reducir la porosidad de las fronteras con el Tirol y la República Checa a través de controles reforzados.
BM #Seehofer hat entschieden, ab Sonntag, den 14. Februar 2021, neben #Österreich auch an den Grenzen zu #Tschechien vorübergehende Grenzkontrollen einzuführen. Das ist erforderlich, um den Viruseintrag nach Deutschland möglichst zu unterbinden.
— Steve Alter (@BMISprecher) 11 de febrero de 2021
Así, a partir del domingo, sólo en casos excepcionales se podía cruzar las fronteras germano-checa y germano-austriaca por la zona del estado austriaco de Tirol. Entre las excepciones figuran los trabajadores del sector sanitario, transportistas de bienes, ciudadanos alemanes o extranjeros con residencia en Alemania.
Entre los viajeros que cruzan la frontera a diario, también valían como excepción los trabajadores de sectores esenciales. En el caso de los camioneros, éstos debían facilitar un resultado negativo de un test de coronavirus, siendo también válidas pruebas rápidas.
Sin embargo, la exigencia de esas pruebas generaba este lunes grandes colas de camiones que aguardaban en la frontera entre Alemania y la República Checa, según recogía la agencia de prensa alemana Deutsche Presse Agentur.
Desde el Gobierno alemán veían en esta política fronteriza – que algunos observadores equiparaban al cierre de fronteras implementado en marzo del año pasado ante la primera ola de contagios – una aproximación “pragmática”.
Ese pragmatismo, sin embargo, afecta a decenas de miles de personas. Hasta 45.000 alemanes trabajan en Austria o la República Checa. Otros 23.000 checos trabajan en Alemania, según las cuentas de la Agencia Federal para el Trabajo citadas este lunes por el Frankfurter Allgemeine Zeitung.
“Por seguridad y la salud”
El ministro de Sanidad alemán, el también conservador Jens Spahn, lamentaba y justificaba la situación en una entrevista con el Süddeutsche Zeitung publicada este lunes.
“Ahora mismo hay una pandemia en la que este tipo de decisiones que hay que tomarlas por la seguridad y la salud de todos”, señalaba Spahn. “Tenemos que ofrecer la posibilidad a nuestros distritos de las fronteras el que estén tranquilos”, abundaba a cuenta de reducir la movilidad entre países.
Sin embargo, la iniciativa alemana ha generado críticas y un visible malestar en los países vecinos afectados e, incluso, en las altas instancias de la Unión Europea. Hasta en Alemania se han escuchado voces de alarma en fabricantes de coches teutones que dependen de los materiales que provienen de la República Checa, según la Deutsche Presse Agentur.
Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores de Austria se han quejado pidiendo medidas que no supongan, como dice el dicho, matar moscas a cañonazos. Desde otros ministerios del este europeo – como los de Eslovaquia, país cuya industria también se ve afectada por la decisión alemana – han apuntado que la iniciativa germana no sólo no era “realizable” sino que iba a causar “grandes problemas”.
“¿Dónde está la solidaridad?”
Ya la semana pasada, cuando los responsables alemanes daban a entender que echarían al menos parcialmente el cierre de las fronteras consideradas inquietantes dada la evolución de la pandemia, desde la Comisión Europea hubo quien salió a la palestra para tratar de disuadir a Merkel y compañía.
En este sentido, en una entrevista publicada el domingo con el diario bávaro Augsburger Allgemeine, la comisaria de Salud y Seguridad Alimentaria, la chipriota Stella Kyriakides, recordaba, aún reconociendo que era “comprensible el miedo generado por las nuevas variantes del coronavirus”, que “el virus no se deja parar por las fronteras”.
Pero los comentarios de Kyriakides, sin embargo, no han sido tenidos en cuenta en suelo alemán. Es más, por si a alguien se le ocurría reprochar a las autoridades germana actuar teniendo en cuenta sólo sus intereses, el editorial de este lunes del Süddeutsche Zeitung Süddeutsche Zeitung– diario que no suele defender al titular de Interior de Merkel – se hacía preguntas con aire de reproche alemán a sus vecinos del sur más inmediatos.
“¿Dónde estaba la solidaridad con los países vecinos que han impuesto restricciones más duras a su población y que ahora están experimentando un descenso en las infecciones?”, se leía en ese influyente el diario muniqués.