Bélgica tiene el récord mundial de un país con Gobierno en funciones: 451 días entre 2010 y 2011.
La división ideológica hace cada vez más difícil el pacto
Los belgas se están acostumbrando a vivir con Gobierno en funciones. El último Ejecutivo cayó hace exactamente un año, el 18 de diciembre de 2018. Cinco meses después, el 26 de mayo, los belgas fueron a las urnas y dejaron un paisaje político que hace muy difícil la formación de una coalición coherente. Así que tendrá que ser incoherente si no quieren volver a votar.
El país, después de 365 días sin Gobierno efectivo, sabe que todavía está lejos del récord mundial de una democracia con Gobierno en funciones, que estableció la propia Bélgica cuando entre 2010 y 2011 los partidos necesitaron 541 días para formar una coalición.
Las negociaciones, que estuvieron en los últimos meses en manos del socialista francófono Paul Magnette (encargado por el rey Felipe), están bloqueadas por la aparente imposibilidad de que las dos primeras fuerzas políticas (el N-VA flamenco nacionalista y xenófobo y el Partido Socialista francófono) puedan gobernar juntos.
Un país polarizado
El país se divide políticamente cada vez más. Mientras en Bruselas y Valonia siguen siendo preponderantes los socialistas y los liberales –últimamente suben los ecologistas-, en el norte flamenco la ultraderecha neonazi del Vlaams Belang ya sería, según los sondeos, la primera fuerza política acercándose al 30% del voto, seguida del N-VA con más del 20%.
Eso hace que mientras en Valonia y Bruselas los partidos europeístas sumen más del 80% del voto, en Flandes apenas alcancen el 40%. Si Valonia y Bruselas se mueven en un espectro político entre la izquierda y el centro liberal, en Flandes el centro de gravedad está en algún sitio entre la ultraderecha neonazi y la derecha soberanista xenófoba y secesionista.
El país funciona con relativa normalidad principalmente por dos razones. Muchos altos funcionarios e incluso personal de los gabinetes ministeriales no cambian cuando hay cambios de Gobierno. Este corresponsal se sorprendió a su llegada a Bélgica cuando una portavoz del Ministerio del Interior le dijo que, ante el inminente cambio de ministro, ella conservaría su cargo. 14 años después sigue en su puesto mientras por el sillón del Ministerio de Interior han pasado seis personas.
La otra razón es la descentralización, en cierta forma más profunda que en España porque las tres regiones tienen incluso ciertas competencias de política exterior, como las de comercio internacional. Entre los ayuntamientos y las entidades regionales suman tal cantidad de competencias que el Gobierno central se dedica en muchos asuntos simplemente a coordinar las políticas regionales.
Un Gobierno en funciones pero muy efectivo
Además, los 541 días que entre 2010 y 2011 Bélgica estuvo sin Gobierno efectivo hicieron que cada vez se entienda de forma más flexible el concepto de Gobierno en funciones o “Gobierno de asuntos corrientes”, como dicen los belgas. Ese Gobierno es competente sobre casi cualquier dossier si este es “urgente”. En muchos casos basta esperar para que se convierta en urgente.
Un Gobierno en funciones no podría, por ejemplo, firmar tratados internacionales. El belga lo hace. Un Gobierno en funciones no puede meter al país en una guerra. El belga envió en 2011 cazabombarderos para apoyar a Francia y Reino Unido en su campaña libia contra Gadafi.
Uno de los principales problemas es el de los presupuestos, porque además el anterior Gobierno cayó sin aprobar los de 2019. En Bélgica no se prorroga el presupuesto del año anterior como se hace en España sino que se hace mes a mes, a través de los llamados “duodécimos provisionales”. Es decir, el Gobierno puede gastar cada mes la duodécima parte del gasto total del año anterior. Eso le impide por ejemplo tomar medidas para reducir el déficit público como le pide la Comisión Europea.
Bélgica se divide en tres regiones: Bruselas, Valonia y Flandes. Cada una tiene su parlamento regional y su Gobierno regional. A la vez, el país se divide en tres comunidades, basadas en la lengua: flamenca (que coincide con la región de Flandes), francófona (que incluye a Bruselas y gran parte de Valonia) y germanófona (de la pequeña región de habla alemana del entorno de Verviers, junto a la frontera de Alemania).
No existe un plazo a partir del cual el país deba volver legalmente a las urnas. En Bélgica el Rey tiene más margen de maniobra que en España y puede, por ejemplo, nombrar a personas que medien entre los partidos y busquen acuerdos. Esas personas pueden ser dirigentes de los partidos pero también antiguos dirigentes políticos fuera de la política activa.