Biden y Putin, un cara a cara en el peor momento


Joe Biden y Vladimir Putin se dan cita en Ginebra en una tentativa por retomar contactos pese a la tensión entre ambos países y la aparente animadversión personal
El presidente estadounidense, Joe Biden, ha dicho creer que su homólogo ruso, Vladimir Putin, es un asesino. Eso ha de bastar para dar cuenta de cuál es el punto de partida de la relación entre Estados Unidos y Rusia con Biden como inquilino en la Casa Blanca.
Pero Biden, que como colofón a su gira europea tiene previsto verse por primera vez como presidente cara a cara con Putin en Ginebra este miércoles, sabe de la importancia de tener una “relación estable y predecible” con Rusia. Esos son al menos los términos que utilizan estos días en la Casa Blanca cuando se refieren a lo que se anhela en la relación entre Estados Unidos y Rusia.
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Lo cierto es que, en los últimos años, Putin ha llevado a su país por unos derroteros geopolíticos que nada tienen que ver con la estabilidad ni el ser predecible. La lista lo que acredita es larga.
Son ejemplos del agresivo comportamiento internacional ruso la anexión de Crimea, el apoyo a los separatistas pro-rusos en Ucrania, la intervención militar en Siria, la búsqueda de influir en las últimas elecciones estadounidenses, el amparo al autócrata bielorruso Aleksander Lukashenko, los asesinatos o tentativas de envenenamientos de opositores de Putin dentro y fuera de Rusia o los más recientes ataques informáticos contra Estados Unidos.
En este contexto, la revista estadounidense Time citaba recientemente fuentes de la administración Biden según las cuales, en Moscú, Putin y compañía “están haciendo lo que quieren y piensan que se pueden aprovechar de Biden”.
Sea como fuere, “las relaciones entre Estados Unidos y Rusia están en un punto bajo como nunca antes lo hubo tras la Guerra Fría”, dice a NIUS Zachary Witlin, analista sénior en Washington de la empresa de consultoría internacional Eurasia Group. A su entender, “la importancia del encuentro es mostrar que ambas partes son capaces de hablar. Es una tentativa de retomar la comunicación”.
Ningún observador internacional realista espera que en el encuentro de Ginebra se produzcan acuerdos, anuncios o compromisos de ningún tipo. Por no haber, no habrá ni una conferencia de prensa conjunta tras la reunión que mantendrán ambos mandatarios. Después de dicha cita, cada uno hablará por su cuenta.
Eliminar cosas que irritan en la relación entre EE.UU. y Rusia
Sergei Lavrov, el 'sempiterno' ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, ha señalado antes del encuentro que de la cita se puede esperar “que se eliminen un cierto número de cosas que irritan” en la relación entre ambos países. Para eso, sin embargo, hacen falta “esfuerzos por ambas partes”, según Lavrov.
“No será algo rápido ni fácil”, según unas declaraciones del jefe de la diplomacia rusa del pasado mes de mayo, cuando se dio a conocer la fecha del encuentro en Ginebra.
Rusia tiene mucho que ganar dejando que su líder aparezca de nuevo en la escena internacional junto otro presidente de Estados Unidos. Biden será el cuarto con el que haya despachado Putin, después de haberlo hecho con George W. Bush, Barack Obama y Donald Trump. A este último lo vio en Helsinki hace tres años, en una cumbre que tampoco pasará a la historia.
Rusia celebra en tres meses elecciones legislativas. Un encuentro de altos vuelos como el de Ginebra recuerda en el plano doméstico a los votantes de Rusia Unida, el partido de Putin, el estatus de su líder, que se está eternizando en el poder y al que no le tiembla el pulso a la hora de reprimir a la oposición.
Diálogo sin perder de vista más sanciones estadounidenses
“El Gobierno ruso no va a arriesgar en nada en lo que respecta a las elecciones de septiembre”, señala Witlin desde Washington a cuenta de la represión contra el opositor Alexei Navalny y sus organizaciones enfrentadas al régimen de Putin.
En la Casa Blanca no son ajenos a esta realidad. “En la administración Biden dicen que, con Rusia, hablarán cuando puedan pero también que golpearán cuando lo necesiten, lo que significa que todavía hay muchas posibilidades de sanciones el próximo mes o el próximo año, cuando sea necesario, sabiendo que en septiembre hay elecciones legislativas y puede haber represión de opositores políticos”, plantea el analista del Eurasia Group.
Con todo, hay temas que tanto en Washington como Moscú conviene tratar de manera urgente. Control armamentístico, ciberseguridad o la pandemia son asuntos de primer orden a abordar incluso en una relación degradada como la que mantienen Estados Unidos y Rusia. La política medioambiental, prioridad para la administración Biden, es otro de los ámbitos que podrían emerger como relevantes en el encuentro de Ginebra.
Biden quería “resetear” la relación en 2011
Biden llegará a la ciudad suiza con un perfil internacional reforzado después de haber representado su vuelta a la OTAN en Bruselas el martes y dos días después de haberse reunido con los líderes del G-7 en Cornwall. Probablemente no haya habido otro presidente estadounidense que conozca mejor que Biden la actividad internacional de la Rusia de Putin.
No en vano, en su dilatada carrera, y antes de ser presidente de Estados Unidos, Biden fue en sus años de senador hasta tres veces presidente del Comité de Relaciones Exteriores. En 2011, ya se vio cara a cara en Moscú con Putin, entonces primer ministro. Hace diez años, Biden hablaba de “resetear” la relación entre Estados Unidos y Rusia.
En los últimos diez, años, sin embargo, lo que parece haberse producido es un apagón. Hostilidad internacional rusa, sanciones, intercambio de acusaciones y hasta de insultos como esa reciente alusión a Putin como “asesino” del presidente estadounidense constituyen obstáculos en esa relación. Está por ver si Biden y Putin cambian la actual dinámica retomando el contacto en Ginebra.