Entramos en Moria: “El campo de refugiados en Lesbos es un asesinato lento”

Algunos de los migrantes que estaban en el campo de Moria están desde el miércoles pasado al intemperie, sin ningún cobijo
Las ONG’s reclaman soluciones urgentes y más colaboración por parte de la Unión Europea ante una situación extrema
El ministro griego de migración anunció ayer que el proceso de asilo y de ayuda humanitaria será solo para las personas que vayan al nuevo campo
Seis días han pasado desde que el campo de refugiados de Moria fuera incendiado. Después de detectarse 35 casos positivos de coronavirus, creció el miedo entre los más de 12.000 refugiados. No se les aisló de forma severa, ni se facilitó una cuarenten.
Desde el pasado miércoles la isla de Lesbos vive una de las situaciones más críticas hasta la fecha. La dificultad que tienen las ONG’s para colaborar, el cansancio de la población local y la vulneración de derechos humanos ponen en evidencia las políticas migratorias de la Unión Europea.
Los migrantes se niegan a entrar al nuevo campo
Tan solo a 2 kilómetros de la capital de la isla, Mitilene, en un antiguo complejo de uso militar se ha habilitado este nuevo campo. Desde entonces, el gobierno griego ha enviado al ejército y a la policía para controlar la situación entre los migrantes y el fuerte descontento social entre la población de la isla. De momento, ofrecerá cobijo a 5.000 migrantes, pero el proceso de admisión está siendo lento y además aquellos que entren no podrán salir.

Mientras tanto muchos de ellos siguen sin rumbo por la isla, malviviendo en la carretera con lo poco que pudieron coger al escapar del incendio de Moria. En este panorama desolador, las ONG’s improvisan centros provisionales ofreciéndoles comida, agua y asistencia sanitaria. Acceder a estos campos como periodistas es complicado, un continuo control policial dificulta nuestro trabajo. Pero tras varios cambios de ruta llegamos a uno de los pocos centros habilitados. Una antigua nave industrial a pocos kilómetros de Moria que alberga a 750 personas. Es el ejemplo de la ONG danesa” Team Humanity”.
Fabiola Velázquez, una chilena voluntaria en este campo, nos comenta que ojalá ella supiera el destino de los migrantes. “La asistencia que hay aquí es muy básica, y necesitan curas porque las infecciones y virus que tienen no son causa del incendio” afirma mientras le desinfecta la herida a un refugiado. “Sus vidas no son importantes y como no lo son, las tienen metidas por años en ese agujero que era Moria. Un campo de refugiados en Lesbos es un asesinato lento”
“Insostenible e incréible” es cómo califica la situación el doctor alemán Gerhard Trabert. Cuando le preguntamos por una solución a esta crisis, su respuesta fue: “Europa tiene que actuar. La gente de esta isla no está preparada para ayudar. Muchos refugiados viven en la calle, beben agua sucia. Hay infecciones, ratas… y esta situación me recuerda a la India, Calcuta o Dakha. Esto es un caos.”

Hacemos un recorrido por todo el campo de refugiados con Harri, uno de los coordinadores de este improvisado albergue. Vemos cómo unos jóvenes se entretienen jugando con el móvil dentro de una tienda de campaña. Los más pequeños se acercan a nosotros regalándonos una sonrisa a la cámara. Harri nos explica que vivir así es la única realidad que han visto y lo califica de “horrible”.
Son las 20 de la noche, entendemos su cansancio, pero al mismo tiempo nos pide que demos voz a esta tragedia en España. Como ciudadanos europeos “no debemos olvidar que huyen de la guerra”, sentencia el coordinador.
“Quiero libertad, y mi sueño es estudiar y ser boxeador”
Hablamos con varios de ellos. Mohammed huyó de Afganistán hace un par de años. Está aquí con su familia, cinco personas viviendo en una tienda de campaña. “No me siento seguro, no quiero que la vida de mis hijos termine aquí”. Mohammed, es un reflejo de la desesperación de muchas familias que ven pasar los días y años sin ninguna solución. Antes de irnos nos para un joven de 22 años que quiere lanzar un mensaje: “Queremos paz, queremos estudiar. Mi sueño es ser boxeador”, es lo que repite una y otra vez a nuestro micro este refugiado afgano.
La mayoría se niega a moverse a un asentamiento nuevo porque dicen que “Lesbos se ha convertido en una cárcel”. Ante las multitudinarias manifestaciones por parte de los refugiados, el gobierno griego ha sido claro y tajante. Notis Mitarakis, ministro griego de migración, anunció ayer que solo las personas que acepten ser internadas en el nuevo campo podrán solicitar asilo.
La falta de coordinación entre el gobierno griego y la Unión Europea hace que el trabajo voluntario de personas de diferentes orígenes sea vital. Esta ONG es solo un ejemplo de las muchas que llevan trabajando y aliviando esta situación durante años en esta región del mar Egeo.