Kurz, cansado del confinamiento, comienza a reabrir la economía austriaca pese al alto número de contagios


Austria reabría este lunes buena parte de sus negocios y algunos centros escolares después de seis semanas de confinamiento de la economía como medida anti-COVID-19. El país da este paso sin haber conseguido acercarse a la incidencia que hubiera deseado alcanzar con las restricciones.
Niños de vuelta al colegio, puertas abiertas en los museos, colas de clientes ante los comercios con carteles de rebajas y peluquerías y otros servicios con contacto físico con la clientela en los que se volvía al trabajo.
Así lucía buena parte de Austria este lunes, después de seis semanas en las que la pequeña república alpina había echado el cierre por culpa de la COVID-19.
El canciller austriaco, el conservador Sebastian Kurz, ha reconocido que su país no se encuentra en la situación que él hubiera deseado verlo este lunes, día en que la economía austriaca se atrevía a dar un paso hacia la reapertura. Cuando decretó su “confinamiento duro”, algo similar al que ha implementado la Alemania de Angela Merkel, Kurz y compañía en el Ejecutivo austriaco consideraban que el ideal a conseguir con las restricciones era una incidencia de menos de 50 nuevos casos de COVID-19 por cada 100.000 habitantes en los últimos siete días.
Sin embargo, el país estaba a finales de la semana pasada en unos 104 nuevas infecciones por 100.000 habitantes en los últimos siete días, según datos del Ministerio de Sanidad de Austria. Hay regiones como la de Salzburgo (centro-austriaco), que, de hecho, triplican la incidencia de 50 que se deseó para este lunes. También este lunes, el país, de unos nueve millones de habitantes, había registrado en las últimas 24 horas un buen millar de casos positivos.
Una cierta sensación de fatiga y haber observado una aparente ineficacia de las restricciones parecen explicar por qué Austria ha decidido moverse hacia la reapertura de la actividad económica.
“La población ha aguantado ya seis semanas de confinamiento. En las últimas semanas hemos visto cómo los contagios han parado de bajar porque cada vez menos gente respeta las normas y porque desean más libertad”, explicaba el propio Kurz en una entrevista publicada en la última edición del dominical germano Welt am Sonntag.
“No tiene sentido insistir en aplicar un confinamiento estricto cuando está cayendo la disposición de la población a colaborar”, abundaba el jefe del Gobierno austriaco.
In meinem Interview mit der Zeitschrift @welt spreche ich über die Coronakrise, die Impfstoffbeschaffung in der EU & über das Projekt „Nord Stream 2“: pic.twitter.com/2PDEuY9wSQ
— Sebastian Kurz (@sebastiankurz) February 7, 2021
Personalmente, Kurz reconocía estar “cansado” de las restricciones en esa entrevista. “Yo estoy como el resto de las personas. Estoy cansado [del confinamiento, ndlr.]. Quiero poder volver a verme con mis amigos para tomar una cerveza, o ver a mis padres o a mi abuela”, señalaba el joven político de 34 años.
La opinión predominante de los expertos en el país es que este relajamiento de las medidas anti-COVID-19 llega en mal momento. De ahí que el redactor jefe del Wiener Zeitung, diario de la capital austriaca, Walter Hämmerle, escribiera en un editorial del pasado domingo que la relajación de las medidas anti-COVID-19 que vive su país le dejaba “mal sabor de boca”.
Peor sabor de boca ha de haber dejado a Kurz y compañía en el Gobierno austriaco que el país presentara en el cuatro trimestre del 2020 la peor contracción de la economía de la Unión Europea. La caída del PIB austriaco fue en ese periodo del 7,8%.
Apertura con nuevas condiciones de higiene y más test
Con la hostelería cerrada, la relajación de las medidas que comenzaba a verse en Austria este lunes estaba acompañada de algunas condiciones suplementarias que aspiran a limitar la propagación del SARS-CoV-2 pese a la reapertura de escuelas, museos, salones de belleza, peluquerías, centros para masaje, tiendas de ropa o electrodomésticos, entre otros.
En el caso de los negocios en los que hay una obligada proximidad entre clientes y quien atienda – como en el caso de las peluquerías –, los clientes debían acudir con un resultado negativo de un test PCR o de antígenos realizado al menos 48 horas antes. Además, los clientes deben llevar en todo momento una mascarillas FFP2, al igual que peluqueros, masajistas o manicuristas.
Para facilitar la realización de estos test, el país está levantando una red de centros públicos en los que realizarse las pruebas ya resulta gratuito. Hacer esos mismos test por la vía privada cuesta en el pequeño país centroeuropeo entre 30 y 150 euros.
En las escuelas de Viena y del Land de Baja Austria, este lunes ya se hacían en las aulas pruebas a los alumnos antes de comenzar las clases. Son test de antígenos pensados para que niños incluso de edades comprendidas entre los seis y siete años puedan hacérselos ellos solos siendo guiados por sus maestros. Dos veces por semana han de someterse a esa prueba los escolares.
La variante sudafricana está en el país
Junto a esas medidas destinada a controlar los contagios figura un aumento en los controles fronterizos. Las autoridades austriacas llaman a que se realicen sólo aquellos desplazamientos que sean necesarios.
Palabras como las que dejaba dichas el ministro del Interior de Kurz, el también conservador Karl Nehammer, a cuenta de los controles fronterizos apuntan los riesgos que implican desplazamientos en plena pandemia, especialmente cuando se teme el impacto que puedan tener las nuevas variantes del SARS-CoV-2, el virus de la COVID-19.
“Los controles sirven para romper las cadenas de contagios, que se están haciendo más peligrosas con las nuevas mutaciones del virus”, según Nehammer.
El propio Gobierno austriaco llamaba este lunes a no viajar salvo en caso de que sea “estrictamente necesario”, según las palabras del propio Kurz, al Land del Tirol (oeste austriaco).
Las personas que quieran viajar desde allí a otras partes del país tendrán que hacerlo con un resultado negativo en un test. El motivo de las precauciones que se están tomando con este Land es que allí se han detectado numerosos casos positivos de la conocida como variante sudafricana del coronavirus.
Alemania mira con preocupación a Austria
“Hay que hacer todo lo posible para que estas mutaciones no se propaguen”, según Kurz. Está por ver si el aligeramiento de las medidas que empezaba a verse este lunes en el resto del país se puede compaginar con la presencia de la mutación sudafricana del SARS-CoV-2 en el Tirol.
En la tarde de este lunes se calculaba que había allí un mínimo de 140 casos positivos confirmados y activos con esa nueva variante del coronavirus. Desde Alemania, país con el que Austria tiene frontera al norte, se miraba con especial preocupación tanto la presencia de la variante sudafricana en suelo austriaco como la recién iniciada reapertura de la economía.
El conservador Markus Söder, presidente de Baviera, Land del sur alemán que tiene la frontera con Austria, no descartaba este lunes tener que cerrar al menos parcialmente la frontera con el país vecino. “Si crece el peligro, el cierre de las fronteras con El Tirol no debe de ser un tabú”, según unas declaraciones del presidente bávaro recogidas por el diario muniqués Münchner Merkur.