Conte dimitirá este martes para intentar formar un nuevo Gobierno


El primer ministro intentaría encabezar un nuevo Gobierno
El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, presentará este martes su dimisión ante el presidente de la República, Sergio Matarella. Lo confirma la oficina del primer ministro mediante un mensaje a los medios. Conte se reunirá a las 9 de la mañana con el Consejo de Ministros y, posteriormente, acudirá al Palacio del Quirinal para encontrarse con Mattarella. El primer ministro le pedirá al jefe de Estado el encargo para poner en pie un nuevo Ejecutivo y salir así de la crisis política en la que vive el país.
La dimisión se produce después de que la operación de Conte para formar un grupo político con tránsfugas de otros partidos no despegara. Tras haber quedado el Gobierno en minoría, el primer ministro buscaba llenar el vacío con integrantes de otras fuerzas minoritarias centristas o expulsados de otras formaciones, pero la misión no ha dado sus frutos. A Conte siguen sin salirle las cuentas, por lo que se ha visto obligado a dar este paso.
El motivo es que entre el miércoles y el jueves el Senado debe aprobar una resolución sobre el estado de la Justicia para el que no hay consenso. Italia Viva, el partido de Matteo Renzi, ya ha anunciado esta vez que votará en contra. Renzi, el urdidor de la crisis de Gobierno, ordenó la semana pasada la abstención de su formación en una moción de confianza sobre Conte. De esa forma le concedía tiempo para salir del atolladero, pero dejaba la guillotina preparada. Ahora el tiempo se ha terminado y Renzi parece dispuesto a activar el mecanismo.
En esta semana Conte no ha logrado su objetivo de organizar una mayoría alternativa, como ya presagiaban sus detractores. Por eso, la única salida sería abrir de una vez la crisis de modo formal con su dimisión e intentar poner en pie un nuevo Ejecutivo desde cero. La maniobra no implica su salida, sino que sería un último intento desesperado de Conte por aferrarse al cargo.
Un Gobierno de unidad nacional
Ante la imposibilidad de formar un grupo con los tránsfugas -una hipótesis que, en cualquier caso, hubiera dejado al Gobierno en una posición de extrema fragilidad-, la idea sería sanar las heridas con Renzi. Tras una agria disputa entre ambos, la pérdida de credibilidad para todos los actores implicados sería gigantesca, pero si hay un país donde esto puede ocurrir es en Italia. Conte se encomendaría a un Gobierno de unidad nacional, en el que sí esperaría encontrar apoyos de fuerzas centristas o incluso de la derecha moderada.
El principal problema para Conte, que siempre ha temido este escenario, es que dimitir para intentar seguir adelante abre un agujero negro de imprevisibles consecuencias. El primer ministro perdería en ese momento su poder y dejaría abierta la posibilidad a que surjan nuevos nombres para encabezar el Gobierno.
Éste podría ser el plan oculto de Renzi, que ante el vacío de poder tendía margen para intentar colocar a un nuevo primer ministro. La cabeza de Conte sería el trofeo más preciado para el líder de Italia Viva, que ha puesto encima de la mesa tantos pecados en la forma de ejercer el poder del ‘premier’, que parece difícil una reconciliación. No obstante, Renzi siempre ha dejado una puerta abierta a la negociación para que, en caso de no lograr acabar con Conte, pueda obtener mayor influencia para él y su partido en un futuro Ejecutivo.
Reequilibrio de fuerzas
Aún si se mantiene en el cargo, el liderazgo de Conte quedaría tremendamente debilitado. Mientras que el Movimiento 5 Estrellas, el partido con más representación parlamentaria, se convertiría en una mera muleta de los postulados del socialdemócrata Partido Democrático (PD) -el socio minoritario- y la nueva ascendencia de Renzi. Silvio Berlusconi, líder de Forza Italia, ya se ha mostrado dispuesto a apoyar un Gobierno de unidad nacional. La duda está en si estaría encabezado o no por Giuseppe Conte.
El plan sería agitarlo todo para volver a la casilla de salida. La estrategia es tan italiana que sobra mencionar el tópico. La alternativa consiste en ese gabinete de concentración, pero con otro primer ministro. Y la última de las opciones, un voto anticipado, al que nadie en el Ejecutivo parece dispuesto.