El fenómeno Drosten: pasión y odio por el virólogo que guía a Alemania frente al coronavirus

Es una de las personas que más sabe de coronavirus del mundo
Christian Drosten recibe amenazas de muerte. "Para muchos alemanes soy el tipo malvado que paraliza la economía", ha contado en una entrevista al diario The Guardian. Pero, para una gran mayoría, este virólogo se ha convertido en una estrella tan inesperada como venerada: la cara y la voz de la exitosa respuesta de Alemania ante la pandemia del coronavirus. Dicen que cuando él habla, hasta la canciller Angela Merkel toma notas.
Este experto de 47 años es el principal asesor del Gobierno en esta crisis (el Fernando Simón alemán); y también una de las personas que más sabe de coronavirus en el mundo. Director del Instituto de Virología del hospital Charité de Berlín, es además un científico que ha conectado con el gran público. Desde el pasado febrero tiene un pódcast que se ha convertido -con un millón de descargas- en el más popular del país.
El hombre que ahora guía a Alemania (con permiso de Angela Merkel) creció en una granja de cerdos al norte del país. Fue el primero de su familia en acudir a la universidad y estudió medicina.
Consolidó su prestigio entre la comunidad científica al detectar el virus del SARS, en 2003. Desarrolló un test de diagnóstico y difundió el protocolo de forma gratuita en Internet. Se le condecoró con la Cruz Federal del Mérito. Ha realizado muchos otros estudios que han demostrado, por ejemplo, que las paperas saltaron de los murciélagos a los humanos o que el virus del Nipah se originó en África, pese a que se descubrió en Malasia. Corroboró que el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) fue transmitido por camellos y su laboratorio se convirtió en referencia de su estudio.
Enseguida alertó, a quién quisiera escucharle, de la gravedad de lo que se venía encima con el coronavirus. Él y su equipo fueron los primeros en desarrollar una prueba el pasado enero. La realización de test masivos ha sido una de las claves de la lucha contra la pandemia en Alemania; un país con más de 166.000 contagios, pero con una baja tasa de mortalidad en comparación con otros países europeos.
Una fama inesperada
Explicador en jefe, el Papa o el Zar del coronavirus son algunos de los nombres con los que apodan a Drosten los medios de comunicación. Una fama no anhelada. "No es alguien que busque este tipo de atención", cuenta a Science Isabella Eckerle, una antigua compañera de laboratorio.
Él -casado y con un hijo de dos años- sigue desplazándose en su bicicleta, molestándose por las referencias a su "pelo revuelto" o a sus "sensuales labios" y sintiéndose incómodo cuando la atención se desvía del tema científico. "Hablo de ciencia", dice, "no quiero leer sobre mi corte de pelo". Tampoco le gusta, aseguran, cuando los medios sobredimensionan su influencia; como cuando un periódico alemán acompaño su foto de una pregunta: "¿Es este nuestro nuevo canciller?".
Meine derzeitige Sicht der Dinge in einem hervorragend recherchierten Interview mit @ArminWolf vom #ORF. Ich spreche als Virologe, nicht als Privatperson. Keine Zuständigkeit für Wirtschaft und Politik. https://t.co/gt1Iv7t9xp
— Christian Drosten (@c_drosten) April 25, 2020
Mientras, triunfan su pódcast científico y su tono tranquilo y didáctico. A veces da consejos inesperados. En marzo, le dijo a sus oyentes que evitasen la cerveza de grifo porque los vasos pueden no estar lo suficientemente limpios. Él lo hace. "Cuando voy a un bar, siempre -desde hace años- pido la cerveza en botellín", contó.
Ahora, a Drosten le gustaría descubrir cómo pasó el SARS-CoV-2 de los animales a los humanos. Él se pregunta si los perros mapaches fueron huéspedes intermedios del virus. Y ahora, también, teme que el desconfinamiento se levante antes de tiempo y se produzca, advierte, un nuevo y letal brote.