Con el coronavirus han vuelto las fronteras, incluidas las de los problemáticos enclaves europeos


El autor serbio Zoran Nikolic, autor de “El atlas de las fronteras inusuales”, un volumen que está previsto salga publicado próximamente en España, explica a NIUS por qué Europa tiene fronteras problemáticas, especialmente en plena pandemia.
Se puede viajar sin salir de casa sin necesidad de coger el avión, el tren, el autobús o el coche. A veces, para viajar, basta mirar un mapa con detalle. Quien tenga dudas de esto, que pregunte a Zoran Nikolic.
Este ingeniero informático serbio es un apasionado de la geografía. Siempre quiso ser geógrafo, pero no llegó a hacer esa carrera. Sin embargo, esa deuda con la vida parece tenerla saldada. Porque Nikolic es el autor de The Atlas of Unusual Borders (Ed. Harper Collins, 2019) o “El Atlas de las fronteras insólitas”.
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El libro lo editará próximamente en España GeoPlaneta, pero Nikolic explica desde ya a NIUS por qué en Europa hay tantas fronteras atípicas. Gracias a la Unión Europea (UE) y al espacio Schengen esas separaciones dejaron de importar durante lustros. Sin embargo, la lucha de los estados miembros contra la propagación del coronavirus ha obligado a levantar de nuevo las fronteras.
Paulatinamente, las medidas fronterizas que ha implicado el coronavirus están desapareciendo. Pero Nikolic, que hace unos días estuvo en el Reino Unido promocionado su libro, recuerda que su viaje de vuelta a su ciudad, Belgrado, fue demasiado largo si se compara con las costumbres viajeras previas a la pandemia.
“En el viaje de vuelta aterricé en Viena. Luego, desde Viena llegué a Belgrado en coche. Pero en la frontera entre Austria y Hungría tuve que esperar más de cinco horas. ¡Dentro de la UE!”, dice Nikolic a NIUS.
Para él no son tan interesantes esos puntos fronterizos típicos de la red de carreteras de Europa. Nikolic, como buen amante de la geografía, está fascinado desde pequeño con los enclaves. Es decir, esos territorio de un país que se encuentran completamente rodeados por al menos otro estado soberano.
La larga historia de Europa, a la que no por casualidad se la llama “el viejo continente”, ha generado una buena veintena de estos enclaves de los casi cincuenta protagonistas de “El Atlas de las fronteras insólitas”. “Europa es especialmente rica en enclaves, hay muchísimos. Es por la historia del continente, que ha estado marcada por la existencia de países poderosos que tuvieron muchas fronteras cambiantes”, explica Nikolic.
“Hubo un tiempo en que Europa consistía en muchos estados feudales. En aquel tiempo, no era inusual que un duque o algún miembro de la nobleza comprara tierras en un país extranjero cercano para que luego pasara a contar como territorio de su reino”, abunda.
Referéndums fallidos para dejar de ser Alemania
El municipio de Baarle-Nassau, en Los Países Bajos, cuenta como uno de esos lugares. Situado en muy cerca de la frontera neerlandesa con Bélgica, este lugar cuenta como enclave belga en el país vecino. Su situación se explica por una serie de acuerdos entre señores feudales del siglo XII cuyos efectos aún se ven, especialmente en tiempos de pandemia.
En estos días de lucha contra la propagación de la COVID-19, en unas partes de ese municipio se aplicaban las medidas más restrictivas impuestas en Bélgica, mientras que, en otras partes, las que cuentan como suelo neerlandés, valían las medidas más relajadas que ha decidido seguir el Gobierno de Los Países Bajos.

Otro ejemplo ilustre de enclave europeo es el pueblo alemán de Büsingen am Hochrhein, una localidad germana rodeada de territorio suizo situado no lejos entre la frontera del país de Angela Merkel con la de la Confederación suiza.
“Allí han celebrado hasta cinco referéndums en los últimos 100 años para ser parte de Suiza. Siempre ganó el 'sí' a ser parte de la república helvética. Pero Alemania se opuso, mientras que Suiza decía que aceptaba la decisión pero no podían compensar a Alemania de ninguna forma”, cuenta Nikolic.
Llivia, Ceuta y Melilla en el atlas
En suelo europeo también tiene sitio en su atlas el municipio español de Llivia, que pertenece a la comunidad autónoma de Cataluña pero que se encuentra rodeada de suelo francés. También figuran como enclaves Marruecos, Ceuta y Melilla.
Pero Nikolic pone a Alemania, entre los grandes países europeos, como el más dotado de enclaves y fronteras insólitas. Los tiene en Suiza, Bélgica, Austria, Holanda y Polonia. No en vano el país de Merkel es de los miembros de la UE que más kilómetros de fronteras cuenta en territorio continental con sus 3,621 kilómetros.

“Qué yo sepa, sólo había un sitio con más enclaves que Europa: la antigua frontera entre la India y Bangladés”, apunta Nikolic. “En esa frontera había unos 180 enclaves. Pero en 2016 terminó la fase de intercambio de enclaves. Han sido disueltos”, abunda.
Un proceso similar han iniciado tres naciones de Asia Central que en su día fueron territorio de la Unión Soviética. Se trata de Tayikistán, Uzbekistán y Kirguistán.
“En esa región hay unos cinco o seis enclaves. Los países tienen que aclarar su situación porque durante la época de la Unión Soviética no era importante que existieran esos enclaves. Pero ahora sí lo es”, explica Nikolic. Sobre la mesa está unir esos enclaves a través de corredores o disolverlos, como terminó ocurriendo en la frontera de la India con Bangladés.
Nuevas fronteras, un problema
“El atlas de las fronteras inusuales” permite dar una vuelta al mundo a través de este tipo de enclaves, pasando por suelo africano, asiático y americano.

Precisamente entre Estados Unidos y Canadá, según Nikolic, se encontraría la frontera más sencilla. Se trata en buena medida de una línea recta de casi 9.000 kilómetros. Pero ahí también hay particularidades. La más notable probablemente sea el Angle Inlet.
Esa superficie de suelo estadounidense es, junto con Alaska, la única que se encuentra por encima del paralelo 49. En realidad, “la frontera más clara entre dos países que hay es la que existe entre los países que están en lados opuestos del planeta”, según Nikolic, que sabe de primera mano los problemas que entraña el levantar fronteras.
Nikolic vivió en Belgrado las guerra de los Balcanes, el episodio sangriento más reciente que ha vivido el 'viejo continente' junto con el actual conflicto en el este de Ucrania. “Nací en 1975 en la antigua Yugoslavia. Cuando crecí y viví la guerra me di cuenta de lo que era que un gran país se convirtiese en partes más pequeñas por culpa de tantas fronteras”, señala.
Para él, la aparición de nuevas fronteras suele estar asociar a problemáticos conflictos. “Cada vez que surge una frontera se generan nuevos problemas”, dice. “Siempre habrá alguien o colectivos que no queden satisfechos con la frontera que se haga y se pedirán cambios. Es algo que está en la naturaleza humana”, concluye.