La crisis del hotel Estrel de Berlín, imagen de la crisis de la hostelería alemana


En el sector hostelero de Alemania se concentra gran parte del sufrimiento económico que están causando las medidas contra la propagación del coronavirus, unas medidas aquí convertidas en un 'confinamiento light' en noviembre.
Mehmet lleva media hora esperando dentro de su taxi en la parada para taxis situada las puertas del hotel Estrel, un gran establecimiento de cuatro estrellas con 2.000 camas, 1.250 habitaciones y suites situado en el distrito berlinés de Neukölln, en el sureste de la capital alemana.
En realidad, Estrel es más que un hotel. Es el mayor centro hotelero, de conferencias y entretenimiento de Alemania. En estos días del segundo confinamiento – “confinamiento light” lo llaman aquí – frente al coronavirus, Mehmet no espera que salgan clientes del hotel Estrel para subir en su taxi
“De ver salir clientes del hotel es algo de lo que hay que olvidarse. En todo un día pueden salir uno o dos”, dice Mehmet a NIUS. No ha de ser la primera vez que él espera frente a la puerta principal del hotel Estrel porque parece que estar aquí forma parte de su jornada de trabajo.
“Yo no estoy aquí por los clientes que salen del hotel. Pero en esta parada hay sólo un compañero. Si un cliente cerca que llama a centralita pidiendo un taxi, aquí es más fácil que nos lo atribuyan”, explica Mehmet dentro de su coche. A su alrededor, más allá del compañero que espera en otro taxi, no se observa movimiento.
El hotel Estrel y sus cuatro estrellas siempre estuvieron lejos del centro de la capital alemana. Sólo así se explica que pueda ofrecer precios por debajo de 100 euros la noche por sus habitaciones de moderado lujo. El edificio del hotel Estrel, una infraestructura capaz de alojar ferias y grandes congresos, se encuentra a nueve kilómetros del centro de Berlín.
Ahora más que nunca, sus alrededores parecen tierra de nadie. No hay movimiento de viajeros, en vista de que durante el mes de noviembre se ha prohibido pernoctar en instalaciones hoteleras por motivos turísticos. Un paseo por los interiores del hotel también resulta desolador.
Las recepción del hotel, con capacidad para una buena docena de ordenadores dispuestos a procesar entradas y salidas están desocupados. Sólo una persona parece estar al cargo del poco trabajo que hay aquí.
“Estamos teniendo problemas”
El vestíbulo del hotel es enorme. Hay sitio para dos restaurantes y tres zonas de bar, con decenas de mesas, además de una fuente en desuso y espacios con sofás para relajarse.
Todo está vacío salvo una mesa. En ella llama la atención la conversación de tres hombres, posiblemente personas que se alojan aquí por motivos empresariales. Sólo con una justificación así puede uno dormir en un hotel fuera de casa durante el “confinamiento light” de noviembre.
“Estamos teniendo problemas”, reconocen in situ fuentes del hotel Estrel. Hacerse una idea concreta de las consecuencias económicas que tienen aquí las medidas frente a la pandemia es difícil. Los gestores no comparten datos sobre las cuentas de este gran establecimiento.
Un “esperamos sobrevivir la crisis haciendo piña” de una responsable del hotel basta para saber que los efectos de las medidas contra la COVID-19 están causando estragos en el Estrel. “Normalmente albergamos aquí 1.800 eventos al año. Pero desde marzo pasan pocas cosas aquí”, dicen en el hotel, aludiendo a los días de marzo y abril, cuando entraron en vigor en Alemania las medidas más duras contra la propagación del coronavirus.
Posteriormente, esas medidas se fueron relajando. Esto permitió al hotel “llegar a niveles mínimos de actividad, pero ahora otra vez estamos como estamos”, dicen responsables del hotel en un vestíbulo prácticamente vacío.
Al año, el complejo del hotel Estrel suele recibir 320.000 personas, según cálculos de la empresa. Está claro que el rendimiento del hotel en 2020 no se acercará, en modo alguno, a esa cifra.
Frente al “confinamiento light” impuesto a partir del pasado domingo ya no sirven los muchos esfuerzos que se han hecho en el sector para garantizar la seguridad frente al SARS-CoV-2, el virus de la COVID-19.
Las medidas de higiene no evitan el confinamiento light
“Nosotros fuimos de los primeros en desarrollar medidas de higiene para poder entrar en funcionamiento”, dicen en el hotel Estrel.
Nada más entrar en el vestíbulo del hotel, una cámara reconoce y mide la temperatura de quien accede al interior del edificio. Además, “entre otras cosas, las puertas se abren sin contacto y todas las zonas dedicadas a reuniones y conferencias cuentan con acceso a aire 100% limpio”, explican en el gran hotel berlinés.
“No hemos tenido ningún caso de contagio en nuestras instalaciones”, abunda la responsable del hotel que accede a hablar con NIUS. Sin embargo, ese buen rendimiento frente al virus de este hotel y de la inmensa mayoría de establecimientos del sector no ha impedido que ahora sean 'víctimas' de las nuevas restricciones.
Para el Gobierno de Merkel, en noviembre es preciso cerrar la industria del tiempo libre, incluido el turismo gracias al cual funcionan los hoteles, porque el ritmo de propagación del virus es tal que no se sabe de dónde proceden el 75% de los contagios.
Como consecuencias de las nuevas medidas, el Instituto Alemán para la Investigación Económica (DIW por sus siglas alemanas) ha cifrado en 6.800 millones de euros el coste de las nuevas restricciones para el sector de la hostelería.
La dura situación que atraviesa el hotel Estrel está lejos de ser una excepción. De hecho, la crisis de este hotel berlinés representa en buena medida la del sector hostelero en el país de Angela Merkel. “Muchos negocios están entre la espada y la pared, la desesperación crece”, según los términos de Ingrid Hartges, responsable de la Asociación alemana de Hoteles y Hosteleros (Dehoga, según sus siglas alemanas).
En Dehoga ha sentando especialmente mal la decisión del Ejecutivo de la canciller Angela Merkel de limitar al máximo la actividad hotelera junto al cierre de bares y restaurantes. Pero la aceptan con “amargura”, por mucho que las autoridades hayan prometido este mes ayudas equivalentes al 75% de lo que ingresaron esos negocios el pasado mes de noviembre de 2019.
“La gran agonía de los hoteles”
Existen dudas razonables de que esta medida sea suficiente para salvar el sector. “Pese a las ayudas puede haber una masiva ola de quiebras”, según ha dicho al diario Rheinischen Post Michael Hüther, director del Instituto para la Economía Alemana (IW, por sus siglas alemanas). Sea como fuere, el coronavirus ya había dejado 79.000 desempleados en la hostelería a mediados de año.
Según las cuentas del influyente periódico conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung, en el sector se cuenta un millón de personas que están recibiendo el subsidio de jornada reducida, una herramienta a la que se ha facilitado el acceso durante la pandemia para evitar despidos. Pero ni esa medida ni las ayudas que ahora se prometen al sector parecen suficiente para evitar una gran crisis para hoteles como el Estrel.
El pasado mes de septiembre, cuando la economía había empezado a recuperarse tras el parón de marzo y abril, una encuesta de Dehoga señalaba que el 62% de los negocios de la hostelería y restauración estaban en peligro. Aunque establecimientos como el Estrel resistan, por ahora, las consecuencias de la pandemia, esa no es la toda realidad del negocio hostelero teutón.
Es fácil imaginar que no todas las empresas hosteleras aguanten lo que el Frankfurter Allgemeine Zeitung ha llamado “la gran agonía de los hoteles”.