Democracias vs autoritarios: la guerra de Ucrania acelera el conflicto global del siglo XXI


El ataque a Ucrania estrecha lazos en la OTAN y con los aliados de EEUU en Asia
Japón debate albergar misiles nucleares y se anuncian incrementos de inversión en Defensa
China sella una alianza con Rusia y de momento la mantiene firme pese a su coste económico
El primer disparo en Ucrania ha borrado la gran lección recién aprendida en la pandemia: la interdependencia y necesidad de una colaboración global para evitar el desastre. “Si Occidente deja fuera de combate a Rusia, China podría ser la siguiente”. Esta conclusión del popular analista televisivo chino Sima Nan tiene su espejo en quienes dicen que si Vladímir Putin toma Ucrania, seguirá avanzando en Europa. Percepciones simétricas para un choque de trenes.
La simetría de las palabras, entre las que no ha faltado la amenaza nuclear rusa, tiene su correlato en los anuncios sobre presupuestos de defensa y en los pasos estratégicos que están dando varios países. Alemania se plantea por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial tener un Ejército potente. Japón, desplegar misiles nucleares estadounidense. Australia, desarrollar submarinos de propulsión atómica. Corea del Sur, plegarse a la línea marcada por Washington sobre Corea del Norte.
Democracias, zares y emperadores
Si de un lado se apiñan la OTAN y los aliados de Estados Unidos en el Extremo Oriente, del otro China y Rusia sellan una unión estratégica. Lo escenificaron justo antes de la invasión de Ucrania. ¿Es posible que Xi Jinping no supiera nada de lo que iba a pasar? Lo que se sabe es que a día de hoy sigue respaldando a Putin —incluso en la escalada verbal sobre las armas químicas— pese al daño que le puede hacer la subida del precio del petróleo a su país, primer importador del mundo.
La invasión rusa de Ucrania ha acelerado un proceso que se creyó muerto tras la implosión de la URSS al final de la Guerra Fría, pero que se está reactivado desde el inicio del siglo XXI: el creciente conflicto entre las democracias liberales y los regímenes autoritarios que compiten por la hegemonía global.
El pulso entre EEUU y China
En octubre de 2021 salió a la luz que China había realizado en agosto una prueba militar con un misil supersónico con capacidad nuclear. Aquello alertó al espionaje de Estados Unidos, descolocado porque no pensaba que China tuviera tan avanzada esta tecnología que persiguen las principales potencias.
Veinte años antes, China no intentaba competir de tú a tú en el plano militar con Estados Unidos, se centraba en caminos alternativos como el desarrollo de satélites. Pero al final, el último garante de una potencia económica es su fuerza militar. Y China siente amenazada su expansión por Estados Unidos, los aranceles impuestos por Trump y que Biden mantiene, y la alianza que teje Washington con India, Japón y Australia, en lo que desde Pekín califican como una “OTAN del Pacífico”.
Espejos
Esa división de los bloques no es perfecta, como muestra la buena relación del nacionalista indio Narendra Modi con Putin. Sin embargo, la lista que emitió Rusia en plena guerra en Ucrania de los países que considera hostiles fue reveladora. Eran, básicamente, las democracias desarrolladas del planeta. Y no faltó la clave de Taiwán, una especie de Ucrania para China.
Josep Borell explicó esta idea desde Bruselas. “Ucrania es un espejo en el que Putin no quiere que se miren los rusos”, dijo. Tener libertades y democracia al otro lado de la frontera es una fuente de inestabilidad para un estado autoritario. Ucrania. Taiwán. Hong Kong. Berlín Occidental. ¿Son espejos peligrosos?
El destino del pesimismo
Las alianzas se estrechan, cristalizan dos bloques y se asienta una peligrosa idea de fatalidad, de conflicto inevitable en un futuro más o menos cercano. Una situación y un pesimismo peligrosos. Si el choque es inevitable, ¿por qué no ahora? Así caminaron las potencias como 'sonámbulos' hacia la Primera Guerra Mundial.
Fue otro caso de trampa de Tucídices, según el término de Graham T. Allison para describir las tensiones que genera una potencia emergente —como lo es hoy China y como lo fue Alemania tras su unificación en el siglo XIX— en el statu quo.
En situaciones tan crispadas, un asesinato en Sarajevo o “una incursión furtiva y engañosa contra un vecino menor”, como cuenta Donald Kagan en La guerra del Peloponeso, pueden iniciar un conflicto.
Aquel asalto nocturno de los tebanos a Platea se produjo con la ayuda de traidores en el interior. Conviene no olvidar que la lucha entre democracia y oligarquía fue una gran contienda entre polis del mundo griego, pero también una guerra civil dentro de muchas ciudades, incluida la propia Atenas.