La gran dependencia de Europa del gas ruso


El gas ruso es una fuente de energía fundamental para un país clave en Europa como Alemania. Pero la dependencia de ese hidrocarburo es mayor a la alemana en naciones del norte continental como Finlandia y nada desdeñable en el centro y este del 'viejo continente'.
Las tres cuartas partes del gas que importan los países de la Unión Europea proceden de Rusia. Así lo indican desde la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) en base a datos de 2019. Que suenen tambores de guerra en la frontera de Ucrania con el país del presidente Vladimir Putin es, por tanto, una situación que amenaza la estabilidad energética europea.
Expertos consultados por NIUS apuntan que es perfectamente imaginable que, en caso de una invasión de Rusia a Ucrania, se cierre el gasoducto que trae a Europa gas ruso a través de suelo ucraniano.
“Si atacan a Ucrania, es previsible que [Rusia, ndlr. si ellos sin vender a los gobiernos europeos o la presión de las industrias y las opiniones públicas” de las naciones europeas, dice a este medio de comunicación Nicolas de Pedro, investigador sénior y experto en el este europeo del Institute for Statecraft, un think tank dedicado a estudios internacionales con sede en Londres.
No todos los países del 'viejo continente' se verían afectados del mismo modo ante ese eventual cierre. Hay países que tienen mucho más que temer que otros en la UE. Son a excepción, sin embargo, los que en su mix energético el gas ruso tiene un peso menor o igual al 10%.
España se mueve precisamente cerca de ese porcentaje, con un 10,5% de gas importado a Rusia en 2020, según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores), una entidad que opera bajo la tutela del Gobierno español. En una situación similar están Los Países Bajos o Rumanía, que importaron respectivamente un 11% y un 10% de gas ruso, según las cuentas de 2020 que ofrece el portal de estadística Statista.
Sin embargo, en otros puntos del este, el centro y el norte de Europa se observan unos niveles de dependencia del gas ruso que están en las antípodas de la situación española, holandesa y rumana. Por ejemplo Finlandia y Letonia compran, respectivamente, el 94% y 93% de su gas natural a Rusia. Otro país báltico, Estonia, y Bulgaria, en la frontera este de la UE, los porcentajes son del 79% y 77%, de acuerdo con Statista
Alemania, el mayor cliente de Gazprom
En las gráficas de dicho servicio de estadística también figuran importando de Rusia más de la mitad del gas que consumen un buen puñado de países de Centroeuropa. A saber, Eslovaquia (70%), República Checa (66%) y Austria (64%).
Pese a los altos niveles de dependencia de los que hablan esos porcentajes, es Alemania, la cuarta economía del mundo y la mayor de la UE con sus buenos 80 millones de habitantes, “el principal cliente de Gazprom”. Así hacían alusión a Alemania recientemente en las páginas económicas del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung.
Gazprom es el nombre de la mayor empresa de Rusia, que no en vano es una compañía dedicada mayormente a la explotación de gas natural. En 2020, según el citado periódico de Fráncfort, Alemania compró 46.000 millones de metros cúbicos de gas a Gazprom.
Del país ahora en manos del canciller socialdemócrata Olaf Scholz, se espera que siga exportando grandes cantidades de gas ruso. Entre otras cosas, porque esa fuente de energía es una de las claves para poder lanzar la transformación ecológica que aquí llaman “descarbonización” Es más, el gas natural – incluido el de Rusia –, al igual que la energía nuclear, son fundamentales en los planes energéticos de la presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen.
La presidenta de la Comisión Europea defiende ahora en Bruselas a la energía atómica y al gas como “energías verdes”, algo que está en las antípodas de lo que se piensa en su país, sobre todo en lo que respecta a las centrales nucleares
— NIUS (@NiusDiario) 9 de enero de 2022
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El Nord Stream 2, un criticado gasoducto entre Alemania y Rusia
El polémico y ahora en entredicho gasoducto Nord Stream 2 – Scholz amenazaba esta semana con cortarlo en caso de invasión rusa a Ucrania – está pensado para abastecer en periodo de “descarbonización” a Alemania, y en parte también a Europa. El Nord Stream 2, a diferencia del gasoducto que trae gas ruso a través de Ucrania, une directamente a través del mar Báltico a Alemania y a Rusia.
Ese proyecto, criticado por buena parte de los socios europeos, algunos tan importantes como Francia o Polonia, también ha estado en el punto de mira de Estados Unidos. En el país de Joe Biden, una de las pocas cuestiones en las que demócratas y republicanos están unidos es en la crítica a ese proyecto.
En el este europeo, el Nord Stream 2 tampoco cuenta con grandes defensores. Polonia es un conspicuo enemigo de ese gasoducto. En Varsovia, desde el Gobierno polaco se ha llegado a catalogar el proyecto de “nefasto”.
Dependencia del gas ruso, también en el este europeo
La relación de Polonia con Rusia es harto compleja por infinidad de motivos históricos pasados y recientes. Pero, aún así, Polonia se encuentra en el grupo de países que importan a Rusia del orden del 40% del gas que consumen, según las cuentas de Statista. También figuran en ese grupo Lituania (41%), Hungría (40%) y Eslovenia (40%).
A la luz de datos como estos, el diario económico alemán Handelsblatt afirma en su edición de este fin de semana en un gran reportaje en el que se considera a Putin “un riesgo para el mundo”, el gas ruso aparece descrito como “insustituible”, al menos a corto plazo.
Así lo ha dejado dicho en un evento organizado por ese periódico el responsable del gigante energético germano RWE, Markus Krebber. “El gas de Rusia no es, acorto plazo, insustituible”, según Krebber.
Con esto en mente, se puede entender mejor la siempre tendente posición alemana respecto a Rusia que consiste en querer dialogar con Putin, aún cuando desde hace semanas se amasan fuerzas militares rusas a las puertas de Ucrania y el escenario de una invasión ha dejado de ser una mera especulación. De hecho, según apuntaban ya a finales de año en su espacio de opinión de la agencia económica estadounidense Bloomberg, “la dependencia de Europa con el gas ruso limita las opciones de parar una invasión”.