La destrucción de Mariúpol, en tiempo real: ucranianos fuera de su país siguen por Telegram el asedio a la ciudad

La ciudad, de más de 400.000 habitantes, continúa asediada y sin vía de escape
Los medios ucranianos aseguran que ya hay más de mil personas muertas en Mariúpol
Los expatriados intentan dar con los suyos a través de las redes sociales y grupos de Telegram
Ucrania lo califica de "genocidio" y las imágenes de Mariúpol no muestran otra cosa. Tampoco los pocos testimonios que llegan de una ciudad que lleva más de una semana asediada y bombardeada. Sin electricidad, sin agua, sin alimentos, sin posiblidad de comunicarse..., sin nada. Solo con las bombas y el fuego de la artillería.
Olga Yatsyk sigue sin saber nada de los suyos, ni de sus padres ni de su abuela. "Estoy perdiendo la esperanza", cuenta esta periodista ucraniana a NIUS. Una situación similar a la Anfisa Motora, también periodista ucraniana, también en España y también sin noticias de su padre. El jueves, tal y como contó Anfisa al programa TEM, pudo hablar un momento con un amigo que vive a 10 kilómetros y le pidió que se acercara a casa de su progenitor. "A ver si trae buenas noticias", dijo.
Aunque las informaciones que llegan de Mariúpol no invitan al optimismo. Las imágenes tomadas por los satélites, comparando el antes y el después, no dejan lugar a dudas. La destrucción, en buena parte de la ciudad, es total. Los medios ucranianos informan ya de más de 1.000 personas muertas. Civiles que están siendo enterrados en fosas comunes, a las afueras de la ciudad. Cuerpos sin féretros, algunos en bolsas, otros cubiertos por sábanas que no aguantan la caída. Pero "debido al constante bombardeo de los rusos, es imposible hacer otra cosa", asegura Oleksandra Matviichuk (@avalaina), directora del Centro para las Libertades Civiles de Ucrania.


Como Olga y Anfisa, decenas de personas siguen pendientes de las redes sociales y de grupos de Telegram donde se comparte información prácticamente en directo de lo que está ocurriendo en Mariúpol. Con vídeos en los que se muestran edificios destruidos, imponentes socavones, con calles sembradas de escombros y vehículos todavía en llamas, mientras suenan los disparos y nuevas explosiones. Mariúpol, una ciudad devastada por una invasión en la que, por no respetar, no se respeta ni un hospital materno-infantil.
Por no quedar ya no quedan ni refugios donde ponerse a salvo. Tampoco es fácil dar con agua potable. La gente está utilizando la que queda en los circuitos de la calefacción o buscando alguna fuente que todavía permanezca en pie. Escasea también la comida, las tiendas hace días que no abren sus puertas, ni tan siquiera las farmacias. "Hay cadáveres por todas partes, la gente recoge leña, muebles, enciende fogatas cerca de las casas y cocina en la calle, las tiendas están saqueadas y algunas quemadas", cuentan en Telegram. "¡Dios!, ¿por qué no viene nadie a sacar a los civiles?", se lamentan.
La situación, advirtió Olexander, trabajador de Médicos Sin Fronteras, es desesperada. Ya lo era hace seis días y lo es aún más ahora que el asedio y los ataques no solo no han cesado, sino que se han incrementado.
Tal y como se aprecia en el vídeo, hay familias enteras atrapadas en esta ciudad. Con señoras mayores en shock, niños en calles en ruinas y edificios en llamas. Imágenes que se subían a la red, mientras los ministros de Exteriores ruso y ucraniano se reunían en Turquía para pactar un alto el fuego. "Vine aquí con un propósito humanitario, para salir de la reunión con la decisión de organizar un corredor humanitario hacia y desde Mariúpol", aseguró el representante ucraniano, Dmytró Ivánovich Kuleba, pero no pudo ser. Mariúpol sigue sin vía de escape.

Mariúpol es una ciudad portuaria situada a las orillas del mar de Azov, conocida como "la capital del acero". Un importante centro industrial y económico que, además, está situado estratégicamente entre los territorios prorrusos del norte y la anexionada península de Crimea. Un botín que Putin parece dispuesto a lograr a toda costa, aunque sea masacrando a sus más de 400.000 habitantes.
"Si los países de la OTAN se niegan a cerrar el cielo, la Cruz Roja debe abrir la tierra", pedía Anfisa Motora en su cuenta de Twitter. Corredores humanitarios para evacuar a los civiles, entre ellos, su padre. Su amigo ha conseguido encontrarle. "Muy deteriorado de salud, pero vivo". Buenas noticias en medio de la devastación de una guerra que, tal y como recuerda Anfisa, no solo mata con bombas, sino también de hambre y frío.