Draghi logra la investidura con los votos de casi todo el Parlamento italiano


El primer ministro italiano obtiene 535 votos a favor y 56 en contra en la Cámara de Diputados
Con la legitimidad parlamentaria en la mano, llega la hora de gobernar
Es tal el respeto que infunde Mario Draghi que hasta la oposición se ejecuta con bisturí. Garantizados los apoyos en el Parlamento, la mayor atención estaba en escuchar a la única que se queda fuera del Gobierno, la ultraderechista Giorgia Meloni, de Hermanos de Italia. Sus críticas ni siquiera fueron dirigidas al primer ministro, sino al equipo que lo rodea. “Denunciamos la hipocresía de quienes ayer aplaudían a Giuseppe Conte y hoy nos dicen que nos han liberado de él. Nosotros despedimos al Gobierno de los incapaces, pero muchos de ellos se sientan ahora con usted”, afirmó. Su partido fue el único que se posicionó en contra.
Draghi logró la investidura en la Cámara de Diputados con 535 votos a favor y 56 en contra. El día anterior había obtenido en el Senado 262 apoyos por sólo 40 ‘noes’. Únicamente el Gobierno técnico de Mario Monti consiguió en 2011 un mayor respaldo parlamentario en la historia reciente italiana. Aunque precisamente no es el gabinete que mejor recuerdo trae en el país. Draghi comienza, ya sí, a todos los efectos su mandato, con un respaldo que va desde los bancos colocados más a la izquierda del hemiciclo a la extrema derecha. De los partidos dependerá que haya más o menos ruido, aunque el expresidente del BCE reinará bajo una especie de mando único en el que los políticos tendrán escaso poder de decisión.
De momento, de esa nueva alianza entre tecnócratas y partidos surgen ya algunas heridas. El Movimiento 5 Estrellas (M5E), el ganador de las últimas elecciones, se presenta como el mayor perdedor de esta jugada. Bajo el mando de su fundador, Beppe Grillo, el partido decidió apoyar a Draghi y entrar en el Ejecutivo. Sin embargo, un sector rechazó la postura de la cúpula y anunció que se mantendría al margen. La rebelión se tradujo en 15 votos en contra en el Senado y otros 16 en la Cámara. La dirección ya ha comunicado que los rebeldes quedan expulsados con efecto inmediato.
En menos de tres años el M5E ha pasado de prometer que no se mezclaría con ninguna otra fuerza política a haber gobernado casi con todo el arco parlamentario, incluidos Silvio Berlusconi y Matteo Renzi, considerados sus némesis. En medio ganaron unas elecciones, formaron un Gobierno nacional populista con la Liga, cambiaron a estos por los socialdemócratas, perdieron a un primer ministro elegido por ellos y quedaron diluidos en un gabinete de concentración. El Cinco Estrellas lleva un año en situación de interinidad, por lo que deben convocar pronto un congreso para renovar el liderazgo. Para entonces es posible que el partido haya sufrido la primera escisión de su historia.
La pandemia vuelve al centro
Ellos sufren las mayores heridas de la operación Draghi. En el resto de partidos las divisiones internas, que las hay, han quedado aplacadas o retrasadas para otra ocasión. El coro de aduladores sigue festejando cada paso del primer ministro como una nueva hazaña. Tras su discurso de investidura en el Senado, en la Cámara se limitó a utilizar su turno de réplica para responder a algunas cuestiones técnicas de su Administración. Recibió aplausos desde los escaños a los argumentos más grises. Y pareció incluso extrañarse por el ambiente reinante en el lugar al que había llegado.
Las prometidas reformas quedan para el medio plazo. Lo más urgente en Italia vuelve a ser la gestión de la pandemia, que había quedado relegada tras más de un mes desde que se abrió la crisis de Gobierno. Aunque la incidencia es relativamente baja -270 casos por cada 100.000 habitantes-, distintas variantes del virus se extienden por el país. Algunos virólogos han pedido un nuevo confinamiento total, aunque en los planes de Draghi de momento sólo se plantea ampliar las restricciones en las regiones más afectadas.