La Unión Europea diseña un escudo contra el efecto boomerang de las sanciones a Rusia


Los gobiernos llevan días pidiendo manga ancha a la Comisión Europea
Más de 300.000 millones de dólares, prácticamente la mitad, de las reservas del Banco Central Ruso están bloqueadas
Las sanciones económicas y financieras a Rusia están teniendo un efecto inmediato y brutal sobre su economía: Más de 300.000 millones de dólares, prácticamente la mitad, de las reservas del Banco Central Ruso están bloqueadas. La Bolsa de Moscú no abre y los síntomas que apuntan a un corralito se suceden (limitación de la cantidad de dinero que se puede sacar del país, filas en los cajeros automáticos y amenaza de impago de la deuda). El daño es inmediato pero en días empezará a crecer el efecto boomerang y, aún a menor medida, empezarán a afectar a sectores enteros de la economía europea.
Los ministros de Economía y Finanzas ya trabajan, con la Comisión Europea, para que los líderes puedan aprobar en su cumbre de Versalles de la próxima semana un paquete de medidas que funcione como un escudo por ejemplo para proteger a las economías de la subida de los precios de la energía y de las probables represalias del Kremlin.
Los gobiernos llevan días pidiendo manga ancha a la Comisión Europea. El primer ministro belga Alexander De Croo dijo ayer que “en una situación de sanciones y contra-sanciones, eso tendrá un impacto” en la economía. Y pidió que “a nivel europeo pedimos a la Comisión que desarrolle un paquete de medidas que limiten ese impacto”.
El italiano Mario Draghi, dijo el martes que “la guerra tendrá consecuencias en los precios de la energía, a las que tendremos que hacer frente con medidas de apoyo a empresas y familias. Es apropiado que la Unión Europea las facilite para evitar que repercuta excesivamente en la recuperación”.
El Gobierno español es de la misma idea. Teresa Ribera lleva meses pidiendo que, para evitar la subida inclemente de los precios de la energía, la Comisión Europea acepte desacoplar el gas, que es el que más tira hacia arriba de los precios. La idea, que apoyaban pocos gobiernos, va creciendo con la suma de otros, como Bélgica esta semana.
El paquete que se está preparando tiene tres patas:
1. Más flexibilidad en las ayudas de Estado a empresas. El ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, dijo el miércoles en Bruselas que “a corto plazo hemos trabajado con la Comisión Europea, en particular con Margrethe Vestager (comisaria de Competencia, responsable de Ayudas de Estado) para poder apoyarnos en ayudas de Estado o préstamos especiales a empresas”. La idea es ayudar prioritariamente a las empresas más expuestas porque usan mucho gas o porque están expuestas a más competencia desde terceros países. El precedente existe en las ayudas de Estado aprobadas para hacer frente a la pandemia. Los gobiernos podrían, con condiciones, ayudar a las empresas directamente afectadas por la guerra. Bruselas aprobaría las ayudas por la vía de urgencia.
🔴DIRECT | #PFUE2022 | Conférence de presse #Ecofin par @BrunoLeMaire et @VDombrovskis https://t.co/gXEC2LkNnq
— Ministère Économie, Finances, Souveraineté (@Economie_Gouv) 2 de marzo de 2022
2. La segunda pata sería cambiar los fines de la parte de préstamos de los nuevos fondos europeos. Bruselas constata que apenas se están usando (sólo los ha pedido Italia) porque todos los gobiernos van pidiendo únicamente de la parte de transferencias. La idea sería que ese dinero pudiera dirigirse principalmente a hacer de escudo también contra la subida de los precios de la energía y a acelerar el desarrollo de infraestructuras energéticas necesarias para reducir la dependencia de los hidrocarburos rusos, como la construcción de nuevos gasoductos (uno, prioritaria, sería entre España y Francia) o de plantas de regasificación de gas. Alemania, por ejemplo, no tiene ninguna. Ese entramado funcionaría igual y los gobiernos tendrían que presentar proyectos que aprobara tanto la Comisión Europea como los ministros de Economía.
3. La tercera idea sería más excepcional y está en pañales. Se trataría de que la Comisión emitiera más deuda de lo previsto para financiar directamente las necesidades de los Estados. Los tratados europeos permiten esa opción “bajo circunstancias excepcionales y fuera de su control”. Como una guerra. Esta pata sería la más complicado de aprobar y llevaría más negociaciones y por lo tanto más tiempo porque es la única de las tres que conllevaría nuevas emisiones de deuda a nivel europeo.