Francia ante la cita electoral decisiva para la supervivencia del partido Socialista francés

El partido de Savary, Mitterrand, Jospin, Fabius u Hollande está a punto de desaparecer
Desde 1969, con la refundación del Partido Socialista francés nunca antes estuvo tan cerca del abismo. Este domingo la alcaldesa de Paris, descendiente de españoles, Anne Marie Hidalgo podría obtener el resultado que de la puntilla definitiva al histórico partido. Las encuestas le dan un 2% de los votos. Marginal es poco.
Este domingo Francia se juega mucho: la continuidad de Macron, la consolidación de la extrema derecha de Le Pen, y el resurgir de la extrema izquierda de Melenchon.
Más allá de que Macron repita como presidente en la segunda vuelta, que es lo que todas las encuestas vaticinan el hecho del cambio sociológico en Francia en la última década es extraordinario. Francia, cuna de la revolución contra el establishment es, de facto el país más conservador de Europa de entre los grandes.
🇫🇷🗳El domingo se celebra la primera vuelta de las elecciones en Francia y así están las encuestas:
— The Political Room (@Political_Room) April 7, 2022
Macron continúa líder pese al impulso de Le Pen mientras que Melenchon se coloca como el candidato favorito de la izquierda.
Macron y Le Pen pasarían a segunda vuelta. pic.twitter.com/wHshUs0s4I
Y lo es porque la "tercera vía" sin estructura, sin partido, sin implantación en las ciudades y pueblos que representa Emmanuel Macron se ha comido al histórico partido Socialista francés y lo más llamativo, ha convertido a sus votantes en centristas-conservadores. Macron ha dado la puntilla al partido que gobernó durante las legislaturas de 1981-1986, 1988-1993, 1997-2002 y 2012-2017.
El partido de Savary, Mitterrand, Jospin, Fabius u Hollande está a punto de desaparecer. La extrema izquierda francesa, insumisa e identitaria representada por Melenchon recoge los restos del socialismo extremo y el comunismo, mientras que Le Pen se consolida en la extrema derecha con el voto conservador y muy conservador.
Inflación, chalecos amarillos e identidad nacional a las urnas
Los principales temas que están en la cabeza de los votantes tienen que ver con la identidad nacional y la inmigración. Macron se enfrentó directamente al mundo musulmán asegurando que Francia es un país laico, y que los inmigrantes (musulmanes) tenían que asumirlo o no serían aceptados. Las declaraciones supusieron la quema de miles de fotografías de Macron en todo el Mundo Arabe, pero conquistó al centro derecha francés.
Además de apuntalar la "identidad francesa", Macron se lanzó contra las políticas identitarias. Prohibió el lenguaje inclusivo en los colegios y en los libros de texto, y se ha mostrado inflexible con trasladar las políticas de género más allá de la defensa de los derechos de todos los franceses independientemente de su orientación sexual. Otro guiño a la derecha y a los conservadores. Los socialistas, que habían apostado por este tipo de políticas se quedaron, de repente, sin votantes. La gran mayoría de los socialistas moderados franceses estaban de acuerdo con las políticas de género de Macron.
Luego vendría la crisis económica post-pandémica, la invasión de Ucrania y el efecto directo en los bolsillos de los franceses. Unos votantes que, muy enfadados y de forma transversal estuvieron casi dos años manifestándose por toda Francia bajo el paraguas de los "chalecos amarillos". El movimiento comenzó con miles de transportistas enfadados por los radares que imponían multas a su juicio "abusivas" en las autopistas francesas. De las autopistas al campo, luego a las empresas y a los suburbios de las grandes ciudades, el movimiento se enfrentó directamente al Elíseo. A Macron "le salvó" la pandemia y los confinamientos, pero el mar de fondo veremos en que se traduce este domingo.
Pero, cuando la recuperación post-pandémica estaba más cerca que nunca estalló la invasión de Ucrania. Y llegó la inflación desbocada - también a Francia- y la pérdida de poder adquisitivo de los franceses. En el frente diplomático, Emmanuel Macron aplasta a sus competidores. Los socialistas no han tenido posición.
Decía el diario Le Parisien en 2016 que "el Partido Socialista ya no sabe con qué pie bailar, multiplicando los desniveles, incluso los grandes desniveles. Navegando entre un social-liberalismo encarnado por Manuel Valls y su ministro de Economía, Emmanuel Macron, y un socialismo azucarero puro defendido con uñas y dientes por votantes en busca de un ideal perdido".
Fue en 2020 cuando el titular saltó a todos los medios de comunicación: según una encuesta encargada por FranceInfo, dos de cada tres franceses creen que el partido Socialista va a desaparecer.
Este domingo veremos si realmente el Partido Socialista francés aguanta el tirón o si se inicia el proceso de transformación y disolución.