Francia se prepara para el tercer asalto: las legislativas que marcarán el nuevo mandato de Macron


El país se prepara para una nueva batalla, unos comicios parlamentarios que los candidatos ven como "una tercera vuelta"
Macron se enfrenta, tras su reelección, al reto de intentar renovar la mayoría en la Asamblea Nacional
Las elecciones reflejan una Francia polarizada y fragmentada
"Lo más duro comienza mañana", titulaba Le Journal du Dimanche tras conocerse la victoria de Emmanuel Macron (58% de los votos en segunda vuelta) frente a su rival, la ultraderechista Marine Le Pen (41%). Macron ha conseguido ser reelegido presidente, pero ahora tiene ante sí el complicado desafío de gobernar un país polarizado, fracturado, en el que la extrema derecha ha logrado un respaldo histórico y la abstención -reflejo de la desafección política- ha alcanzado el nivel más alto de los últimos 50 años (un 28%).
Ahora es clave el siguiente asalto: las elecciones legislativas del próximo junio. Macron tiene el reto de revalidar la mayoría en la Asamblea Nacional. Eso es algo que, debido a la gran fragmentación política, pende de un hilo; pero no conseguirlo dificultaría un quinquenio ya de por sí complejo. Hace cinco años, Macron logró esa mayoría en las legislativas celebradas un mes después de ser elegido presidente. Obtuvo 308 de los 577 diputados de la Asamblea. El partido de Le Pen consiguió solo ocho y Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, 17 escaños.
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"La tercera vuelta" y la gestión del malestar
En la batalla de esa "tercera vuelta" (que se celebrará el 12 y el 19 de junio) los grandes rivales de Macron serán Le Pen y el izquierdista Mélenchon. Ambos ya se han lanzado a la campaña. El mismo domingo, nada más conocerse los resultados de las presidenciales, la líder de Agrupación Nacional afirmaba: "La partida no ha terminado". "La tercera vuelta comienza hoy", proclamaba Mélenchon. En ese puzzle político, habrá que ver también qué papel juegan los partidos tradicionales -Los Republicanos y el Partido Socialista- tras su debacle en las presidenciales.
Mientras las mayoría de los socios europeos respiran aliviados por su elección, Macron tendrá que gestionar la rabia y el malestar que dentro de casa han evidenciado estos comicios; consciente de que muchos de los votos que ha conseguido fueron contra Le Pen, no a favor de su gestión.

También su mensaje en su discurso tras la victoria apuntaba a las elecciones de junio. Macron (quien genera un fuerte rechazo entre una parte de la población que le percibe como elitista y arrogante) asegura haber entendido el mensaje y promete "una nueva etapa". Por un lado, ha reconocido haber recibido muchas papeletas prestadas de quienes han querido frenar a la extrema derecha ("esos votos me obligan", ha dicho); por otro, ha afirmado que "la cólera que les llevó (a los franceses) a votar a Le Pen debe tener respuesta". Hace cinco años se propuso que los ciudadanos ya no tuvieran "ningún motivo para votar a los extremos"· No lo ha conseguido.
Macron ha recalcado que "quiere ser el presidente de todos los franceses". Aunque los "años por venir, seguro, no serán tranquilos", ha dicho. "El país atraviesa una fuerte crisis", ha reconocido también el primer ministro, Jean Castex.
Según una encuesta de Ipsos-Sopra Steria, el 42% de los votantes de Mélenchon en primera ronda votaron en la segunda por Macron. Un 17% lo hicieron por Le Pen. Esta ha obtenido un gran respaldo en la Francia rural donde se ha impuesto claramente. Macron, por su parte, lo ha hecho en las grandes ciudades (con un 85% de los votos en París, por ejemplo). Los territorios de ultramar han sido para Le Pen, con más del 60% de los votos. La fractura demográfica es evidente.
Expectativas y tensiones
El presidente de la República concentra los mayores poderes en Francia. Es el encargado de nombrar al primer ministro (suele hacerlo según las mayorías parlamentarias) y también puede destituirlo. Preside el Consejo de ministros, promulga las leyes, puede someter un proyecto de ley a referendo o disolver la Asamblea Nacional.
Los candidatos hacen cálculos. El izquierdista Mélenchon ambiciona una cohabitación con él de primer ministro. Considera que si los partidos de izquierda se unen (aglutinando también al malparado electorado socialista), pueden lograr una mayoría en el Parlamento que llevaría a Macron a tener que designarle primer ministro.

Le Pen espera sumar los votos de Reconquista, el partido del ultraderechista xenófobo Zemmour, quien tras el resultado electoral del domingo no dudó en cuestionar el liderazgo de la líder de Agrupación Nacional.
En esta radiografía del presente y el futuro de Francia, el presidente deberá lidiar con las tensiones sociales y la brecha de una parte de la población que no se siente representada o que se considera abandonada por una globalización extrema.
Él ha prometido ahora escuchar a los interlocutores sociales que se sintieron marginados en su primera mandato. Y tiene previsto aprobar en verano "una ley excepcional de poder adquisitivo". En este contexto, lidia con el impacto económico de la guerra y la pandemia. Según medios franceses, algunos ministros temen un estallido social en las calles ante una de sus medidas más controvertidas: elevar la edad de jubilación de 62 a 65 años.
El diario Le Monde se hacía esta pregunta ante el complejo reto del presidente: "¿Cómo "hacer realidad" un proyecto que Emmanuel Macron quiere que sea a la vez "humanista", "republicano", "social", "ecológico", "basado en el trabajo y la creación", y que pretende promover la "independencia de nuestro país" mientras promociona Europa?".