La guerra va para largo: Putin no anuncia ni victoria ni escalada bélica en su discurso de la plaza Roja


Putin dedica el Día de la Victoria a justificar la ofensiva en Ucrania sin dejar pistas sobre sus planes para un final del conflicto
Rusia afronta una 'guerra de posición' con protagonismo de la artillería y los drones
Una guerra de larga duración cronificará la escalada de precios y el desabastecimiento de determinados productos en Europa
El esperado Día de la Victoria de Rusia -la "fecha más sagrada para los rusos"- llena de interrogantes el futuro de la invasión de Ucrania. Si algo pesó en el discurso del presidente Vladimir Putin en la plaza Roja de Moscú fue todo aquello que no dijo. Ni una mención expresa a Ucrania o a sus planes sobre la 'operación militar especial" iniciada el 24 de febrero. Tampoco avanzó una escalada militar ni declaró formalmente la guerra, una opción que le permitiría movilizar más tropas, reservistas o forzar reclutamientos.
Tras 75 días atrapado en el avispero de Ucrania, los silencios de Putin auguran una guerra larga y costosa en vidas y en dinero, no sólo para Rusia sino para el resto de Europa, que podría lidiar durante meses con el lastre de la inflación, los precios del combustible y los problemas de suministros.
No olvidar el 'frente ruso'
Putin libra un guerra con dos frentes: uno en Ucrania, "una guerra en territorio interno", según su relato. El otro se libra en la opinión pública rusa; Putin debe mantener unidos a los rusos que en definitiva ponen los muertos y ya sufren las consecuencias de las sanciones internacionales. A ellos les dijo que "todos los planes se están cumpliendo. Se lograrán los resultados, no hay duda alguna sobre ello".
Frente al Mausoleo de Lenin, Putin desplegó su retórica patriótica para expresar la inevitabilidad de la invasión tras agotar todas las vías de diálogo: Estados Unidos y otros países de la OTAN habían enviado “las armas más modernas” y “cientos de asesores extranjeros” a Ucrania, lo que amenazaba a su propio país, dijo.
"Estaban en marcha, abiertamente, los preparativos de otra operación punitiva en Donbás, para una invasión de nuestras tierras históricas, incluida Crimea. En Kiev anunciaron la posible adquisición de armas nucleares", añadió.
Guerra del siglo XXI con armas del siglo XX
Diversos analistas consideran que Putin ha agotado ya sus planes A y B en Ucrania. BBC recuerda que desde 2008, los éxitos militares del Kremlin -en Ucrania durante 2014, Georgia, Libia, Siria o Mali- se han basado en el uso de tropas de élite, mercenarios y milicias locales apoyadas por la aviación. Ese esquema no ha funcionado en Ucrania.
El analista ruso Mijaíl Jodarénok se pregunta si tiene sentido luchar en una guerra del siglo XXI con armas del siglo XX. La imagen de cientos de blindados rusos convertidos en chatarra en las cunetas ucranianas cuestiona la solvencia del armamento con el que Moscú ha jugado sus bazas en Ucrania.
“Si formamos una nueva división blindada, estará lista como mínimo en 90 días y no tendrá armas modernas porque simplemente no contamos con equipamiento actual en nuestras reservas. Enviar tropas con armas de ayer a una guerra del siglo XXI, para luchar contra el armamento de la OTAN, no sería lo más correcto”, dijo Joderénok.
Por el contrario, Occidente -en especial Estados Unidos- está inyectando miles de millones de euros en ayuda militar cada vez más sofisticada y destructiva para las fuerzas armadas ucranianas.
Planes A,B y C
El plan inicial del Kremlin en Ucrania consistía en neutralizar al Gobierno de Volodimir Zelenski en Kiev antes de que las fuerzas ucranianas y el resto del mundo pudieran reaccionar. No funcionó.
La invasión iniciada el 24 de febrero implicaba un despliegue militar a gran escala con blindados e infantería para cercar Kiev y otras ciudades como Chernígov, Járkov, Donetsk, Mariúpol o Mykolaiv. Esta opción también ha fallado, víctima de infinidad de emboscadas. Sólo Jérson está bajo dominio ruso y Mariúpol no acaba de caer, con la acería Azovstal convertida en símbolo de la resistencia.
Rusia está ahora en el Plan C: centrarse en el Donbás y el puerto de Odesa. Y recurre a una guerra de posiciones en la que los drones y la artillería hacen el trabajo de desgaste, aunque para ello sacrifique precisión y cause incontables daños colaterales, como el bombardeo de este fin de semana sobre una escuela de Lugansk, con 60 civiles muertos. En esta fase de la guerra, se destruye, pero no se ocupa territorio ni se consolidan las conquistas.
Putin, ¿perdedor?
Putin no puede aparecer como un perdedor en esta guerra, pese al "brillo de desesperación" que ve en él el secretario de Defensa del Reino Unido, Ben Wallace. Sin embargo, nada indica que la invasión pueda acabar antes del otoño. En ese caso, el Kremlin tendrá difícil justificar el alto coste de la contienda. La situación será todavía más compleja si en estos meses pierden posiciones. Pero incluso si ganan terreno, se las verán con el reto nada sencillo de conservar el territorio conquistado.
¿Cómo afectarán las sanciones de occidente a Rusia? Ese desgaste, difícil de medir, también podría ser determinante.
En la recámara queda la amenaza nuclear, que Rusia ha supeditado hasta ahora a una "amenaza existencial" a su territorio. Fuentes de la CIA citadas por Financial Times no ven "evidencias" de que Moscú pueda activar el botón nuclear, pero apuntan que esa posibilidad nunca puede "tomarse a la ligera".
¿Aceptaría Putin una solución dialogada a la guerra? Este lunes, reiteraba que aprovechará "la más mínima oportunidad" para resolver la guerra "por medios pacíficos". Su asesor Vladimir Medinski ha recordado que las negociaciones telemáticas con Kiev siguen adelante.