La hostelera italiana símbolo de la crisis: “Nos han abandonado”


Camilla Moccia, de 22 años y dueña de un restaurante, representa la crisis actual del sector
Ante los nuevos confinamientos, pide que les dejen reabrir, no ayudas del Gobierno
Las diferentes edades de la pandemia se han convertido en una fábrica de símbolos, ningún momento sin su imagen. En Italia, uno de los primeros iconos fue una enfermera abatida tras una interminable jornada laboral. Después llegaron los balcones, las plazas desiertas, los camiones militares transportando féretros, las colas de ambulancias, los enfermeros recibiendo oxígeno a las puertas de los hospitales. La última fotografía representa el hundimiento económico, una de las secuelas de la covid que perdurará más allá de las vacunas. La protagoniza Camilla Moccia, una joven hostelera de 22 años, propietaria de un restaurante en el litoral romano.
El día había amanecido torcido. Las nubes espantaban a quienes pudieran pensar en acercarse a la costa para disfrutar de una comida con vistas al mar. Faltaban un par de días para un nuevo confinamiento y la agenda de las reservas estaba en blanco. “Era un momento crítico, en un día muy feo. Me senté en la cocina, donde solemos comer los cocineros, y por primera vez me vino a la cabeza que no abriríamos más. Me derrumbé”, cuenta Camilla al teléfono. Con el móvil en los pies, se apoyó en un horno y metió la cabeza entre las rodillas. Su madre fue la responsable de inmortalizar la escena. La subió a su cuenta de Facebook y en unos minutos circulaba por miles de teléfonos italianos.
Eh già, purtroppo sono io😅 Mi chiamo Camilla, ho 22 anni e sono la proprietaria de Il Bistrot della Pasticciona. L’ho aperto con tanti sacrifici e giuro che non mollerò, nonostante tutto💪🏼 pic.twitter.com/ZvrhnhTdEQ
— Camilla Moccia (@moccia_camilla) March 16, 2021
Un par de días más tarde, la imagen estaba en las portadas de los periódicos. Las televisiones acudieron a Ostia, a unos 30 kilómetros de Roma, donde está el ‘Bistrot della Pasticciona’. En mayo de 2019, Camilla abrió el restaurante. Había estudiado en una escuela de hostelería, pasó por un par de cocinas, pero tenía claro que su intención era abrir su propio negocio. Contó con la ayuda de su madre, que trabajaba en una guardería, y su padre, dueño de una empresa de reformas. Ahora los tres son los únicos empleados del ‘bistrot’, un negocio familiar.
Un buen domingo de los de antes la caja podía registrar unos 1.100 o 1.200 euros. En los últimos meses, raro es el día que han pasado de 150. “Cerramos con el primer confinamiento, cuando todos teníamos miedo; pudimos trabajar un poco durante el verano, pero enseguida llegó octubre y nos obligaron a cerrar a las 6 de la tarde. En Navidades, nuevos confinamientos, y ahora de nuevo lo mismo”, repasa Camilla. Desde que todo comenzó, afirma que han recibido 4.000 euros de ayudas a fondo perdido, “lo que no da ni para dos meses de alquiler”.
“Hemos sido abandonados. Pero no sólo nosotros, también los propietarios de otras actividades, como los gimnasios, a los que les cerraron sin ofrecerles una perspectiva futura. No me podía esperar que un año después volveríamos a lo mismo, condenándonos a morir. No pedimos más ayudas, sino que nos dejen trabajar, con las restricciones que hagan falta”, reclama. En los últimos cinco meses los restaurantes han podido dar comidas, pero a partir de las 6 sólo se les permite servir para llevar en las zonas con menor índice de contagios. En las regiones con riesgo medio o alto, como ocurre ahora con toda Italia salvo Cerdeña, directamente se tienen que limitar a la entrega a domicilio.
Disputas políticas por las ayudas
Camilla no sólo representa la caída de un sector. También las dificultades para los pequeños negocios que habían abierto poco antes de la pandemia y para los jóvenes emprendedores, en un país con una intrincada maquinaria burocrática. Además de los medios, los políticos captaron la señal. La ultraderechista Giorgia Meloni, cuyo partido Hermanos de Italia es el único en la oposición, compartió la foto de Camilla en sus redes sociales.
La disperazione di questa ristoratrice è l’emblema di tutte le attività che da un anno sono abbandonate dallo Stato.
— Giorgia Meloni 🇮🇹 ن (@GiorgiaMeloni) March 14, 2021
A Pasqua, come a Natale, il settore della ristorazione resta in ginocchio e provo sdegno perché qualcosa in più si poteva e doveva fare. Tutto ciò è intollerabile. pic.twitter.com/fgQo9GMf67
La hostelera se mantiene al margen, aunque afirma que no se considera “utilizada por la política”. “He recibido cientos de mensajes de otros pequeños empresarios, me siento un poco portavoz de ellos. Sólo espero que sirva para que todos entiendan que, además de la pandemia, hay todo un tejido económico que está desapareciendo”, sostiene.
El nuevo confinamiento comenzó el pasado lunes y se extenderá al menos dos semanas, en función de la evolución epidemiológica. Aún así, en Semana Santa el Gobierno de Mario Draghi mantendrá todo cerrado, como ya hizo en Navidad el anterior Ejecutivo de Giuseppe Conte. Meloni, ultraconservadora, romana y espectadora atenta de estas realidades de periferia, no deja pasar estas oportunidades. El gabinete de Draghi tiene previsto aprobar nuevas ayudas directas, que podrían sobrepasar los 9.000 millones, pero con el cambio de Gobierno el decreto se estancó. La fotografía del estado actual de la crisis es la de Camilla Moccia.