Italia elige un mal momento para entrar en su estado natural

El vacío de poder se produce en mitad de la pandemia y a la espera de los fondos europeos
Los italianos no logran entender los motivos de una crisis evitable
Con la crisis abierta por Matteo Renzi, Italia entra en su estado natural. El país ha tenido 66 gobiernos desde la Segunda Guerra Mundial, con una duración media de un año y un par de meses. La táctica habitual es que dos o tres veces por legislatura se da la vuelta al gabinete, cambian los aliados y el Ejecutivo toma impulso. Giuseppe Conte se convirtió en primer ministro en junio de 2018 y recibió un segundo encargo en septiembre de 2019. Es decir, que con el contador en la mano, ya venía tocando.
El problema, que quizás no hayan visto quienes asumen que la política italiana es así, está en el contexto. El país no sólo registra el mayor número de muertos por la pandemia de toda la UE -sólo Reino Unido lo supera en Europa-, sino que en pocos meses deberá recibir la mayor dotación del cuantioso plan de recuperación europeo. Italia es el primer receptor con 209.000 millones. Una suma que desde las instituciones temen que se ponga en riesgo ante un nuevo y evitable episodio de inestabilidad.
Por eso, el verdadero garante de que este país siga en pie, el presidente de la República, Sergio Mattarella, ha tratado por todos los medios de que no se desencadenara la crisis. No lo ha conseguido, pero al menos ha logrado arrancar un pacto para que el plan para la gestión de los fondos europeos vea la luz a pesar de las luchas partidistas.
Y ahí estaba el origen del desafío de Renzi, en el documento presentado por Conte para administrar esos recursos. Pero cuando el primer ministro rectificó su propuesta, a Renzi tampoco le ha valido. Ahora condena que el primer ministro gobierna por decreto y que no se han escuchado sus recomendaciones. Ese es el fondo de la cuestión, que Renzi, socio minoritario de la coalición, no admite ser convidado de piedra de la coalición. Ha visto la debilidad de Conte y ha decidido sacar su admiración por Maquiavelo a relucir.
Para mayor enredo, ahora afirma que podría volver a apoyar a Conte si éste presenta un programa de Gobierno acorde con sus intereses. Dice actuar por el bien común, pero un sondeo de ‘Il Corriere della Sera’ refleja la desafección de la ciudadanía con sus políticos. La mitad de los encuestados reconoce que no entiende los motivos de la crisis de Gobierno y un 73% cree que Renzi actúa por sus propios intereses. Mientras, otro estudio de ‘La Stampa’ revela que sólo un 5,3% de los italianos ha seguido con interés el culebrón.
¿Y ahora, qué?
La puerta abierta que deja Renzi tiene que ver precisamente con la urgencia del momento. El Parlamento debe aprobar en las próximas 48 horas un importante desvío presupuestario y nuevas restricciones por la pandemia que el causante de esta crisis va a apoyar. Por tanto, esas 48 horas sirven de plazo para remendar el desaguisado y hacer como si nada hubiera ocurrido.
Conte ha ofrecido su colaboración, a través de la “redacción de un nuevo programa de Gobierno, con la necesidad de un espíritu constructivo”. Esto es Italia y aquí no se puede descartar nada, pero parece complicado volver a lo de antes cuando una de las partes ha decidido echarse al monte. La alternativa para Conte sería dimitir y pedir un nuevo encargo de Gobierno para buscar en el grupo mixto los asientos vacíos que el partido de Renzi dejará en el Senado.
También podría recurrir a algunos sectores del partido de Silvio Berlusconi, el más moderado de las fuerzas de derechas, pero de momento en esa formación parecen ir de la mano con sus socios conservadores. Una hipotética ayuda sería, además, un salvavidas por el que Berlusconi pediría un alto precio.
La última de las opciones sin volver a las urnas sería un Gobierno técnico o de concentración, con una figura de reconocido prestigio al mando. El nombre recurrente es el de Mario Draghi, pero sería casi ilusorio pensar que el ex presidente del BCE quiera dilapidar su prestigio en este cenagal y que todos los partidos remaran en la misma dirección.
Elecciones improbables
El carácter democristiano del todavía primer ministro favorece la negociación, aunque no sólo se antoja complicada, sino que en caso de conseguirlo el Gobierno será aún más frágil de lo que ya era. Esto genera nuevas incertidumbres en Bruselas, donde el actual Ejecutivo formado por los socialdemócratas del PD y el camaleónico Movimiento 5 Estrellas (M5E) se había presentado como un elemento fiable tras la pésima relación entre la UE y el anterior gabinete formado por la ultraderechista Liga y el propio M5E.
Unas elecciones anticipadas le darían una segunda vida al líder de la Liga, Matteo Salvini, cuando su ascendencia parecía en declive. Por eso, parece muy improbable que los actuales miembros del Gobierno no encuentren una mayoría alternativa y haya que ir a elecciones. La oposición de derechas, que se presenta en coalición, ha pedido rápidamente volver a las urnas. Los próximos días Italia vivirá instalada en un ir y venir de negociaciones, su estado natural, ajena a lo que pasa fuera.