Italia pisa el freno y anuncia medidas muy suaves contra el virus


Los bares en los que se consuma de pie deberán cerrar a las 6 de la tarde
El impacto de las restricciones tiene un alcance muy limitado pese al rápido incremento de casos
El Gobierno italiano cambia el paso. Si durante la primera ola presumió de haber adoptado un confinamiento muy duro y argumentó que ésta era la razón por la que entró más tarde en este segundo coletazo de la epidemia, ahora se mueve con pies de plomo. Las últimas restricciones anunciadas por el primer ministro, Giuseppe Conte, tienen un alcance muy limitado. “El país no se podría permitir un nuevo golpe a la economía, debemos actuar con proporcionalidad”, dijo.
No hay grandes novedades entre sus anuncios. Ahora los bares en los que se consuma de pie deberán cerrar a las 6 de la tarde y sólo podrán sentarse seis personas por mesa. Se da potestad a los alcaldes para que disuelvan las zonas concurridas a las 9 de la noche, se prohíben las fiestas locales -que apenas se celebraban-, también las competiciones deportivas de grupo a nivel amateur, las salas de apuestas deberán cerrar a las 21:00 horas y la entrada a institutos y universidades se realizará de forma escalonada. Pero hasta ahí.
En los días previos el Gobierno había lanzado globos sonda especulando con un posible toque de queda a las 10 de la noche, el cierre anticipado de bares y restaurantes -si tienen servicio de mesa pueden abrir hasta medianoche- o la clausura de gimnasios y piscinas. Nada de eso se ha producido. Llamó especialmente la atención la semana de gracia que Conte le ha dado a los gimnasios para que se adapten a las normativas, porque de lo contrario deberán cerrar. También insistió el primer ministro en potenciar el teletrabajo siempre que sea posible.
Las vías marcadas son dos: mantener los colegios abiertos y dañar lo menos posible la actividad productiva. Mientras que el objetivo final es sólo uno, evitar por todos los medios que haya un nuevo confinamiento generalizado. “La línea no puede ser la misma que en primavera”, subrayó el primer ministro, al tiempo que insistió en preservar “salud y economía”. Al mismo nivel. Y lo defendió argumentando que Italia ha contratado a más de 30.000 efectivos sanitarios, que ha doblado sus camas UCI y ha aumentado la capacidad de hacer test.
Rápido aumento de casos
El país está mejor preparado y los números le siguen otorgando cierto colchón. La incidencia en Italia en los últimos 14 días es de 132 casos por cada 100.000 habitantes, por los 312 de España o los 388 de Francia. Sin embargo, la situación en el país transalpino tampoco es nada tranquilizante. Ha ido marcando récord de contagios día tras día durante esta última semana -el último, 11.705-, la mayoría de las regiones tienen un índice de reproducción de la enfermedad elevado y los hospitales ya han entrado en problemas.
Ese aumento de la capacidad en las UCI del que habla Conte todavía no está operativo en muchas regiones y en alguna, como en Campania -la región de Nápoles-, los cuidados intensivos ya están al 70%. Las esperas para hacerse el test llegan, en ocasiones hasta las ocho horas, y aunque hagan más pruebas el país sigue estando por debajo de sus vecinos. Italia realiza 1,3 test por cada 1.000 habitantes por los 2,2 de España y cuando ha incrementado el número se han empezado a disparar los positivos.
Prueba de que el número de PCR es escasa lo da la elevada mortalidad, de un 9,1% -muy por encima que los países de su entorno-, lo que revela que hay muchos casos sin diagnosticar. Además, el rápido aumento de contagios impide ahora al país hacer un rastreo eficaz, que parecía ser una de las razones por las que Italia se había comportado mejor al principio de la segunda ola.
“Debemos ir paso a paso para estudiar el impacto de las medidas”, aseguró Conte. Sin embargo, las anteriores restricciones fueron aprobadas el pasado martes y quedaron obsoletas en apenas cinco días, con la actualización de este domingo. El primer ministro reconoció que “la situación es crítica”, pero sus decisiones parecen seguir otra dirección. La mayoría de los presidentes regionales, con los que hubo fuertes discusiones, también presionaron para que no se tomaran medidas que ahogaran aún más la economía.