El gasoducto de Putin en Alemania: una “deuda” por los crímenes nazis


Frank-Walter Steinmeier, presidente de Alemania, sorprende y causa enfado en países vecinos por su último argumento para justificar el Nord Stream 2
El Nord Stream 2, infraestructura en construcción que aspira a traer gas ruso directamente al suelo alemán, es un proyecto amenazado por sanciones estadounidenses que está mal visto por los socios europeos del este y hasta por un aliado clave para los intereses de Alemania como Francia.
La aversión internacional que produce este proyecto explica que hasta hace sólo unos días sus obras en el mar Báltico estuvieran paradas. Se estima que falta por acabar un escaso 6% de los trabajos de construcción del gasoducto, que totaliza 1.230 kilómetros de longitud.
Pero sanciones y amenazas de castigos procedentes de Washington y acalorados debates en Europa, especialmente por las críticas de países como Polonia, Estonia, Letonia, Lituania o Ucrania, han hecho que el ritmo de construcción no haya sido especialmente rápido.
Aún así, las autoridades alemanas defienden el proyecto porque, dicen, es económicamente razonable y rentable. Un consorcio de cinco empresas europeas ha invertido 5.000 millones de de euros en él. El coste total del Nord Stream 2 es de 10.000 millones de euros.
A los argumentos económicos, que incluyen no perder el dinero inyectado en la construcción de esta gran infraestructura energética, se añadía otro motivo polémico y hasta peregrino hace unos días desde la Presidencia de la República Federal de Alemania, en manos de Frank-Walter Steinmeier. A saber, que habría una supuesta deuda histórica de la Alemania de Angela Merkel con la Rusia de Vladimir Putin por los crímenes cometidos por el III Reich contra la Unión Soviética.
“El 22 de junio se cumple el 80º aniversario de la invasión alemana a la Unión Soviética. Más de 20 millones de personas de la antigua Unión Soviética fueron víctimas de la guerra”, respondía Steinmeier al ser preguntado sobre su posición respecto a la finalización del Nord Stream 2 en una reciente entrevista con el diario Rheinische Post.
Este político de destacado pasado socialdemócrata – fue candidato a canciller en 2009 del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) – reivindicaba la necesidad de tener en mente una amplia perspectiva a la hora de analizar la relación germano-rusa. Ante las criticas internacionales que causa el gasoducto, Steinmeier insistía: “para nosotros, los alemanes, hay una dimensión completamente diferente; cuando miramos hacia atrás, vemos a una historia muy agitada con Rusia”.
Entre otras cosas, estos comentarios han sido catalogados de “cuestionables argumentos históricos”. Así lo expresaba al menos el embajador de Ucrania en Berlín, Andrij Melnyk, en unas declaraciones recogidas por la prensa alemana. “Los comentarios del presidente Steinmeier nos llegan al fondo del corazón”, se lamentaba el diplomático ucraniano.
Marcel Dirsus, experto del Instituto para la Política de Seguridad de la Universidad de Kiel, explica a NIUS el comprensible enfado de las autoridades ucranianas.
La historia para justificar el gadosucto
“Parecía que Steinmeier estaba utilizando la historia como justificación para construir el Nord Stream 2. Y esto, por su puesto, es ofensivo para los países del este de Europa, porque parece que los rusos son los únicos que sufrieron el terror nazi cuando también sufrieron y murieron incontables polacos, bielorrusos, ucranianos, por ejemplo”, apunta Dirsus.
Las cuentas que hacen los historiadores sobre las víctimas que dejaron los nazis en suelo de la Unión Soviética hablan de un número que llega hasta los 27 millones. En suelo ucraniano, y entre 1939 y 1945, se han registrado entre ocho y diez millones de víctimas. Después de Bielorrusia, Ucrania fue la república soviética que más pérdidas sufrió a manos de las tropas de Hitler.
Hay quien ha defendido que Steinmeier, en realidad, quería poner de manifiesto con sus alusiones a la historia esa forma de pensar que hay entre muchos alemanes según la cual la historia “sirve de recordatorio de lo importante que es tener una buena relación con Rusia a través de puentes, porque la relación es demasiado importante como para cortarla”, según Dirsus.
En este sentido, Steinmeier defendía al Nord Stream 2 como “casi el último puente” que queda con la Rusia de Putin. Sea como fuere, ese “puente” podría doblar la cantidad de gas que ahora llega directamente a suelo germano sin pasar por países como Ucrania, por ejemplo. Desde hace años, ya funciona un Nord Stream. De entrar el segundo en funcionamiento, ambos pueden hacer llegar hasta Alemania algo más de 100.000 millones de metros cúbicos de gas.
“Una deuda de guerra”
Las recientes palabras de Steinmeier han dado pie a titulares como el que publicaba el influyente diario británico The Times: “El gasoducto ruso es una deuda de guerra, dice un líder alemán”. Fuera de Rusia y, en según qué círculos en Alemania, el Nord Stream 2 sigue sin gozar de buena prensa.
No obstante, los argumentos económicos y energéticos que hay detrás del proyecto explican en buena medida que éste se mantenga en pie pese a que no le faltan enemigos. “Están tratando de terminarlo lo más pronto posible”, estima Dirsus a cuenta del polémico gasoducto.
Incluso en la política interna teutona han crecido de modo intenso las críticas de la oposición al Gobierno de Merkel. Así, en Los Verdes, una de las fuerzas pequeñas de la oposición pero en quien muchos ven los futuros socios de los conservadores germanos en el Ejecutivo tras las elecciones del próximo 26 de septiembre, se oponen con fiereza al gasoducto por motivos medioambientales.
Por su parte, también desde la oposición, Christian Linder, líder del FDP, el partido de los liberales germanos, está pidiendo una moratoria sobre el gasoducto. En su lógica juega un papel clave el caso del opositor ruso Alexei Navalny, víctima el pasado verano de un envenenamiento por el que se señala al Kremlin y del que el activista anti-Putin se tuvo que recuperar en un hospital de Berlín, ciudad a la que fue trasladado de urgencia en un coma inducido dentro de un avión medicalizado.
Un presidente alemán blando con el Kremlin
Merkel y compañía, desde el Gobierno alemán, no quieren ni imaginar que el caso Navalny pueda causar sanciones que minen el Nord Stream 2. Pero eso no quita que a Putin se le mire desde Berlín como a alguien del que desconfiar.
De hecho, hasta el presidente alemán, en la entrevista en la que pronunció su cuanto menos extraña salida en defensa del gasoducto, criticó el comportamiento de las autoridades rusas en el caso Navalny. Para Steinmeier, el comportamiento del poder ruso en el caso Navalny no tiene nada que ver con el “estado de derecho”.
Ahora bien, parece que de Steinmeier no conviene esperar mucha más hostilidad hacia Moscú. “Steinmeier es alguien que tiene fama de ser blando con el Kremlin, es alguien que ha apoyado durante mucho tiempo el Nord Stream 2”, concluye Dirsus, el experto del Instituto para la Política de Seguridad de la Universidad de Kiel.