Los laboristas quieren apoderarse del mensaje nacionalista de Johnson


Starmer sigue los consejos de un informe que le emplaza a ondear la bandera británica, rendir tributo a los veteranos de guerra y apelar al patriotismo de los ciudadanos
Forma parte de una estrategia para cambiar radicalmente la imagen del partido y recuperar a los votantes del partido que en 2019 se decantaron por el Brexit de Johnson
El sector crítico de la formación advierte que adoptar esta política de los conservadores puede llevarlos a perder a los electores más jóvenes y a los escoceses
El Partido Laborista ha diseñado una nueva estrategia que consiste en expresar mensajes que apelen al patriotismo y al nacionalismo para renovar radicalmente su imagen y recuperar a los votantes perdidos en las últimas elecciones. “Usar la bandera, a los veteranos de guerra y vestir elegantemente en los memoriales de guerra” como parte de este proceso de transformación “para que los votantes se identifiquen con sus valores”, dice un informe filtrado al diario ‘The Guardian’.
El documento también transforma la terminología empleada para denominar al “muro rojo”, que es como se conocen a los electores de clase trabajadora de las zonas industriales del norte de Inglaterra que dieron por primera vez el voto a los conservadores en las elecciones que catapultaron a Johnson en diciembre de 2019. Y pasa a denominarlos “escaños fundacionales”. Expresa que “comunicar el respeto y compromiso de los laboristas con el país puede suponer un cambio en el lenguaje corporal del partido”. El informe, elaborado por una agencia de comunicación externa, dice también que los votantes no sabían cuáles eran las políticas principales del partido y que, si bien perciben a Starmer como un factor positivo, también lo perciben como alguien estático que no se quiere involucrar y que se mira el escenario desde la butaca.
La montaña a escalar
Las elecciones de 2019, capitaneadas por Jeremy Corbyn, provocaron el mayor desastre electoral de los laboristas desde 1939 y llevaron al poder a Boris Johnson con el mensaje simple, nacionalista y populista del Brexit. Johnson logró la mayor victoria desde los tiempos de Thatcher para los conservadores, que hundieron a los laboristas en el barro. El golpe fue de tal virulencia que los analistas dijeron que al menos harían falta dos elecciones para recuperarse. Se inició entonces un proceso de transformación para entender, primero, los motivos que llevaron a esa debacle y hacer la autocrítica correcta y elegir, después, a un nuevo líder que llevara al partido hacia la nueva dirección.
Se elaboró un informe de 150 páginas para averiguar por qué se había llegado a ese punto. El informe, finalizado en junio de 2020, concluyó que la derrota fue causada por una mezcla de factores como la percepción negativa del liderazgo de Jeremy Corbyn, las dudas sobre su programa electoral y la postura ambivalente del partido respecto al Brexit. También decía que fue consecuencia de dos décadas de cambio demográfico y político que golpearon la base tradicional del partido y que, si no se ponía remedio, perderían más escaños en 2024. “La coalición electoral laborista se había estado fracturando durante mucho tiempo y se rompió en 2019. Fuimos rechazados por muchas de las comunidades para que nos fundaron”, anadía el informe. Y avisaba que tenían delante una “montaña para escalar”.
Afirmaba también que perdieron todo tipo de votantes por todo el país, excepto en Londres. Este fue otro factor determinante para los dos millones de votantes del “muro rojo”, que habían visto como su calidad de vida había empeorado drásticamente durante las últimas décadas en contraste con Londres y el sudeste del país, donde había aumentado. Curiosamente esos votantes relacionaban a Corbyn, pese a su defensa de la clase obrera y del socialismo, con un político de Londres. Johnson les prometió la descentralización del país, una fuerte inversión en infraestructuras y, por encima de todo, el Brexit, ya que creían que eran los inmigrantes los que bajaban su estatus de vida.
Exespía israelí
El partido eligió al centrista Keir Starmer, de 58 años, en las primarias de abril de 2020. Starmer se impuso a la candidata que representaba al ala corbynista de extrema izquierda del partido. Starmer lideró a los europeístas durante el referéndum del Brexit y fue quien forzó que se incluyera el segundo referéndum europeo en el programa electoral de Corbyn, que era un euroescéptico que mantuvo una criticada postura ambigua durante todo el proceso. El Brexit rompió por la mitad a los laboristas del mismo modo que hizo con los conservadores. La mitad de los conservadores y un tercio de los laboristas eran brexiteros.
Ahora Starmer está intentando llevar al laborismo al centroizquierda como hizo Tony Blair con el Nuevo Laborismo. Ha abandonado su mensaje europeísta y ordenó a los suyos que votaran a favor del acuerdo del Brexit que había conseguido Johnson por considerar que era eso o nada. Se rebelaron 37 de sus 200 diputados. Starmer ha abierto una sede en el norte de Inglaterra como han hecho los conservadores para acercarse a los votantes de la zona y ha abierto una guerra interna contra el ala radical de izquierda corbynista y contra el antisemitismo, otra de las lacras del partido. Starmer está casado con una mujer judía y educa a sus dos hijos bajo las prédicas de esta religión. El partido suspendió a Corbyn el pasado mes de octubre por desatender quejas de antisemitismo. También ha nombrado a Assaf Kaplan, que trabajó durante cinco años en los servicios de inteligencia israelíes, como nuevo jefe de las redes sociales del partido.
El espíritu de los Blitz
Starmer dio una conferencia recientemente en la que ofreció su visión sobre el futuro del país y apeló al espíritu de los británicos durante los Blitz, como se denomina a los bombardeos nazis de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, para reconstruirlo después de la pandemia. También ha enviado un mensaje a través de Facebook a todos los votantes del “muro rojo” o “escaños fundamentales". Les dijo: “Estamos confinados, pero las fronteras siguen abiertas”. Pide controles más duros en los puertos y aeropuertos para evitar la entrada de cepas del virus, pero la terminología empleada recuerda demasiado a la de los brexiteros de Johnson.
Muchos laboristas, sin embargo, cuestionan esta estrategia. Creen que la adopción de una política de identidad nacional podría tener consecuencias negativas y llevarlos a perder votantes, en especial a los más jóvenes y a los escoceses, en un momento muy delicado porque en tres meses son las elecciones locales y las escocesas con los independentistas pidiendo un referéndum.
Entre los críticos está el diputado Clive Lewis, que ha dicho que “el Partido Conservador ha absorbido al Ukip [el partido de ultraderecha antiinmigración y antieuropeo que forzó el Brexit y que desapareció con la llegada de Johnson y la salida de la Unión Europea] y ahora el laborismo parece estar absorbiendo el lenguaje y los símbolos del Partido Conservador”. Lewis, que fue soldado en Afganistán, ha condenado que su partido haya optado por ondear la bandera británica: “Esto no es patriotismo. Hay formas mejores de construir cohesión social que apelar al nativismo”.