Librerías cerradas y playas de metacrilato, Italia se prepara para el verano

El Gobierno había decretado que las librerías podrían abrir este martes, pero la mayoría de regiones lo ha retrasado
La actividad no esencial sigue paralizada y cada vez son más las apreturas
La librería de la esquina seguía cerrada. Cuando todo era normal, frente a su puerta, siempre había una dependienta -generalmente era chica- que preguntaba a la desesperada: “¿Te gusta leer?”. No tenía ninguna intención de intimar sino de vender, pero nadie le hacía caso porque a unos metros está la parada del autobús y había que correr. Hoy el autobús sigue pasando, más de cuando en cuando, aunque ya nadie se apresura. Va medio vacío. Y pese a que el Gobierno había decretado que a partir de este martes librerías, papelerías y tiendas de ropa para niños podían reabrir, la mayoría de las regiones lo han impedido por razones de salud pública. En Lazio, donde estamos, podrán hacerlo a partir del 20 de abril.
Probablemente la dependienta nunca captó un cliente mediante la estrategia del abordaje. Lo curioso es que hoy todo el mundo hace videollamadas desde casa con espléndidas estanterías llenas de libros de fondo. Lo vemos constantemente en televisión. Los más osados, incluso, presumen en sus redes sociales con fotos de pasajes de lo que están leyendo. Sobre todo, si tienen algún contenido profético.

En la librería que hoy Antonio, un vecino del barrio, pensaba encontrar abierta se han quedado en el escaparate todas las ofertas con las que esperaban salvar la temporada. Un 25% de descuento o dos por uno en volúmenes como ‘Virus’, la obra apresurada de un virólogo tuitero que sale en televisión repitiendo que él ya lo advirtió. La literatura de la pandemia ya tiene sus ‘best sellers’, pero tendrá que esperar para encontrar sus lectores. Antonio reconoce que puede vivir sin nuevos libros. De hecho, sólo había salido para comprar algo de fruta.
Menos ventas
Lo que siempre han permanecido abiertos son los quioscos. Aquí también se pueden encontrar las últimas novelas que en Italia algunos periódicos siguen promocionando. Revistas, diarios, cromos, paquetes de chicles o balones de playa. Hay de todo. Lo cierto es que la quiosquera, una mujer de Bangladesh, asegura que al final del día no ganan más de 200 euros, menos de un tercio de la recaudación anterior. “El quiosco es propiedad de un italiano, al que le pagamos 700 euros a cambio de un 15% de lo que saquemos. Pero con unos 30 euros diarios, nos da para pagar el alquiler y poco más”, lamenta. Los periódicos que venderá al día siguiente publicarán con grandes titulares que el FMI calcula que la economía italiana caerá este año un 9,1%.

En el supermercado ‘low cost’ del barrio la cola cada día se hace más larga. “Yo antes no venía aquí, pero ahora lo hago porque de todos los que hay en la zona, es el que mejor respeta la distancia de seguridad”, dice una señora. Nadie confiesa en primera persona que las apreturas lo están poniendo cada vez más difícil. Y mientras, en el súper de primeras marcas, donde siempre ha habido que hacer fila, hoy se pasa sin esperar.
Jai, un mecánico indio, afirma que tiene dos coches en el taller desde hace un mes porque no le llegan los recambios. Marco, el panadero, asegura que “cada vez hay menos clientes porque la gente no tiene dinero”. Y Stefano, dueño de una ferretería, recalca que “los únicos que entran piden guantes y alcohol, que no quedan desde hace un mes”.

Pese a que el Gobierno considera las ferreterías como establecimientos de primera necesidad, a nadie le ha dado por construirse una estantería. Para los libros, que tampoco se venden. Lo que sí hay en la tienda de Stefano son una especie de ‘kits coronavirus’ que incluyen una mascarilla quirúrgica, pañuelos y gel desinfectante. Van empaquetados en una caja como de cintas VHS y cuestan 20 euros. Tampoco tienen mucho público.
“Todos a la playa”
A las farmacias, al menos, sí llegaron las mascarillas hace días. Tienen las FFP2 y otras lavables por las que supuestamente no pasa el virus ni apenas el oxígeno, porque cuesta respirar con ellas. En algunas regiones como Lombardía o Toscana el uso de mascarillas es obligatorio, mientras que en otras zonas no. Como también cada territorio ha interpretado la norma del Gobierno que hacía una concesión a la cultura como le ha venido en gana.

En Véneto las librerías y papelerías abrirán, pero sólo dos veces por semana; en Campania son las tiendas de ropa para niños las que suben la persiana sólo martes y viernes; y en Emilia Romaña sí que se permite la apertura para estos negocios, a excepción de pueblos confinados. Toda actividad no esencial sigue paralizada en el resto de país.
Coronavirus, box in plexiglass tra i lettini sulla spiaggia: "Così garantiamo la sicurezza ma facciamo ripartire il Paese" [aggiornamento delle 10:25] https://t.co/ftpWrG6dFD
— Repubblica (@repubblica) April 14, 2020
Precisamente de Emilia Romaña es una empresa que ha dado con la solución para la pregunta que ahora mismo se hacen muchos: ¿se podrá ir a la playa este verano? La idea que ha tenido esta compañía es instalar una especie de paneles de metacrilato rodeando cada una de las hamacas, de modo que el litoral parezca una especie de ‘coworking’.

A los medios italianos le ha parecido tan ingenioso o estrambótico que todos lo han publicado. “Iremos todos al mar este verano, estamos trabajando para que sea así”, ha declarado la subsecretaria de Turismo, Lorenza Bonaccorsi en televisión. Quien se lo pueda permitir, es lo que le ha faltado decir.
