Merkel y Kurz, dos conservadores enfrentados por el impuesto europeo a las transacciones financieras

La relación entre Alemania y Austria, dos países liderados por políticos conservadores, no son del todo armoniosas. La idea de crear un impuesto a las operaciones financieras en Europa pone tierra de por medio entre Merkel y Kurz.
Angela Merkel y Sebastian Kurz pertenecen a la misma familia política. Sin embargo, eso no significa que estén siempre de acuerdo en todo. Merkel y Kurz pertenecen a dos generaciones distintas de cristianodemócratas, y la lideresa alemana no siempre logra que el canciller austriaco siga sus pasos. Es más, respecto a la idea de crear un impuesto para las transacciones financieras a nivel europeo que se promueve desde Berlín, Merkel y Kurz van en direcciones opuestas.
La creación de una ley para tasar las transacciones financieras en Europa que defiende, sobre todo, el ministro de Hacienda y vicecanciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz, genera diferencias insalvables entre Merkel y Kurz. Eso, pese a que los caminos de ambos cancilleres se cruzaron el lunes en Berlín.
Ese día recibía Merkel a Kurz en la Cancillería Federal. Era la primera visita del jefe de Gobierno austriaco como líder de una flamante coalición entre conservadores y verdes. Ambos dieron una rueda de prensa en la que hubo signos de complicidad. Merkel y Kurz se tratan públicamente de tú. Los dos se deben a una relación germano-austriaca marcada por realidades como que Alemania es el socio comercial más importante de la pequeña república alpina.
El comercio entre ambos países se estima en 100.000 millones de euros. Austria es también uno de los principales destinos turísticos de los alemanes. Cada año son 14 millones los germanos que van de vacaciones al país de Kurz. Pero el peso alemán en la relación germano-austriaca no significa que Sebastian Kurz vaya tras de Merkel a pie juntillas.
Es más, ante la iniciativa de Scholz consistente en crear un impuesto europeo del 0,2% en las compras de acciones de empresas con una valoración bursátil superior a los 1.000 millones de euros, Kurz se echa a un lado. Lo hacía incluso antes de ser recibido por Merkel en la Cancillería Federal el lunes.
El pasado fin de semana salía publicada en el semanario germano Welt am Sonntag una entrevista en la que el canciller austriaco dejaba bien clara la posición austriaca. En Viena, el Ejecutivo va más allá del rechazo al impuesto europeo de Scholz. Así, Kurz señalaba al Welt am Sonntag que su gobierno haría “todo lo posible para evitar” que el citado impuesto viera la luz.
Merkel: “Un asunto muy complicado”
Para Kurz, la idea defendida en Berlín, que supuestamente tiene en la misma línea a una decena de países – entre ellos España –, castigará a los ahorradores.
“Queremos poner impuestos a los especuladores, no a los ahorradores que invierten en acciones en tiempos de bajos intereses”, ha explicado el canciller austriaco. En el Gobierno de Merkel no razonan igual, especialmente los socialdemócratas. Éstos no ven problemático para los ahorradores un impuesto que significa 2 euros cuando hay 1.000 euros de inversión en acciones.
El lunes, la canciller alemana se lamentaba por la falta de complicidad austriaca en la materia. Su cita con Kurz, de apenas 34 años y a quien Merkel casi dobla en edad, no sirvió para cambiar las posiciones austriacas.
“Hemos hablado del impuesto a las transacciones financieras. Con la presente configuración del impuesto, no contamos con el acuerdo de Austria, algo que lamentamos”, decía Merkel. “Por supuesto, podemos seguir hablando”, pero “no puede ser que como resultado de un cambio haya otros cinco países que abandonen. Es un asunto muy complicado”, abundaba la canciller.
Un impuesto negociado durante años
Aunque Merkel y Scholz estén dándole un impulso, la idea de crear un impuesto para las transacciones financieras en Europa no es nueva. “Es un tema sobre el que se lleva años negociando en Europa, generando siempre profundos bloqueos”, dice a NIUS Shahin Vallée, analista sénior del Consejo Alemán de Relaciones Exteriores (DGAP, por sus siglas alemanas). “Es muy poco probable que este tema avance”, sostiene este experto en cuestiones económicas europeas.
La culpa del escepticismo que experimentan algunos observadores también tiene que ver con que la idea de crear un impuesto europeo para las transacciones financieras tampoco genera unanimidad en la familia conservadora alemana. Hay prominentes voces críticas en la Unión Socialcristiana de Baviera (CSU), el partido conservador del sur de Alemania al que está hermanado la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Merkel.
Por ejemplo, al ministro de Hacienda de Baviera, el socialcristiano Albert Füracker, se le ha escuchado estos días realizar argumentaciones idénticas a las de Kurz. También hay integrantes de la CSU que ven “en la buena dirección” la iniciativa impositiva de Scholz y Merkel, según los términos de Alexander Dobrindt, todo un ex ministro de Transportes germano y actualmente presidente de la CSU en el Bundestag.
Un debate abierto
Por tanto, el debate que analistas como Vallée ven “abierto” en Europa, tampoco parece estar del todo cerrado en Alemania. El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) lleva también años luchando por que se introduzca un impuesto como el que trata de popularizar ahora Scholz. Visto está que los socialdemócratas no han tenido éxito, incluso en épocas en las que significaban más políticamente.
El SPD va capa caída, incluso después de haber contado con una gran cobertura mediática debido a la elección de una nueva dirección. Hay encuestas que le atribuyen no más de un 12% de intención de voto. Está muy lejos del 28% que se concede a la CDU.
Es difícil imaginar a Merkel, aliada a los socialdemócratas en su Ejecutivo, hacer más de lo que ha hecho hasta ahora para convencer a Kurz sobre la conveniencia del impuesto a las transacciones financieras. En último término, esa medida no es la única sobre la que los líderes europeos tienen que pronunciarse en busca de la aprobación de un nuevo presupuesto europeo.
“El debate sobre los impuesto a nivel europeo y sobre los recursos propios de la UE está abierto. Es un debate que creará tensiones”, sostiene Vallée, el experto del DGAP. Puede que el impuesto a las transacciones financieras en Europa aún tenga que aportar a esos tira y afloja.