Un millón de euros de pérdidas a la hora: un 'paciente de coronavirus' llamado Lufthansa


La compañía aérea alemana Lufthansa, la mayor de Europa, necesita de las ayudas del estado germano para asegurar su supervivencia ante la crisis que ha supuesto la COVID-19. El Gobierno de Merkel negocia con la dirección de la compañía cómo mantenerla a flote.
Lufthansa es la mayor compañía aérea de Europa. Suyas son una quincena de nombres de empresas de aerolíneas. Eurowings, Austrian Airlines o Brussels Airlines son sólo alguna de sus filiales. Se estima que Lufthansa cuenta con 130.000 empleados y una flota de 760 aviones.
La inmensa mayoría de esos aviones, sin embargo, está en tierra dadas las restricciones en los desplazamientos que imperan en todo el mundo debido a la pandemia del SARS-CoV-2, el virus de la COVID-19. Para Lufthansa, esta situación es una hecatombe de pérdidas millonarias en la que peligra el trabajo de entre 7.000 y 10.000 empleados.
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Por eso desde principios de esta semana negocian representantes de las altas instancias del Gobierno de la canciller Angela Merkel con miembros de la dirección de la compañía aérea. Las partes tienen que ponerse de acuerdo en si el estado ayuda o no a mantener a flote a una empresa que se ha quedado sin actividad por culpa de las presentes restricciones aéreas.
Esas limitaciones van para largo. Así lo entiende el CEO de Lufthansa, Carsten Spohr. Según él, el parón que ha supuesto la COVID-19 para su empresa se notará “entre seis y doce meses”. Esas eran las estimaciones de Spohr que recogía el lunes el diario Süddeutsche Zeitung. Para Lufthansa, la espera por recuperar una actividad económica normalizada será un proceso largo y costoso. Seguramente sea demasiado costoso.
La empresa ha dado a conocer que cada hora que pasa pierde un millón de euros. Según datos del primer trimestre del presente ejercicio, las pérdidas operativas de Lufthansa se cuentan por ya por valor 1.200 millones. Es fácil pensar que el segundo trimestre resulte incluso peor para una compañía cuyos beneficios en 2018 fueron de 2.200 millones y en 2019 de 1.213 millones, según datos del portal de estadísticas germano Statista.
Ahora, sin embargo, Lufthansa es de esas grandes empresas con las que más se ceba la crisis económica que entraña hacer frente a la COVID-19. Que estos días Alemania camine hacia la desescalada del distanciamiento social – algo que no implica el regreso a la vida económica y social anterior a la pandemia – no es una solución para la empresa de Spohr.
¿Créditos del estado o entrada en el accionariado?
Como paciente de la crisis económica que ha traído el coronavirus, Lufthansa parece necesitar ayuda del estado alemán. Aún está por ver si será a través de créditos con garantías estatales que le lleguen a través del Instituto de Crédito para la Reconstrucción (KfW, por sus siglas alemanas), una entidad de titularidad pública, o por medio de una participación del estado en su accionariado.
El semanario Die Zeit citaba el pasado fin de semana que Spohr desearía esta segunda opción, siempre y cuando significase, además, que el estado se mantenga al margen de la gestión del negocio. Desde el gobierno se habla de ampliar con condiciones el capital de la compañía en 9.000 millones de euros que vendrían del estado. Pero no es seguro que entre estas opciones se encuentre la solución definitiva para la empresa.
En la prensa se filtraba este martes otras posibilidades que se han pasado a valorar dentro de la compañía. Ésta rechaza condiciones si hay una entrada de dinero público en sus maltrechas arcas. Por eso, en Lufthansa, Spohr y compañía estarían pensando en declarar insolvente a la empresa, de acuerdo con el influyente diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung.
En este periódico también se hacían eco de que en Lufthansa preferirían que el estado entrara en el capital de la empresa sin que esto significara dar voz a la administración pública en la gestión de la empresa.
A cuenta de Lufthansa, no parece haber consenso en la 'gran coalición' alemana. Así, Rolf Mützenich, presidente del grupo parlamentario del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en el Bundestag, formación gubernamental socia de la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de Merkel, ya ha dejado dicho que una entrada en el accionariado de Lufthansa no quedará sin consecuencias.
“Si compañías como Lufthansa reciben miles de millones de los contribuyentes en ayudas, el gobierno federal también tiene que tener garantizado su derecho de intervención”, según Mützenich.
Él parece ser de los socialdemócratas tentados por olvidar las reglas básicas de la economía mercado en estos tiempos de crisis. Este tipo de opiniones, en vista de que parece claro que el dinero público tendrá que rescatar de una forma u otra parte del tejido empresarial del país, generan inquietud entre los observadores de la economía teutona.
“¡Cuidado, economía de estado!”
Así, el diario económico Handelsblatt presentaba en la portada de su última edición de fin de semana un águila – símbolo patrio germano – empujando con las alas un coche de la marca Volkswagen y haciendo volar un avión de Lufthansa. “¡Cuidado, economía de estado!”, exclamaba el diario, apuntando efectos perversos de la intervención pública en las empresas. “Resultados negativos, fraudes, deudas: los efectos secundarios de la crisis del coronavirus”, indicaba el Handelsblatt.
También observa con preocupación la situación de empresas como Lufthansa Stefan Kooths. Él es responsable de estudios en el Instituto para la Economía Mundial, una institución con sede en Kiel (norte germano). “Cuando el estado pasa a controlar empresas, éstas no se ajustan a las reglas de la libre competencia, pues siempre pueden recurrir al dinero de los contribuyentes. El estado siempre tiene la posibilidad de mantener a las empresas con vida a través de los impuestos”, dice Koohts a NIUS.
“Cuando hemos visto al estado en acción en el mercado hemos constatado que no tiene éxito. Pasa lo mismo en los mercados de capital, donde siempre se tiene que convencer a los inversores de que las empresas son gestionadas con éxito. Pero claro, esto no lo tiene que hacer una empresa donde el estado es accionista”, abunda este experto.
“El estado es un mal empresario”
Para él, un claro ejemplo de esta situación es la compañía aérea italiana Alitalia. “Fue nacionalizada hace diez años y sigue sin ser una empresa exitosa. El estado italiano la sigue salvando”, sostiene Kooths.
Las opiniones de Kooths parecen ser, hoy por hoy, mayoritarias entre los alemanes. En una encuesta del instituto de estudios de opinión Yougov publicada recientemente en el Handelsblatt, se leía que un 74% de la población estaba “de acuerdo” o “más bien de acuerdo” con la siguiente afirmación: “el estado es un mal empresario”.
Sin embargo, eso no quiere decir que dadas las circunstancias actuales, haya que evitar pensar en las ayudas públicas como una solución. “Lo importante es que sean medidas de urgencia. Y que cuando se haya superado la fase que las hizo necesarias, el estado salga de las empresas”, dice a NIUS Martin Beznoska, analista del Instituto de la Economía de Alemania, una organización de estudios económicos con sede en Colonia (oeste germano).
Lufthansa todavía no ha recibido dinero público. Las negociaciones sobre esas ayudas siguen abiertas, al igual que el debate sobre las implicaciones del salvamento – o hundimiento – de esta y otras grandes empresas en la crisis del coronavirus.