Moda a base de los plásticos que ahogan las aguas del planeta


La start-up berlinesa Badaga, fundada por una pareja de surferos aficionados alemanes, fabrica ropa deportiva para mujeres a base de reciclar materiales plásticos
Millones de toneladas de basura en forma de plástico acaban en los océanos del planeta cada año. Hay parte de esos contaminantes que no se une a las tristemente célebres 'islas' de plástico formadas por deshechos humanos. Se trata de la contaminación que acaba en las playas y en las proximidades de la costa.
Precisamente esa contaminación está detrás de la actividad de la empresa de ropa berlinesa Badaga. “La idea surgió de la necesidad en un viaje de tres meses en América Central que hicimos para hacer surf los dos fundadores”, explican a NIUS en esta start-up berlinesa. Los fundadores de la firma son los empresarios Jana König y Nils Wagner. Ambos comparten una foto con este diario en la que se les ve sonrientes con sus tablas de surf en una playa paradisiaca.
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En aquel viaje por Centroamérica, sin embargo, lo habitual era que König y Wagner se pasaran largos ratos limpiando la basura de las playas antes de surfear. Aquel trabajo de limpieza les llevó a pensar qué se podía hacer con toda aquella basura.
En vista de los productos que utilizan como materia prima en Badaga, König y Wagner han encontrado una solución. La ropa de Badaga está compuesta por materiales plásticos reciclados. “Utilizamos dos tipos de materiales: poliéster reciclado y poliamidas sinténticas recicladas”, explica König a NIUS. “El poliéster lo obtenemos de botellas de plástico viejas, de basura industrial y de basura de productos de consumo procedente de vertederos. La poliamida la obtenemos de viejas redes de pesca y de basura industrial y de restos de productos de consumo que hay en vertederos”, abunda esta emprendedora.
Siguiendo la estela de empresas como Ecoalf o Finisterre
Badaga sigue, por tanto, la estela de otras muchas marcas de ropa que están fabricando prendas de vestir a partir de materiales reciclados, como la española Ecoalf o la británica Finisterre.
Este tipo de firmas se desmarcan en una industria de la moda que el Banco Mundial responsabiliza del 20% de toda la contaminación que se produce en el planeta y del 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero, según Dana Thomas. Esta periodista e investigadora estadounidense afincada en París es la autora de libro 'Fashionopolis' (Ed. Superflua, 2019), un volumen que arroja una crítica mirada a la industria de la moda, un negocio que mueve del orden de 2,1 billones de euros anuales.
Su libro también aborda “el futuro de la ropa” y, en este sentido, no hay duda del gran potencial que ofrecen conceptos como el de Ecoalf, Finisterre o Badaga. Al fin y al cabo, las basuras plásticas tardan del orden de medio millar de años en desaparecer en el medioambiente. Algo hay que hacer con esas basuras. Por ejemplo, ropa.
Thomas entiende que este tipo de empresas representan de momento una parte muy pequeña del mercado textil. Sin embargo, no les resta méritos. “Al principio, toda iniciativa siempre es pequeña. Mire el sector del automóvil, al principio sólo hubo un fabricante de coches. Apple también fue pequeña en su día”, ironiza Thomas en declaraciones a NIUS.
“Lo importante para estas empresas de ropa es que la tecnología está ahí y la pueden utilizar sin tener que desarrollar los procesos científicos que requiere hacer ropa a partir de plásticos. Otras empresas podrían sumarse a estas prácticas y, eventualmente, hacer que esta sea la nueva norma en los procesos de producción”, añade la autora de 'Fashionopolis'.
Sin mirar a competidores actuales y futuros, el negocio de Badaga parece ir bien en Berlín. De lo contrario König y Wagner no habrían contratado ya a una primera persona empleada a su cargo y, sobre todo, no estarían pensando en producir una línea de ropa para hombres.
Los responsables de Badaga han lanzado su iniciativa con capital propio, con menos de 30.000 euros y sin ayudas de ningún organismo público. Los resultados del primer medio año de actividad son esperanzadores. Gracias a una primera línea de ropa para público femenino – compuesta mayormente por biquinis, leggins, tops y panties – lanzada el pasado verano, en la empresa aseguran que pronto obtendrán beneficios. Que los primeros productos de Badaga fueran para mujeres se explica en parte por la queja que solía formular König en sus viajes surferos.
Al parecer, ella no se quejaba tanto por tener que recoger basura antes de practicar surf como por “no encontrar ropa femenina decente para surfear”, reconocen en la empresa berlinesa.
La ropa de König y Wagner sirve para hacer surf aunque también hay productos más orientados a la práctica del yoga. Son éstos ámbitos de ocio en los que los fundadores de Badaga esperan hacerse populares con productos de alta calidad a precios sensiblemente mayores a los que ofrecen otras marcas como puede ser, por ejemplo, la sueca H&M.
Las ventajas medioambientales tienen un precio
Así, unos leggins de Badaga cuestan poco menos que 90 €. Este precio, comparado con la veintena de euros que pueden pedir otras populares marcas con menos miramientos por el medioambiente, lo justifican en Badaga con sólidos argumentos. El suyo es, dicen, un producto hecho 100% en Europa con materia prima de primera calidad y, por su puesto, con ventajas medioambientales.
“La gran ventaja de nuestros productos es que benefician a los humanos y a la naturaleza. Porque materiales que acabarían en la basura o contaminando el mar o la naturaleza ganan con nosotros una segunda, tercera o cuarta vida, al ser puestos de nuevo en circulación”, dice König.
“Además, la producción de nuestros materiales ahorra en emisiones de dióxido de carbono y petróleo si la comparamos con la producción de poliamida o poliéster nuevos”, añade esta otrora trabajadora del consorcio alemán fabricante de coches Daimler. Éste es el responsable de marcas de vehículos como Mercedes-Benz o Smart.
König y compañía no se contentan con ofrecer esas ventajas. También tienen en mente reducir aún más la huella medioambiental de su empresa. Ésta, que ha venido confeccionando sus productos en Portugal desde sus primeros días, podría hacerlo en un futuro en suelo alemán. “Queremos dar un paso más y elaborar nuestra producción propia en Alemania para reducir así nuestra huella ecológica, emitiendo menos dióxido de carbono del que ahora emitimos debido a los transportes”, señala la emprendedora.
Producir exclusivamente en Europa
Uno de los puntos con los que en Badaga quieren diferenciarse de otras marcas surferas que fabrican ropa “ecológica” es que esta pequeña empresa produce únicamente en Europa. Firmas como Ecoalf o Finisterre, por su parte, fabrican parte de su producción en Europa y otra en países asiáticos.
“Otras empresas nos inspiraron un poco. En nuestras búsquedas de buena ropa para surfear vimos trajes de surf hechos con materiales reciclados. Nos gustó la idea”, reconoce König. “Pero nosotros hemos ampliado la idea con nuestros principios: tener Europa como fuente exclusiva de producción, centrarnos en la mejor calidad y producir ofreciendo buenas condiciones de trabajo”, abunda la responsable de Badaga.
A su entender, los productos fabricados en Europa, dadas las regulaciones vigentes en la Unión Europea, garantizan mayor calidad y concienciación medioambiental además de “longevidad” en la vida de la ropa. Ésta última es fundamental para que “ninguna prenda acabe en la basura después de sólo unas vacaciones en la playa porque la prenda haya perdido color o se haya roto”, según König. “La sostenibilidad consiste en esto también”, adhiere.
Fundamental para que su empresa haya visto la luz es también que Wagner cuente con una dilatada experiencia en el sector textil. Wagner es el fundador de la también empresa berlinesa Paprcuts. Ésta emplea un material plástico también compuesto en parte por fibras sintéticas recicladas en la elaboración de sus productos, que son, mayormente, complementos de moda que van desde relojes, carteras y riñoneras, hasta una novedosa serie de zapatillas. En 2017, Paprcuts recibió uno de los reputados premios German Award a la mejor marca alemana del año.
Seguro que nada podría gustar más en Badaga que repetir el éxito logrado por la otra pequeña empresa de Wagner, que hoy da trabajo a varias decenas de personas en la capital germana. El “espíritu de los tiempos”, o el Zeitgeist como dicen aquí, juega a su favor. No parecen sobrar soluciones contra la contaminación que ensucia las costas y los océanos del planeta. Aunque, gracias a Badaga, el número de fabricantes de ropa que reciclan plásticos contaminantes sigue creciendo.