Alexei Navalny en el hospital del 'médico de cabecera' de Merkel en la pandemia


El líder opositor ruso Alexei Navalny era trasladado en la mañana de este sábado a la capital alemana
.En Berlín será tratado del supuesto envenenamiento que le ha dejado en un coma inducido
En el mismo hospital fue tratado el opositor Pyotr Verzilov, integrante de Pussy Riot y también envenenado
El opositor ruso Alexei Navalni, en coma inducido tras haber sido supuestamente envenenado en Siberia, llegaba en la mañana de este sábado a Berlín, donde se le han prometido cuidados en el Hospital Universitario de Charité. Éste es uno de los mayores centros para la salud de Alemania y de Europa.
Entre sus instalaciones se encuentra, por ejemplo, el Instituto de Virología en el que trabaja Christian Drosten. Este virólogo se ha convertido en uno de los principales asesores del Gobierno de la canciller Angela Merkel en la lucha contra la pandemia de la 'COVID-19'.
Desde un punto de vista médico, la llegada de Navalni ha Berlín se percibía en Alemania, entre otras cosas, como un desafío sanitario. El frágil estado de salud del opositor obligaba a tomar todas las medidas de precaución necesarias para no perder el hilo del que parece pender su vida después de que fuera envenenado cuando se encontraba de viaje en Siberia, según su círculo cercano.
En su página web, el diario alemán Bild, el más leído del país, celebraba a primera hora de este sábado la llegada de Navalni a Berlín en un estado de salud “estable”. Navalni aterrizaba en el avión medicalizado puesto a su disposición gracias a la organización berlinesa Cinema for Peace.
Según planteaba el Bild los motivos que explican la llegada a Navalni a Berlín, tiene mucho que ver en que el opositor ruso haya sido ingresado en el Hospital Universitario de Charité que allí mismo fuera tratado en su día Pyotr Verzilov. Este integrante del grupo de música Pussy Riot y activista contra el régimen del presidente ruso Vladimir Putin estuvo ingresado en ese hospital hace dos años acusando lo que los doctores alemanes vieron como un probable envenenamiento, según el diario berlinés Der Tagesspiegel.
Navalny se encontraba desde el pasado jueves en el hospital de Omsk (centro de Rusia). Allí fue ingresado de urgencia tras sentirse mal y perder el conocimiento en un avión después de haber bebido un té antes de viajar desde Siberia con destino Moscú.
Este sábado, poco antes de las diez y media de la mañana, un convoy compuesto por una buena decena de vehículos sanitarios y de la policía alemana trasladaba a Navalni desde el aeropuerto de Tegel, en el norte berlinés, a las instalaciones del Hospital Universitario de Charité.
“Trabajo detectivesco” para los médicos alemanes
Los primeros expertos sanitarios que se manifestaban en los medios germanos a cuenta de lo que a continuación espera a Navalny hacían referencia a un “trabajo detectivesco, a lo Sherlock Holmes”. Los médicos alemanes tienen que, además de asegurar la vida del opositor ruso, estudiar el conjunto de síntomas que presenta Navalni para determinar exactamente qué ha causado su rápido deterioro físico.
Políticamente, la llegada de Navalni es otro desafío. Oficialmente, en Moscú, las autoridades rusas han deseado a Navalni “una pronta recuperación”. Al menos, eso decía el jueves Dimitri Peskow, portavoz del presidente Vladimir Putin. “Como a cualquier ciudadano de la Federación de Rusia, le deseamos una rápida recuperación”, afirmaba Peskow.
Sin embargo, dada la experiencia que la comunidad internacional acumula en materia de envenenamientos de opositores a los intereses de Putin y las sospechas que genera su régimen, parece que hay motivos para, por lo menos, no creer todo cuanto se dice desde el Kremlin a cuenta de Navalni.
“El Kremlin no es creíble”
“El relato del Kremlin sobre Navalny no es creíble”, dice a NIUS Marcel Dirsus, experto del Instituto para la Política de Seguridad de la Universidad de Kiel, en el norte alemán.
“Por eso, es algo positivo que el Gobierno alemán haya decidido ayudar en la medida de lo posible. Alexei Navalni no es un opositor cualquiera, es un gran líder de la oposición en la Rusia de Vladimir Putin. Es positivo que Alemania apoye a la sociedad civil rusa”, abunda.
No obstante, que la Alemania de la canciller Angela Merkel esté ahora en el centro de la política interna rusa por la llegada de Navalny al Hospital Universitario de Charité no va a facilitar las ya de por sí complejas relaciones germano-rusas. “La relación bilateral ya era complicada, entre otras cosas, por la evolución a la que asistimos en Bielorrusia”, recuerda Dirsus.
El pasado martes, Angela Merkel y Vladimir Putin mantenían una conversación telefónica a cuenta de la situación en el país vecino de Rusia. El miércoles, en una cumbre extraordinaria del Consejo Europeo dedicada a la situación en Bielorrusia, los 27 decidían no reconocer los resultados de las últimas elecciones presidenciales en ese país del este europeo.
En esos comicios se imponía hace dos domingos con algo más del 80% de los votos Aleksander Lukaschenko, quien ha dirigido en sintonía con Putin el destino de Bielorrusia en el último cuarto de siglo. La cita con las urnas ha desatado protestas masivas y la principal líder opositora bielorrusa, Svetlana Tsikhanovskaia, ha terminado refugiándose en Lituania.
Una sospechas muy fuerte
Merkel y su gobierno han mostrado esta semana su simpatía por Tsikhanovskaia, otra personalidad política considerada contraria a los intereses de la Rusia de Putin. La acogida de Navalni, que está acompañada de la intención del Ejecutivo alemán de aclarar lo ocurrido con el opositor ruso, es el segundo gesto importante y reciente que realiza Alemania frente a los intereses de Vladimir Putin.
Además, a primera hora del sábado ya se habían alzado las primeras voces alemanas en tono acusador contra Rusia. Norbert Röttgen, aspirante a la presidencia del partido de Merkel, la Unión Cristiano Demócrata (CDU), por ejemplo, consideraba posible la tesis del envenenamiento de Navalni.
“Hay una sospecha muy fuerte de que estemos ante un nuevo ataque contra un opositor ruso”, decía Röttgen en una entrevista publicada este sábado en el diario regional Passauer Neue Presse.
En el influyente diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung, se apuntaba, por otra parte que “el envenenamiento de críticos con el Kremlin nunca es objeto de investigación en Rusia” y “si hay investigaciones [allí, ndlr.], se tapan rápidamente”. La Alemania de Merkel tiene ahora con Navalni una oportunidad para evitar que eso último se repita.
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