Negacionismo en Europa: de los chalecos naranjas italianos a las proclamas apocalípticas en Rusia

Tras la protesta del domingo en Madrid, hacemos un repaso de cómo se organizan los movimientos negacionistas en otros países europeos
Que la mascarilla es "ridícula" y que supone un "recorte" de libertades en una pandemia falsa, es la principal proclama detrás de los movimientos negacionistas de la crisis del coronavirus en todo el continente.
La concentración del domingo en Madrid fue un botón de muestra de los movimientos europeos que niegan la pandemia y defienden todo tipo de teorías de la conspiración. España no es un caso aislado, hacemos un repaso de cómo se organizan los movimientos negacionistas en otros países europeos.
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Bélgica: no niegan que exista el Covid-19 pero cuestionan su alcance
Empezamos por Bélgica porque también el domingo varios centenares de negacionistas del Covid-19 se concentraron en el centro de Bruselas para protestar contra las medidas sanitarias para frenar la expansión del coronavirus en Bélgica, que consideran "desproporcionadas ante la escala y la amenaza de la enfermedad" y tildan de "coronacirco".
En un manifiesto publicado en la web de los organizadores estos rechazan que sus reclamos sean conspiracionistas y afirman creer que la enfermedad existe, aunque cuestionan su alcance. "Creemos que las medidas tomadas por el gobierno son desproporcionadas con la escala y la amenaza de la enfermedad. Esta crisis es pequeña en comparación con la gripe española de hace un siglo", señalan.
A pesar de que el movimiento pide el fin de la mascarilla obligatoria, la organización instó a los manifestantes a que cumplieran con la normativa durante la protesta del domingo y usasen la mascarilla durante el acto. El uso obligatorio de la mascarilla entró en vigor la semana pasada en la capital belga.
En Bélgica, además de protestar contra esta medida, los negacionistas exigen la eliminación de medidas "liberticidas" y la dimisión de los expertos en salud pública que asesoran al Gobierno belga sobre las medidas para evitar la propagación de la COVID-19.
Uno de los organizadores del evento instó a dejar de orientar las decisiones de salud pública haciendo caso al virólogo Marc Van Ranst y al epidemiólogo Yves Van Laethem, ya que, afirman, están "del lado de Bill Gates".
"Creemos que las medidas tomadas por el gobierno son desproporcionadas con la escala y la amenaza de la enfermedad. Esta crisis es pequeña en comparación con la gripe española de hace un siglo", señalan.
Alemania, ¿una corriente ligada a la ultraderecha?
Unas 20.000 personas participaron el pasado 1 de agosto en una manifestación en Berlín convocada para protestar contra las medidas gubernamentales para contener la pandemia. Algunos manifestantes corearon también consignas como "libertad" y "resistencia" y denunciaron que la proclamación de la pandemia de coronavirus era la "mayor teoría de la conspiración". No fue por tanto una manifetsación negacionista estrictamente, pero fue una buena ocasión para que los defensores de estas teorías salieran a las calles a dejarse oír.
La manifestación, que aglutinó a seguidores de la extrema derecha y a negacionistas fue disuelta por la policía por infringir las normas de higiene y distanciamiento.
Una encuesta realizada unos días después por el instituto demoscópico Forsa, la gran mayoría de los alemanes -el 91 por ciento- mostró su rechazo a la protesta.
De ese 91 por ciento, el 94 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 29 años dijeron no tener simpatía por estas protestas y sólo el 9 por ciento se mostró comprensivo con los manifestantes. La mayoría de encuestados, -el 87 por ciento- está convencida de que los manifestantes representan sólo a una minoría de la población.
La gran mayoría de los simpatizantes de prácticamente todos los partidos afirmaron estar en contra de estas protestas, sin embargo el 59 por ciento de los que apoyan a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) se mostraron favorables a estas concentraciones y el 63 por ciento cree que las protestas contaron con el respaldo de la mayoría de la sociedad.
El 51 por ciento de los encuestados está seguro, además, de que los manifestantes simpatizan con AfD, mientras que el 32 por ciento piensa que no mantienen vínculos con ningún partido en concreto.
Italia, Chalecos naranjas y un ex vicepresidente como abanderado del negacionismo
Antonio Pappalardo, de 73 años, un general retirado de los Carabinieri y antiguo diputado del desaparecido Partido Socialista italiano, se convirtió hace dos meses en el líder improvisado de varios movimientos ciudadanos de protesta entre ellos de los negacionistas del Covid-19.
A finales de mayo, consiguió congregar a varias decenas de personas y periodistas que amplificaron su causa. Desde entonces, sus seguidores se visten con chalecos naranjas replicando a los chalecos amarillos franceses. No está muy claro quién está detrás, aunque sí reciben el apoyo del movimiento antivacunas, un colectivo con fuerte arraigo en Italia, que cuenta además con la simpatía del Movimiento 5 Estrellas (M5E).
El gobierno y autoridades sanitarias italianas siguen insistiendo en la necesidad de mantener alta la guardia porque el coronavirus circula y es peligroso. En medio de este miedo a una segunda oleada, a finales del pasado mes de julio el senado organizó una conferencia contra el alarmismo del coronavirus bajo el el título Covid-19 en Italia, entre información, ciencia y derechos.
A la conferencia, organizada por el famoso crítico de arte y senador Vittorio Sgarbi, asistieron médicos, científicos, juristas, expertos e investigadores negacionistas del Covid-19, que intentaron convencer de que el coronavirus ya no existe.
El exvicepresidente del gobierno, Matteo Salvini, sentado en primera fila rechazó tajantemente esa medida de protección. “No la tengo y no lo uso”, dijo Salvini.
El objetivo del congreso era evitar que el gobierno volviera a decretar el estado de emergencia, aunque de nada sirvió la presión porque finalmente se amplió hasta el próximo 15 de octubre.
Rusia, un sacerdote al frente de proclamas apocalípticas
Pocas expresiones públicas y multitudinarias negacionistas hemos visto en Rusia en primer lugar porque a raíz de las medidas para frenar el coronavirus, los rusos no pueden salir a protestar a las calles.
El negacionismo está encarnado en este país en el sacerdote Serguéi Romanov, suspendido por ese motivo por la iglesia ortodoxa se ha encerrado en un convento desde donde cuelga en You Tube proclamas apocalípticas en las que acusa a las autoridades de querer implantar a la ciudadanía “chips electrónicos mortales” con el “pretexto” de la vacunación o la medicación.
El religioso, está acusado de difundir información falsa sobre la pandemia y cuenta con fieles destacados en la élite política y cultural rusa.