La rebelión de los restaurantes italianos contra los cierres del Gobierno


Hosteleros lanzan una iniciativa para abrir sus locales pese a las restricciones del Gobierno
La campaña no ha logrado demasiado respaldo en las calles
Francesca se calienta las manos con una tazón de sopa, a la espera de algún cliente. Es camarera de uno de los muchos locales de Campo di Fiori, una de las zonas de bares de Roma, que desde este domingo palidece ante los nuevos cierres. Lazio, la región de la capital italiana, ha entrado en zona de riesgo naranja, como la mitad del país. Y eso se traduce en que bares y restaurantes sólo pueden servir para llevar a las 6 de la tarde y a partir de esa hora tendrán que cerrar. “No ha venido casi nadie, está siendo un desastre, pero no nos queda más remedio que cumplir las normas”, cuenta Francesca.
Su actitud es compartida por la mayoría de establecimientos. En la plaza, vigilada por la Policía, todos los demás siguen las indicaciones. Sin embargo, a unos pocos metros, bajo la estatua de Giordano Bruno, un par de personas se preparan para grabar un vídeo. “Libertad”, gritan al unísono. Es el lema elegido por un grupo de hosteleros para rebelarse ante las restricciones.
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En los últimos días ha surgido en Italia una campaña bautizada como “Io apro” (yo abro), que llama a los propietarios de bares y restaurantes a la desobediencia civil. Su intención es que 50.000 locales se acojan a la iniciativa y abran al público a pesar de las prohibiciones. El llamamiento, aún así, no está teniendo gran acogida, ya que las estimaciones más optimistas calculan que se han adherido a él unos 8.000 locales en todo el país.
Algunos han celebrado cenas con decenas de personas, aunque se trata de contadas excepciones. Las multas van desde los 400 euros para clientes y propietarios hasta el cierre de los locales. En Lombardía y Sicilia, dentro del nivel de alerta sanitario rojo -de extrema gravedad-, bares y restaurantes permanecen cerrados; en las zonas naranjas, que afectan a la mitad del país, sólo se sirve para llevar hasta las 18:00 horas; y en las regiones amarillas, donde la emergencia es menor, se puede consumir sólo a hasta esa hora.
Las patronales no respaldan la protesta
Las principales organizaciones sectoriales no han respaldado la campaña de desobediencia. “Entendemos el malestar de la categoría, porque nos dedicamos todos a lo mismo, pero las cosas se cambian respetando las leyes. Infringiéndolas no se obtienen resultados”, señala Giancarlo Banchiere, presidente del sector hostelero de la patronal Conferserccenti, una de las principales agrupaciones.
Desde finales de octubre los bares y restaurantes de toda Italia tienen que dejar de atender al público a las 6 de la tarde. Mientras que a partir de esa hora y hasta las 10 de la noche, cuando entra en vigor el toque de queda, en las regiones con un riesgo sanitario más bajo podían servir para llevar. Ahora esto también se elimina y se permite únicamente el reparto a domicilio desde las 6. El Gobierno prepara un nuevo paquete de ayudas para la restauración que va de 12.000 a 15.000 millones de euros, aunque las pérdidas acumuladas son millonarias.
Hace unos meses las protestas ya se extendieron por toda Italia. Y de ellas se aprovecharon distintos grupos radicales y de extrema derecha, que se sirvieron de este clima para provocar disturbios. El líder ultraderechista Matteo Salvini también ha apoyado la campaña “Io apro”, que de momento no ha logrado un respaldo significativo en las calles. Sí ha sido apoyada en las redes, donde distintos perfiles, muchos de ellos asociados a grupos ultras contestatarios, han compartido la iniciativa.