Revive el recuerdo del Titanic 110 años después de su naufragio


Esta madrugada es el aniversario del hundimiento del transatlántico más famoso de la historia en el que murieron 1.504 personas
Coincidiendo con la efeméride, una casa de subastas inglesa rematará objetos de supervivientes y una compañía de viajes organizará inmersiones para admirar los restos submarinos
Los astilleros de Belfast donde construyeron el barco han recibido el primer contrato en 20 años para llevar a cabo obras en un crucero
Esta noche a las once y cuarenta, hace exactamente ciento diez años, el 14 de abril de 1912, el Titanic chocaba con un iceberg a seiscientos kilómetros de Terranova, en Canadá. La colisión le provocó una brecha de unos 90 metros de largo en el flanco derecho del casco, una herida mortal que lo condenaría al hundimiento aquella fría madrugada. Durante dos horas y media fue entrando agua, se fue sumergiendo la proa en el agua helada y se elevó la popa en medio de la noche y la nada. Solo había botes salvavidas para la mitad de los pasajeros. Murieron 1.504 personas. Sobrevivieron 704.
El Titanic había zarpado cuatro días antes del puerto de Southampton, en el sur de Inglaterra, con destino a Nueva York. Era el barco más opulento y grande de su momento. Tenía gimnasio, piscina cubierta, restaurantes de lujo y hasta nueve cubiertas. En la superior era donde estaban los botes salvavidas. Cabían cuarenta y ocho, pero sólo instalaron veinte. Viajaban algunas de las personas más ricas e influyentes de la época como Benjamin Guggenheim, heredero de un imperio minero, Isidor Straus, el propietario de los almacenes Macy’s de Nueva York o John Jacob Astor IV, el biznieto del fundador del hotel Waldorf Astoria de Nueva York.
Hizo una parada en el puerto de Cherburgo, en el norte de Francia, y otra en el de Cobh, en el sur de Irlanda, que entonces se llamaba Queentown, donde fueron embarcando pasajeros. En Cobh se hizo un pequeño homenaje a las víctimas del naufragio el pasado fin de semana. Fue el último puerto antes de entrar en el océano Atlántico con 2.208 pasajeros a bordo.
La estrella de Jack y Rose
Han transcurrido ya 110 años y el naufragio del Titanic sigue provocando una fascinación avivada por la película de 1997 con Leonardo Di Caprio y Kate Winslett. La casa de subastas ‘Aldridge and Son’, con sede en Devizes, en el sur de Inglaterra, rematará una insignia con forma de cruz blanca, propiedad de una de las superviviente del Titanic, por un precio de salida de 60.000 libras (72.500 euros) el próximo 23 de abril. Es la insignia de White Star Line, la naviera dedicada al transporte de pasajeros que encargó la construcción del RMS Titanic.
La insignia pertenecía a Roberta Maioni, una chica de 20 años inglesa que era la sirvienta de un pasajero de primera clase. Roberta vivió una historia de amor de cuatro días con uno de los tripulantes del transatlántico. La insignia será subastada junto con otros objetos personales de la joven muchacha, entre los cuales hay unas páginas mecanografiadas por ella en las que cuenta su historia. La casa de subastas se afanó a definir a Roberta y el tripulante como “un Jack y Rose de la vida real”. Los Jack y Rose de la película, interpretados por De Caprio y Winslett, eran personajes ficticios.
Roberta mantuvo durante muchos años en secreto la historia. Nunca reveló el nombre de su amante porque estaba casada. En la carta explica que él bromeó para no asustarla hasta el último momento, hasta que la subió en el bote salvavidas y le dio la estrella blanca. Él se quedó en el barco. Después cuenta que desde su bote salvavidas escuchó “los terribles gritos de los hombres, mujeres y niños que quedaron" en el Titanic y que “luego se produjo un silencio espantoso, más terrible que el sonido que se había producido antes”. Roberta falleció en 1963 a los 71 años.
Los astilleros de Belfast
También coincidiendo con el aniversario del naufragio, la naviera que construyó el Titanic, Harland & Wolff ha ganado el contrato para realizar obras en dos cruceros en los astilleros de Belfast, donde se construyó el famoso transatlántico. Uno de los cruceros en los que trabajará es el Queen Victoria, que será el mayor barco en dique seco que jamás ha habido en el Reino Unido.
La compañía estuvo a punto de desaparecer en 2019 cuando entró en bancarrota y fue comprada por siete millones de euros por la firma de infraestructuras energéticas InfoStrata. Éstas serán las primeras obras que lleva a cabo relacionadas con cruceros de los últimos veinte años. Harland & Wolff fue fundada en 1861 por el empresario británico Edward Harland y su socio alemán Gustav Wolff. Fue el mayor constructor naval del mundo a principios del siglo XX. Construyeron, en los astilleros de Belfast, centenares de barcos, entre ellos el RMS Titanic, que empezaron a construir en 1908 y participaron 15.000 obreros en la construcción, que duró dos años y medio.
Harland & Wolff llegó a tener 35.000 trabajadores. Fue uno de los principales constructores durante la Segunda Guerra Mundial cuando construyó 140 buques de guerra, 123 mercantes y 500 tanques. En la década de 1950, con el auge del transporte aéreo, empezó su declive. El último barco que construyó entero fue el Canberra en 1960. El pasado año Boris Johnson trazó un plan para invertir 4.000 millones de libras (4.400 millones de euros) para reavivar la industria naviera británica, que considera que ha sido clave en la historia económica del país.
Viaje al fondo del mar
Los restos del Titanic se encuentran a 3.821 metros de profundidad. Menos de 250 personas han podido ver sus restos desde que fueron descubiertos en el lecho marino del Atlántico Norte en 1985. Sin embargo, la compañía de viajes británica Blue Marble organizará a partir de este verano viajes submarinos para poder admirar la mítica embarcación. Serán expediciones de ocho días que costarán 250.000 dólares (230.000 euros) por cabeza.
Recorrerán el mismo trayecto que el Titanic en 1912 desde Southampton, Cherburgo y Cobh hasta llegar a la ciudad de San Juan, en la isla canadiense de Terranova. De allí los trasladarán al punto donde se hundió, a 600 kilómetros, y descenderán con un sumergible de fibra de carbono y titanio hasta el esqueleto de metal otrora de 269 metros de largo y ahora descompuesto. 46.328 toneladas de metal que ahora consumen los microbios creando estalactitas de óxido que cuelgan del barco. Cada inmersión durará entre de ocho y diez horas.
Se trata de un viaje único porque el Titanic se está descomponiendo y es cuestión de tiempo que desaparezca. La aceleración de la descomposición se ha producido, según los científicos, por la presencia de cazadores de tesoros furtivos y de turistas, por la sobrepesca en la zona, que ha reducido el número de peces que antes se comían la materia orgánica en torno al barco, y por la presencia de una extraña bacteria que carcome los restos y que bautizaron con el nombre de 'Holomonas titanicae', en su honor. Buena parte del barco ya no está. Poco a poco va desapareciendo en el fondo del mar. Se han derrumbado los camarotes y icónica bañera de la cabina del capitán ha desaparecido.