Roman Abramovich, de héroe a villano, el fin de un idilio de veinte años


Diputados británicos piden que se le confisquen sus activos, entre ellos el Chelsea, por su relación con Putin y sus “actividades corruptas”
Tiene vetada la entrada en el Reino Unido desde el envenenamiento del agente doble Skripal en 2018 en el pueblo de Salisbury
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La figura de Roman Abramovich está en boca de todos en Reino Unido por su presunta relación con Vladimir Putin. Se apunta que podría recibir sanciones y le podrían confiscar sus bienes en el Reino Unido, incluido el Chelsea FC. Desde que empezaron las declaraciones de políticos contra él, Abramovich cedió la gestión diaria del Chelsea a la fundación benéfica del club. También ha trascendido que Abramovich que se ha convertido en mediador entre Rusia y Ucrania para buscar la paz. Algunos le ven como un héroe, otros como un villano.
Tras la invasión rusa de Ucrania, Boris Johnson estableció sanciones contra cinco bancos rusos y tres millonarios rusos. Cuando en el Parlamento le preguntaron a Johnson si Abramovich era uno de ellos, el primer ministro dijo que sí, aunque más tarde tuvo que rectificar y dijo que no estaba en la lista. El Gobierno británico está intentando aprobar medidas para sancionar a los multimillonarios rusos cercanos a Putin. Activistas y parlamentarios piden al Gobierno que vaya más allá, que confisquen los bienes de todos aquellos que están relacionados con la corrupción y que se actúe contra Abramovich.
La semana pasada, el diputado laborista Chris Bryant aseguró en el Parlamento haber tenido acceso en 2019 a un informe del Ministerio de Interior que conectaba a Abramovich con el estado ruso y con “actividades y prácticas corruptas” y pidió que se le confiscaran sus activos, entre ellos el Chelsea. Por su parte, la ministra de Exteriores, Liz Truss, afirmó que tienen una lista negra de oligarcas rusos que enfrentarán sanciones en las próximas semanas. “Estamos apuntando a los aviones privados de los oligarcas, sus propiedades, sus posesiones”, dijo. El Gobierno ha presentado esta semana un proyecto de ley sobre delitos económicos para dotar de mayor transparencia al sector inmobiliario y permitir que los activos puedan ser confiscados.
La maniobra de Abramovich
Abramovich hizo su primer comentario público desde la invasión rusa de Ucrania a través de su portavoz de Chelsea para afirmar que Ucrania había pedido ayuda, su apoyo “para lograr una resolución pacífica” y que “ha estado tratando de ayudar desde entonces”. La solicitud de mediación provino del productor de cine ucraniano Alexander Rodnyansky. Abramovich también ha pasado la administración del Chelsea a la fundación benéfica del club, pero él se mantiene como dueño de momento, aunque lo hace desde Moscú y, por tanto, puede seguir fichando.
Sin embargo, en el comunicado de Abramovich anunciando el movimiento, no mencionaba la guerra. Esta omisión generó controversia, forzando al Chelsea a emitir un nuevo comunicado, este a nivel institucional, no en nombre de Abramovich, condenando la guerra. En la final de la Carabao Cup de este domingo entre Chelsea y Liverpool, los dos equipos saltaron al terreno de juego con banderas ucranianas y los seguidores del Chelsea se posicionaron del lado de Ucrania pese a los lazos prorusos del club del oeste de Londres. El presentador de televisión británico Piers Morgan calificó el movimiento de Abramovich de “egoísta”. Mucha gente cree que lo ha hecho para evitar que le quiten el club.
Este jueves el oligarca ha anunciado la venta de Chelsea, el equipo que él reflotó tras comprar por 100 millones de euros.
Russian businessman Roman Abramovich said he had decided to sell Chelsea Football Club and promised to donate money from the sale to help victims of the war in Ukraine https://t.co/SxrWBpMwXn pic.twitter.com/2K9U99JusS
— Reuters (@Reuters) 2 de marzo de 2022
Al amparo de Yeltsin y Putin
Roman Abramovich nació en 1966 en Sarátov, en la entonces Unión Soviética. Perdió a sus padres cuando tenía cuatro años y fue adoptado por su tío en Moscú. Sus abuelos maternos eran ucranianos y los paternos, judíos-lituanos. Dejó la escuela a los 16 años y se puso a trabajar como mecánico. Tras una temporada en el ejército, empezó su carrera como empresario vendiendo juguetes de plástico. Desarrolló distintos negocios durante los años de la Perestroika hasta que, tras la disolución de la URSS en 1991, aprovechó los negocios que ya tenía y aquellos años de privatización de las empresas estatales, se metió en el negocio del petróleo y el gas, se convirtió en el accionista principal de Sibneft y compró y vendió más de veinte empresas convirtiéndose en multimillonario y en una de las personas más poderosas de Rusia con apenas treinta años de edad. Se convirtió en oligarca primero al amparo de Yeltsin y después de Putin.
En 2003 desembarcó en Reino Unido y compró el club de la Premier Chelsea FC, absorbiendo su deuda. Realizó una fuerte inversión en fichajes llevándolo a lo más alto, a ganar cinco ligas y dos Champions en apenas veinte años. Además del futbol, sus otras dos pasiones son la política (fue gobernador de una región de Siberia entre el 2000 y el 2008) y el arte. Casado dos veces y con siete hijos, actualmente posee una fortuna de 12.300 millones de euros, la sexagésimo octava fortuna del mundo, según la lista Forbes, aunque llegó a ser la undécima en 2006.
El fin del idilio
Se convirió en un héroe para los aficionados del Chelsea. Sin embargo, sus problemas en Reino Unido empezaron con el envenenamiento del agente doble ruso Serguéi Skripal y de su hija el 4 de marzo de 2018 en el pueblo inglés de Salisbury. Skripal fue envenenado por dos agentes de la agencia de inteligencia militar rusa GRU con Novichok, un agente nervioso que solo se fabricó en la URSS. La entonces primera ministra, Theresa May, anunció represalias contra Putin expulsando a veintitrés diplomáticos rusos. Aquel fue el principio del final del idilio entre Abramovich y los oligarcas y millonarios rusos y el Reino Unido, que entregaba el llamado “visado de oro” a aquellos que invertían más de 2,4 millones de euros en propiedades del país. Desde entonces se empezaron a reducir los visados.
Se acusó a Abramovich de actividades corruptas y de estar cerca del régimen de Putin. Se le retiró el visado y tuvo que suspender la construcción del nuevo estadio del Chelsea, que ya estaba aprobado y que no se llegó a construir. Entonces Abramovich se sacó el pasaporte israelí y pudo volver a entrar durante seis meses, pero luego volvieron a vetarlo a medida que se incrementaban las tensiones con Putin. Los últimos años ha dirigido al Chelsea desde el extranjero.