Rostislav, el español que lucha contra el mercado negro de medicamentos en Járkov: "Es un crimen de guerra"

A sus 31 años, ha decidido quedarse en la segunda ciudad más grande de Ucrania para ayudar
El matemático español asegura haber recogido más de 30 toneladas de material médico que entrega directamente a los departamentos hospitalarios para evitar el fraude
Viendo lo que Rusia ha hecho en esta ciudad es imposible no pensar que puede hacer lo mismo en el resto de países europeos, advierte
Rostislav Philippenko llevaba varias semanas en la ciudad de Járkov, Járkiv en ucraniano, cuando el 24 de febrero Putin decidió invadir Ucrania. Rostislav estaba preparando su trabajo fin de máster de matemáticas y podría haber salido del país sin problemas, ya que con siete años se fue a vivir a Valencia con su padre y tiene la ciudadanía española. Aún así, tal y como relata a NIUS, prefirió quedarse en Járkiv con su madre, su tía y su abuela, y ayudar. "Marcharme habría sido ir en contra de mis principios", asegura.
En su caso, con 31 años, de familia de médicos, Rostislav dice saber bien cómo funciona el sistema. "Las ONG están haciendo un trabajo increíble -subraya- pero hay hospitales en los que el personal de recepción se queda con el material donado y luego lo vende a los pacientes". Un "crimen de guerra", califica, que intenta evitar haciendo que los medicamentos donados lleguen directamente a los departamentos hospitalarios y los pacientes no tengan que pagar por ellos.
La forma más adecuada de canalizar la ayuda
Organizaciones como Farmacéuticos Sin Fronteras o Médicos Sin Fronteras no tienen constancia de estos episodios, aunque tampoco descartan que pueda haber pillaje o corrupción. Máxime en un país en guerra y en una ciudad como Járkiv, la segunda ciudad más grande de Ucrania después de Kiev, donde la situación "debe ser terrible", aseguran. Por eso, indica a NIUS Ángel Huélamo, Director General de Farmacéuticos Sin Fronteras, hay que ser "cautelosos". "Nosotros siempre intentamos trabajar con las autoridades locales u organizaciones que estén en la zona y, con el fin de evitar problemas, desaconsejamos canalizar la ayuda a través de particulares a no ser que sean conocidos".


Para despejar cualquier sombra de duda, Rostislav fotografía los medicamentos entregados a las personas mayores necesitadas, como Larisa, graba con su cámara el almacén donde clasifican la mercancía y guarda los albaranes de entrega que pide no publicar por razones de seguridad. Tal y como se puede ver en el vídeo que encabeza la información, dentro del local, unas 10 personas, todas ellas voluntarias, gestionan los paquetes y organizan las cajas en las que, relata Rostislav, hay todo tipo de productos farmacéuticos: desde pañales para adultos, antisépticos, medicamentos para cirugía, urología...
Ayudar para "no perder la cabeza"
Material variado e imprescindible para el funcionamiento de los 31 hospitales de Járkiv, hoy más necesitados que nunca. En uno de ellos trabaja Marina, una doctora que se ha pasado toda la noche en el local catalogando la mercancía. Más de 30 toneladas de ayuda que Rostislav se ha encargado de recoger en la frontera con Polonia, a más de 1.000 kilómetros de distancia. Es, asegura a NIUS, su forma "de no perder la cabeza" en una situación "dura", con días como el miércoles, con bombardeos durante toda la noche y explosiones que hicieron temblar los cimientos de su casa. "Los rusos cuentan que atacan objetivos militares, pero los numerosos edificios civiles bombardeados demuestran lo contrario", denuncia.
Aún así, a pesar del peligro y de las advertencias de las autoridades locales para evitar andar por la calle, el matemático sigue saliendo para distribuir los medicamentos en hospitales, en el metro o en casas de personas dependientes. Aunque lo suyo no es nada, dice, si se compara con la actuación de los servicios comunitarios. "Para mí los héroes de verdad son ellos, los basureros que recogen los desperdicios mientras impactan los misiles o los barrenderos que limpian las calles llenas de escombros; la gente les aplaude, es increíble".
Las "pequeñas cosas" que aportan paz en una guerra
Aunque con siete años fue a vivir con su padre a España, Rostislav Philippenko no perdió sus raíces ucranianas ya que todos los veranos iba a visitar a su madre y a su familia en Járkiv, una ciudad a unos 50 kilómetros de la frontera con Rusia, pero "llena de luz y cada vez más cambiada". "Estaban abriendo unos locales de diseño que no te los encontrabas ni en Madrid", relata. Por eso, "es imposible contener las lágrimas cuando pasas por el centro de la capital, destrozada por los rusos, y es imposible no pensar que los siguientes van a ser el resto de países europeos", reflexiona Rostislav sin dejar de fumar. "Sí lo sé, es malo, ya lo dejaré cuando ganemos la guerra", dice.




En estos momentos, el tabaco le tranquiliza casi tanto como ver a personas barriendo las calles de Járkiv, la ciudad con la fama de ser la más limpia del país, a niños jugando en los refugios o a gente donando sangre. "Son estas pequeñas cosas, tan sencillas y tan simples, las que te dan paz en situación de guerra y las que te hacen pensar que el mundo va a seguir adelante y que aquí no se va a acabar nada", explica el matemático.
Rostislav Philippenkp recauda dinero a través de esta cuenta de PayPal: sh.rosti@gmail.com y en estos momentos necesitan antibióticos, hipertensivos, hormonales, hipoglucemiantes (inyectables y en tabletas), - anti-inflamatorios (no esteroides), gotas para el glaucoma, antiespasmódicos, bloqueadores de la bomba de protones, antihistamínicos, anticonvulsivos, anticoagulantes, analgésicos y reductores del colesterol que recogen en la calle Entrepeñas 2, de Alcalá de Henares (Madrid)