Scholz, el rehabilitador socialdemócrata


El aspirante a canciller del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Olaf Scholz, ha logrado, además de situarse como favorito para las elecciones generales del domingo, levantar a su partido, hasta este verano hundido en las encuestas
A Olaf Scholz, el aspirante a canciller del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), las elecciones generales del domingo le pillan con los deberes hechos. Según las encuestas, se ha dotado del mejor perfil para encaminarse a la Cancillería Federal que Angela Merkel dejará vacía tras esa cita con las urnas.
Scholz ha buscado ocupar el vacío que deja la canciller en la escena política. En la campaña electoral, él era lo más parecido a Angela Merkel. No por contenidos políticos – aunque un poco también – sino, sobre todo, por su estilo y personalidad pública.
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El socialdemócrata Olaf Scholz parece el mejor 'heredero' de Angela Merkel en Alemania
— NIUS (@NiusDiario) 5 de septiembre de 2021
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En vista de las encuestas de intención de voto, favorables para los socialdemócratas en la recta final de la campaña, la apuesta de Scholz y compañía ha salido bien. Los socialdemócratas se la jugaron a que “después de 16 años de Angela Merkel en el poder, los ciudadanos anhelan una versión masculina de la duradera canciller”, han explicado, por ejemplo, en el diario económico Handelsblatt.
Poco discutibles son los adjetivos que dicho periódico empleaba recientemente a la hora de describir el estilo de Scholz: “responsable, sabe imponerse, maestro de encontrar compromisos, pero también seco, aburrido y plano”. Esos atributos son un buen resumen también del ejercicio de la política que ha caracterizado a Merkel.
Antes de tener éxito en esta estrategia consistente en presentar a Scholz como lo más parecido a tener a Merkel en el poder por su carácter frío, tranquilo y razonable hasta el aburrimiento, en el SPD ha habido que poner paz. Para empezar, hubo que normalizar la relación entre el propio Scholz y la dirección del SPD.
Hay que tener en cuenta que Scholz salió derrotado a finales de 2019 del congreso de su partido que entregó la presidencia socialdemócrata a la dupla izquierdista que forman Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans. Scholz era el candidato favorito del aparato del SPD. Esken y Walter-Borjans eran outsiders.
Con el partido estancado en valores demoscópicos deprimentes e históricamente inéditos – durante meses se le atribuyó al SPD un 15% de la intención de voto –, Esken y Walter-Borjans convirtieron a Scholz en candidato a canciller de los socialdemócratas en agosto del año pasado. La elección del todavía ministro de Finanzas y vicecanciller en la tercera y última 'gran coalición' de Merkel, de 63 años, casado y sin hijos, fue una auténtica sorpresa.
Durante meses, el SPD estuvo por detrás de Los Verdes en las encuestas. Muchos vieron en los ecologistas el nuevo partido de masas del centro-izquierda. Pero esa visión resultó ser una fatamorgana política.
Porque los socialdemócratas elegían con tiempo a su candidato y eso les permitió, rehabilitarse internamente y concentrarse en su programa. Así, en mayo de 2021, cuando la CDU aún tenía reciente la elección de Armin Laschet y seguía desprovista de programa, el SPD inició con Scholz una marcha que tiene mucho de camino hacia el poder. Las circunstancias, eso sí, han sido favorables.
Los escándalos no afectan a Scholz, como le pasaba a Merkel
Porque Scholz comienza a demostrar tener un muy específico y eficaz talento político propio de Merkel. De la canciller se decía que no había escándalo político – porque los hubo en sus 16 años en el poder – que le afectara. Se decía por eso que la canciller estaba hecha de teflón, material de las sartenes que evita que los alimentos se peguen al cocinar. Lo mismo está pasando ahora con Scholz. El escándalo Wirecard es el mejor ejemplo.
En dicho caso, las autoridades de vigilancia financiera del ministerio de Scholz demostraron ceguera ante el fraude contable de proporciones multimillonarias cometido por los responsable de la firma. Pero al socialdemócrata no le ha pasado factura.
“Wirecard es un caso complejo, el votante normal no llega a entenderlo ni tampoco por qué Scholz ha de ser responsable. Aunque haya comisiones de investigación, la gente no sigue tanto los resultados de dichas comisiones, que sirven más para alimentar el debate que a la verdad”, dice a NIUS Peter Matuschek, responsables de estudios de opinión en el instituto Forsa.
La campaña de Scholz: repetir, repetir, repetir
Lo mismo que con Wirecard ha pasado con el reciente registro en el Ministerio de Finanzas a cargo de la fiscalía a cuenta de un caso de blanqueo de dinero. Frente a esas complejidades, la campaña electoral de Scholz ha sido simple. La resumía así el dominical Welt am Sonntag en su última edición antes de la cita con las urnas: “repetir, repetir, y repetir”.
Lo que repite Scholz en ese tono mecánico son propuestas como, por ejemplo, subir el salario mínimo a doce euros la hora, garantizar las estabilidad de las jubilaciones y las nuevas ayudas económicas a las familias con niños. Además, Scholz ha evitado en todo momento mostrarse políticamente combativo. No ha ido a la ofensiva, consciente de que él y no Laschet, supuestamente el 'heredero de Merkel', se beneficia políticamente de su presencia en el Ejecutivo.
Scholz ha terminado siendo en la campaña el hombre a batir, como demuestran los debates televisados que protagonizó junto a Laschet y la aspirante ecologista, Annalena Baerbock. Ante las cámaras, Laschet trató en vano de desestabilizar al socialdemócrata, especialmente en el segundo de los tres debates. Pero las encuestas exprés tras los debates dieron, todas, a Scholz como claro vencedor.
Favorito por deméritos ajenos
Los debates, para Scholz, también fueron muy explicativos de aquello en lo que ha consistido su campaña. A saber, evitar los errores. Éstos se han encargado de cometerlos, sobre todo, sus principales rivales: Laschet y Baerbock.
Scholz, abogado laboralista, miembro del SPD desde los años setenta y otrora alcalde de Hamburgo (2011-2018) además ministro de Trabajo y Asuntos Sociales en la primera 'gran coalición' de Merkel (2007-2009), ha sabido destacar ante los deméritos ajenos.
Ich bin Olaf Scholz, Kanzlerkandidat der @spdde. Mit Dir will ich unser Land nach vorn bringen: Für bezahlbaren Wohnraum, stabile Renten, faire Löhne für alle und eine moderne, klimaneutrale Wirtschaft. Das ist soziale Politik für Dich. Und das packe ich an. pic.twitter.com/2L8hdeGwz6
— Olaf Scholz (@OlafScholz) 6 de agosto de 2021
“La relativa ventaja de los socialdemócratas en las encuestas se debe a Scholz y a las debilidades de la CDU, no tanto por los temas de los que se han ocupado en la campaña”, comenta Matuschek desde Forsa. “Respeto” y “justicia social” son dos de las claves de la campaña del SPD. No son temas que ahora se consideren más importantes que en anteriores años electorales.
La gestión de la pandemia y la protección contra el cambio climático son asuntos más importantes para los votantes, dicen en Forsa. Y, sin embargo, en vista de la debilidad de conservadores y ecologistas, Scholz y el SPD parecen haber puesto la directa hacia la Cancillería Federal.