Las señoras mayores de Suiza que han hecho de la jubilación su tiempo de activismo climático


NIUS habla con Pia Hollenstein, cofundadora de la asociación Klima-Seniorinnen, “Jubiladas contra el cambio climático”.
Se trata de una asociación de ciudadanas suizas enfrentadas con su país, al que reprochan no hacer lo suficiente frente al calentamiento global.
Para Pia Hollenstein la cuestión del cambio climático no es una cuestión de futuro. Lo es de presente.
Esta septuagenaria forma parte de la asociación de mujeres suizas que ha llevado a su país ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos con una denuncia en la que se acusa a las autoridades helvéticas de una excesiva pasividad ante el cambio climático que cuesta vidas humanas, sobre todo, de mujeres.
En la asociación de las Klima-Seniorinnen, algo así como “Jubiladas contra el cambio climático”, Hollestein y otras 2.000 mujeres se dedican al activismo porque entienden que las mujeres ya sufren por el cambio climático y quieren ver a su Gobierno más implicado frente al calentamiento global.
Ante olas de calor, según defienden este colectivo de señoras de más de 64 años, las mujeres tienen más posibilidades de sufrir problemas graves de salud. En la tercera edad, según recuerdan, por ejemplo, en la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, “la sensación de sed” es menor. Los riesgos de deshidratación son mayores, y esa falta de agua, si no se trata, “puede llegar a causar shock
En las Klima-Seniorinnen se apoyan en resultados de estudios según los cuales las mujeres son especialmente sensibles a las olas de calor. “Las mujeres mayores están más afectadas por el cambio climático, por eso nos hemos organizado en este grupo”, señala Hollenstein a NIUS. De ahí también que ella vea las subidas de las temperaturas del planeta como una amenaza ante la que actuar desde ya.
Ocurre, sin embargo, que desde hace décadas, los sucesivos gobiernos suizos han estado en “de partidos que están defendiendo sus intereses económicos antes que la protección contra el cambio climático”, explica Hollenstein. Esta mujer, que trabajó y enseñó en su día profesionalmente en el sector sanitario además de haberse dedicado a la política, fue hace tiempo representante de Los Verdes helvéticos en el Consejo Nacional de Suiza, la cámara baja helvética.
Llevó las dos carreras a la vez porque en su país, “con el sueldo de representante político no da para vivir. Yo me dedicaba 60% a la política y 40% a la enseñanza”, cuenta, aludiendo a una carrera política que en su caso se prolongó durante tres lustros (1991-2006).
“Los Verdes llevan treinta años luchando contra el cambio climático. Pero el problema es que nunca fuimos capaces de generar una mayoría parlamentaria”, explica Hollenstein, cofundadora de las asociación de jubiladas contra el cambio climático.
Cuando la política no ofrece soluciones, el recurso es ir a Estrasburgo
Ante este impasse político, la rama suiza de Greenpeace animó en 2016 a Hollenstein y compañía a levantar una asociación que luchara en los tribunales para hacer prevalecer los compromisos internacionales de su país. En especial, para que respete los artículos número dos y ocho de la Convención Europea de Derechos Humanos, un texto firmado por Suiza. Esos artículos reconocen, respectivamente, el “derecho a la vida” y el “derecho a la vida privada y familiar”.
🥳 The European Court of Human Rights greenlights Swiss seniors’ climate case. Let's celebrate! @KlimaSeniorinhttps://t.co/ICfepCJVc0
— Greenpeace.ch (@greenpeace_ch) 26 de marzo de 2021
En la asociación de jubiladas de Hollenstein entienden que su país no hace lo suficiente por las mujeres mayores de su país en el actual contexto de calentamiento global. Tanto es así que han denunciado eso mismo ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, que actualmente está estudiando el caso.
Su causa está inspirada en la condena de diciembre de 2019 en la que el Tribunal Supremo de Los Países Bajos ordenaba al Ejecutivo a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero del país en vista de los insuficientes esfuerzos en esa tarea que habían demostrado los gobiernos neerlandeses. Aquella decisión judicial no tenía precedentes y, entre otras cosas, se interpretaba como el resultado de la obligación de los estados de proteger frente al cambio climático.
“Están violando nuestros derechos humanos”
“En nuestro caso, lo nuevo es que nosotras denunciamos que se atenta contra derechos humanos. Por eso es una denuncia importante a nivel europeo y global. Nosotras decimos que se están violando nuestros derechos humanos”, señala Hollenstein.
Otra decisión judicial que invita a pensar en el éxito en Estrasburgo que pudieran tener Hollenstein y compañía es la decisión del Tribunal Constitucional alemán del año pasado. Según esa decisión, la ley de protección climática del Ejecutivo de Angela Merkel era insuficiente para garantizar el futuro las próximas generaciones del país.
Así, el Tribunal Constitucional germano obligó a Merkel y su Gobierno a mejorar deprisa y corriendo los objetivos climáticos del país, forzando una reforma de la ley en la que pasó a fijarse, entre otras cosas, que para 2040 las emisiones de gases de efecto invernadero tendrían que reducirse en un 80%.
Suiza, a todas luces, no es un país tan industrial como Alemania. Hollenstein, sin embargo, recuerda que Suiza “es un país industrial en el que hay muy pocas leyes buenas” desde un punto de vista climático.
“Eso es lo que decimos en nuestra denuncia ante el tribunal de Estrasburgo. Suiza hace demasiado poco para reducir las emisiones de dióxido de carbono. Se podrían hacer cosas en el sector de la agricultura, los transportes y la construcción de edificios”, comenta Hollenstein, aludiendo a uno de los principales gases de efecto invernadero a cuyas emisiones se vincula el calentamiento global.
“Además, Suiza es un país de finanzas, y éstas tienen demasiado sitio para las energías fósiles. Ahí se hacen muchas cosas mal”, añade. El sector de las finanzas en la economía suiza, según el portal de estadística Statista se identifica con un 9,6% del PIB del país.
A la espera de la decisión del tribunal de Estrasburgo
Mientras Hollenstein y el resto de jubiladas suizas comprometidas con la protección del clima esperan a una decisión judicial que se hace esperar en Estrasburgo, la cofundadora de esta asociación de mujeres helvéticas constata con pesar, entre otras cosas, cómo los glaciares de su país están desapareciendo por culpa del calentamiento global.
“Algunos ya no están, otros se están derritiendo. Son una gran reserva de agua para el país que estamos perdiendo”, señala Hollenstein, criada en una familia de nueve hermanos en un pequeño pueblo del noreste suizo. Pero Hollenstein ni sus veteranas compañeras de activismo se limitan a lamentar las consecuencias del cambio climático.
“Hacemos todo lo que podemos para dar a conocer nuestra iniciativa. Cuando hay una manifestación por el clima, ahí estamos”, explica Hollenstein. “Montamos puestos informativos, hacemos campañas de información por correo y nos invitan mucho a hablar por el país. Yo he estado ya interviniendo en charlas en Lausana (oeste suizo) y Friburgo (suroeste alemán)”, abunda esta activista.
“Queremos sensibilizar sobre la crisis climática y decir que la situación es urgente”, concluye.