Los socialdemócratas alemanes enredan a una de sus figuras históricas con las políticas identitarias


Los socios de gobierno de la 'gran coalición' que dirige la canciller Angela Merkel se enzarzan a cuenta de las políticas de identidad
Wolfgang Thierse lo ha sido prácticamente todo en la política alemana. Fue diputado del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) en el Bundestag casi un cuarto de siglo. Antes fue el primer presidente del SPD en la agonizante dictadura que fue la República Democrática de Alemania (RDA). Entre 1998 y 2005 presidió la Cámara Baja. También ha formado parte de la dirección del SPD.
Alguien con ese recorrido en política debiera ser algo parecido a una autoridad en el SPD, una de esas figuras políticas que sirven de faro. Pero no lo es. En el SPD que dirigen Saskia Esken y Norbert Walter-Bojans, Thierse es motivo de polémica. Escuchando a los integrantes de la presidencia del SPD, el pecado de Thierse ha sido ocuparse de un tema que, al parecer, no debía.
A finales de febrero, Thierse publicaba un ensayo en el influyente diario conservador Frankfurter Allgemeine Zeitung. “¿Cuánta identidad aguanta una sociedad?”, se titulaba el texto. En él, Thierse se preguntaba sobre la conveniencia de esa tendencia presente en sociedades como la alemana que consiste en ceder el debate público a los promotores de las llamadas políticas de identidad.
Recordaba en su texto Thierse que las políticas de identidad las hay de extrema derecha, donde se encuentran los deseosos de “imponer una identidad nacional, cultural y étnica homogénea malentendida”, y de izquierdas. Aquí es precisamente donde su texto se convertía en un problema para su partido.
Porque Thierse hablaba de que los defensores de las políticas identitarias de izquierdas son, entre otras cosas, las responsables hoy día de la “cultura de la cancelación”.
“No puedo considerar ni como algo de izquierdas ni como cultura política democrática el excluir a gente que tiene una opinión diferente y quienes usan el lenguaje convencional [en lugar al lenguaje inclusivo, ndlr.] de los medios de comunicación o de las universidades”, escribía Thierse.
En su texto, también cargaba Thierse con esa aparente obsesión del activismo de izquierdas obsesionado con el papel de las “víctimas de la sociedad”. “A las víctimas hay que escucharlas de forma incondicional, pero no tienen razón per se y tampoco ellas deberían determinar lo que es justo ni decidir sobre los discursos del debate público”, según Thierse.
Además, también criticaba esa tendencia de una influyente tendencia del antiracismo cuyo lema es básicamente, según esta veterana figura del SPD, “el que es blanco, ya es culpable”.
Contra quienes piensan que la diversidad es un fin en sí mismo
Para Thierse, en definitiva, la diversidad de la sociedad no debe ser un fin en sí mismo, sino “el fundamento de nuestra democracia y cultura”. Su artículo no era en modo alguno una propuesta programática ni nada por el estilo. Pero en el SPD – y en la izquierda en general – hubo quien no lo pudo soportar.
De lo contrario, Thierse no habría estado bajo una tormenta mediática que le ha dejado sin ganas de hablar del tema. “En vista de las turbulencias y de la abundancia de declaraciones que se han hecho, me gustaría dejar el tema”, dice Thierse a NIUS, pidiendo comprensión por su deseo de mantenerse en silencio.
Para Michael Bröning, miembro de la comisión de valores básicos del SPD, el caso Thierse pone de manifiesto la llegada a Alemania de las políticas de identidad y, hasta cierto punto, constituye una “llamada de atención a la izquierda alemana” que demuestra que nadie está a salvo de las políticas de identidad.
“Que alguien como Wolfgang Thierse, todo un presidente del Bundestag y un demócrata fuera de toda duda que se ha manifestado en la calle contra el comunismo de la RDA y contra los neonazis, haya sido calificado estos días de hombre mayor que ha perdido todo contacto con la realidad y una vergüenza para el partido, es una señal que demuestra que lo que está pasando con las políticas de identidad no es nada bueno”, dice Bröning a NIUS.
Los jóvenes socialdemócratas quieren prohibir el vestirse de indio americano
Bröning, que dirige desde Nueva York la Oficina allí de la Fundación Friedrich-Ebert, una organización de inspiración socialdemócrata, conoce de primera mano el activismo identitario estadounidense de cuyas actitudes y desmanes también se está empapando el izquierdismo alemán.
“Hay una diferencia muy importante en la izquierda, en general, entre los miembros jóvenes de los partidos y los miembros más mayores. Los jóvenes están más influenciados por estos debates identitarios importados de Estados Unidos. Por ejemplo, en la organización juvenil del SPD, Jusos, están debatiendo ahora el prohibir disfrazarse de indios americanos en el Carnaval de Colonia”, explica Bröning.
Sea como fuere, Thierse llegó a poner sobre la mesa su abandono del partido. Entre las airadas reacciones que generó el texto de Thierse en el Frankfurter Allgemeine Zeitung se encuentran palabras de solidaridad de los integrantes de la dirección de su partido dirigidas a los colectivos que se pudieran haber visto ofendidos por las reflexiones públicas del otrora presidente del Bundestag.
La dirección del SPD, en contra de Thierse
Ante la presión ejercida sobre el partido del colectivo LGBTI, la dirección del SPD se dirigió a esta comunidad con un escrito firmado por Esken y Kevin Kühnert, influyente miembro de la dirección de la formación socialdemócrata y hasta hace nada líder de Jusos. Ambos defendían un “SPD más empático y solidario” que el que Thierse representaba.
En ese escrito no se citaba a Thierse, pero él se da por aludido, entre otras cosas, porque la dirección del SPD ha dado pie a titulares como: “la dirección del SPD se distancia de Thierse”. Tras días de tensión, tira y afloja además de numerosas declaraciones interpuestas a través de los medios de comunicación, el frente en el SPD pudo calmarse.
Esken terminó diciendo a Thierse, según ha trascendido en la prensa, que la dirección “no se distancia de él” y que tampoco “se avergüenza de él”. En un momento dado, la polémica llevó a eso mismo, a que en el partido que gobierna con Merkel se tratara a Thierse como un representante de un “SPD que va marcha atrás”, según se llegó a aludir en la dirección del partido a quienes piensan como el veterano socialdemócrata.
Menos cambiar el lenguaje y más trabajo contra la brecha salarial
Ese SPD, sin embargo, es el que quiere no concentrarse en las políticas identitarias. Thierse es de los que prefieren trabajar, por ejemplo, en lugar de “introducir cambios [inclusivos, ndlr.] en el lenguaje, en trabajar en la brecha salarial”, porque “las diferencias de salario entre hombres y mujeres es más grande en Alemania que en cualquier otro sitio”, según afirmaba este veterano político en una de sus más recientes entrevistas, concedida al mensual conservador Cicero.
Preocupado por mantener el voto de la clase trabajadora, entre otras cosas, el SPD que tenía a Thierse en primera línea era una formación popular que unía masas de votantes. Ya no es así, al menos así lo indican las encuestas de intención de voto.
De cara a las próximas elecciones generales, que se celebrarán el próximo 26 de septiembre, al SPD se le atribuye entre un 15% y un 17% de los votos. Ese porcentaje lo convertiría en la tercera fuerza política del país, por detrás de Los Verdes y de la Unión Cristiano Demócrata (CDU). En los buenos tiempos políticos de Thierse, el SPD aún ganaba elecciones.
“La izquierda siempre fue fuerte cuando supo unir colectivos, intelectuales y trabajadores, ricos y menos favorecidos, gente joven y gente mayor, por ejemplo. Cuando el centro-izquierda logra unir estos grupos de la sociedad, entonces puede llegar al poder. Pero con las políticas de identidad lo que pasa es que hay una concentración en sectores de la sociedad muy pequeños y en gente activa en redes sociales como Twitter. Pero las elecciones no se ganan en Twitter”, dice Bröning, el responsable de la Fundación Friedrich-Ebert.
“Las políticas de identidad son un peligro para la izquierda. Cuanto más tiempo estas en las batallas culturales de Twitter, más te olvidas de que la vida real no es Twitter. Ahora mismo estamos muy lejos de ver a la izquierda darse cuenta de esto”, concluye.