La experiencia indica que, por regla general, desarrollar una vacuna es un proceso largo y complejo que suele llevar entre 10 y 15 años. Con el SARS-CoV-2, el virus de la COVID-19, parece que se ha hecho una excepción.
Contra el coronavirus, que va camino de cobrarse 1,3 millones de víctimas mortales, según datos de la Universidad John Hopkins de Estados Unidos, la ciencia parece haber encontrado una prometedora vacuna gracias a la empresa de biotecnología alemana BioNTech y la firma farmacéutica estadounidense Pfizer.
Pero quienes se han volcado en el desarrollo de una solución como la que ha encontrado el binomio BioNTech-Pfizer no sólo se enfrentan a los problemas que plantea romper las defensas del coronavirus. En no pocos países hay muestras de inseguridad en buena parte de la opinión pública ante una vacuna que va a llegar supuestamente demasiado rápido.
Así, un estudio del pasado mes de octubre realizado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de España señalaba que casi un 44% de la población de nuestro país no estaría dispuesta a ponerse la primera vacuna que proteja contra el coronavirus. Ese porcentaje era mayor que el de gente que sí se vacunaría, a saber, un 40%.
España no es un caso aislado. En Estados Unidos hay sondeos que indican que la mitad de la población siente reticencias ante la nueva vacuna. En Alemania, una encuesta de esta semana daba cuenta de que un 29% de los germanos no se vacunaría en ningún caso. Entre los alemanes, sí se vacunarían sin dudar un 37% y “probablemente” un 34%.
Para poner fin a la pandemia, se estima en que cerca del 70% de la población mundial, es decir 5.600 millones de personas, ha de estar vacunada. Por eso, en empresas como BioNTech o Pfizer no sólo luchan contra el coronavirus. También se esfuerzan en despejar todas las dudas que pueda generar el proceso de creación de una vacuna que llegaría en tiempo récord.
Esa batalla la conoce bien Franz-Werner Haas, CEO de la empresa alemana CureVac. Esta firma germana es de las que prometía al principio de la pandemia ser capaz de dar con vacuna anti-COVID-19 “muy rápido”. Al igual que BioNTech, la vacuna de CureVac es una vacuna de ARN mensajero.
En el marco de un encuentro con la Asociación de la Prensa Extranjera de Berlín, Haas dice a NIUS que no puede imaginar una tecnología más segura que la que desarrollan empresas como la suya. Si esta biotecnología ha sido capaz de producir una aspirante seria a vacuna contra la COVID-19 tan rápido es, en buena medida, gracias a años de estudio que ahora traen sus frutos.
“Nuestra empresa es la primera que se creó para utilizar esta tecnología, en el año 2000. Desde 2014 trabajamos con vacunas en humanos. Las vacunas en humanos con esta tecnología ya es algo probado que funciona”, dice Haas. “La tecnología no es nueva, la utilizamos nosotros y nuestros competidores”, abunda, aludiendo a firmas como BioNTech. También la compañía estadounidense Moderna, entre otras, participa en la carrear para desarrollar la vacuna anti-SARS-CoV-2.
Esas tres firmas trabajan con vacunas de ARN mensajero. Según Haas, estas vacunas son seguras y, gracias a años de trabajo y estudio previo, han sido capaces de convertirse en poco tiempo en la posible mejor solución frente a la pandemia.
“Nosotros trabajamos sólo con un fragmento del genoma del virus. Es el camino más seguro para hacer vacunas. Yo no me puedo imaginar otro más seguro. Además, nosotros hemos hecho un estudio clínico en fase uno con 250 personas. Es el doble del número de personas que se suele emplear en esa fase”, dice Hass.
El CEO de CureVac alude a la primera de las fase de pruebas en humanos de toda vacuna. Previa a esa fase hay otra en la que se prueba que la vacuna sea eficaz en animales de laboratorio.
Posterior a la “fase uno” de la que habla Haas, hay una segunda y una tercera, en la que las pruebas se hacen en mayores grupos de personas con el objetivo de saber con mayor certidumbre si la vacuna, además de ser segura y eficaz, genera algún tipo de efecto secundario.
CureVac ya está a punto de comenzar en la tercera etapa de los estudios clínicos de su vacuna. Según las estimaciones de Haas, ésta podría estar en el mercado bien entrado el año que viene. Junto con la de BioNTech-Pfizer, podría ser de las primeras en ayudar a inmunizar a la población del planeta contra la COVID-19.
En los esfuerzos de CureVac también ha participado el Gobierno alemán. No en vano, el Ejecutivo de Angela Merkel invertía el pasado mes de junio 300 millones de euros en esa firma alemana a través del Instituto de Crédito para la Reconstrucción, una entidad financiera que pertenece al Estado alemán. Esos 300 millones de euros son casi un cuarto del capital de CureVac, concretamente un 23%.
Este tipo de decisiones políticas también son decisivas a la hora de explicar por qué empresas como CureVac, BioNTech o Moderna están siendo tan rápidas en la carrera de la vacuna contra la COVID-19. Para Jon Berman, profesor de la Escuela de Medicina del Instituto de Tecnología de Nueva York, “el gran acelerador de la vacuna es el dinero”.
“Si uno se pregunta por qué va tan lento el desarrollo de una vacuna normalmente, la respuesta es básicamente: 'por dinero'. Porque cuesta mucho dinero poner una vacuna al mercado”, explica Berman a NIUS.
Si ahora hay Gobiernos volcados con inversiones en empresas como CureVac es porque “se han dado cuenta del precio en términos de vidas y en términos económicos que implica no tener una vacuna; porque está claro que las economías no pueden sobrevivir si la gente no puede ir a trabajar”, abunda Berman.
all-inPero no sólo los actores públicos y privados están apostando en las vacunas. Las propias empresas que las desarrollan están jugándose cantidades astronómicas.
Porque incluso antes de que tengan el visto bueno de las autoridades para que las vacunas puedan entrar en el mercado, ya se están fabricando millones de dosis. Por eso Pfizer ha podido hacer planes según los cuales para finales de este otoño podría tener 20 millones de dosis listas. Si, por lo que fuera, Pfizer no recibiera el visto bueno de las autoridades, habría perdido mucho dinero.
No hay que olvidar que “en Estados Unidos, por ejemplo, la Agencia de Administración de Medicamentos (FDA) impone reglas muy estrictas”, recuerda Berman. “Son reglas de obligado cumplimiento que implican recabar evidencias científicas y evaluar esas evidencias antes de llevar el producto al mercado”, según este experto.
Por esto también las empresas de las vacunas están jugando contra el coronavirus una apuesta que les puede salir muy cara. Por eso Franz-Werner Haas, el CEO de CureVac, habla de los esfuerzos de su empresa como los de una jugada de póquer contra el coronavirus. Hass y compañía van “all-in”, según el CEO de CureVac.