Los independentistas escoceses buscan un plan B para poder celebrar un nuevo referéndum


Diputados del SNP entregan un manifiesto interno a su líder, Nicola Sturgeon, pidiéndole que convoque una consulta sin el consentimiento de Londres
Los nacionalistas se presentan a las elecciones regionales de mayo con la promesa de hacer un plebiscito si ganan y son los grandes favoritos
Boris Johnson ya ha dicho que no habrá segundo referéndum como mínimo hasta 2055 y otra facción nacionalista aboga por llevar el caso ante la justicia
Dos diputados escoceses del Partido Nacional Escocés (SNP) han presentado un manifiesto interno para presionar a su líder, Nicola Sturgeon, para que convoque un referéndum de independencia aunque no tenga el consentimiento del gobierno central. Proponen en dar un ultimátum a Boris Johnson hasta el 31 de marzo para que acepte la consulta o convertir las elecciones regionales escocesas del 6 de mayo en plebiscitarias y, si se imponen los independentistas, entonces convocar la consulta igualmente. Y si ganan, declarar unilateralmente la independencia de Escocia del Reino Unido.
Los dos diputados en cuestión son Chris McEleny y Angus MacNeil y detrás de ellos hay una importante facción dentro del partido que se está empezando a impacientar por los reiterados noes de Londres y la ausencia de un plan B en el SNP. McEleny y MacNeil ya propusieron una moción para la conferencia del partido de diciembre con estas premisas.
Entonces, incluso formularon un plan C, que consistía en directamente convertir las elecciones de este mayo en el referéndum. Al final estas propuestas fueron descartadas y en su lugar se planteó una moción genérica y vaga que se limitaba a afirmar que el SNP no aceptaría un no de Londres para hacer un nuevo referéndum. Pero no especificaba cómo haría el referéndum ni cuándo.
El resurgimiento de los independentistas
El independentismo escocés está estancado desde hace tiempo si saber cómo reaccionar ante el Brexit. En el SNP tienen claro que la única alternativa al Brexit es la independencia pero no saben cómo llegar a ella. El problema es el muro que se encuentran en Londres cada vez que piden hacer una nueva consulta. Para convocarla necesitan el consentimiento de Londres, la famosa Sección 30 que traspasa los poderes del parlamento central de Londres al de Edimburgo y que en 2013 David Cameron, entonces primer ministro británico, entregó Alex Salmond, entonces ministro principal escocés.
En 2014 fue la primera vez en trescientos años que Escocia tenía la oportunidad de separarse del Reino Unido. Escocia e Inglaterra se pasaron buena parte de la Edad Media en guerra, con los ingleses invadiendo territorios escoceses y éstos defendiéndose. Las dos naciones empezaron a unirse en 1603 cuando Isabel I de Inglaterra, la última de la dinastía Tudor, murió sin descendencia y Jacobo VI de Escocia, de la dinastía de los Estuardo, fue nombrado también Jacobo I de Inglaterra e Irlanda. Pero las dos naciones siguieron teniendo parlamentos separados hasta que en 1707 firmaron el Acta de la Unión que los convertían en un mismo país y que sigue vigente hasta nuestros días.
El primer ministro laborista Tony Blair devolvió el parlamento a Escocia en 1999, una decisión que ha sido criticada recientemente por el primer ministro, Boris Johnson, que afirmó que fue un error, dejando entrever que los independentistas nunca tienen suficiente. Aunque luego matizó que no había querido decir eso. En 2014 el conservador David Cameron aceptó celebrar un referéndum con la condición (no firmada) de que no hubiera más referéndums en una generación, es decir, en 25 o 40 años. Los unionistas se impusieron con el 55% de los votos, por el 45% de los independentistas. El asunto parecía que había quedado zanjado.
El desenlace del Brexit
Sin embargo, todo se complicó cuando Cameron autorizó otro referéndum en 2016, esta vez para independizarse de la Unión Europea (UE). El Brexit ganó en Reino Unido con el 52% de los votos pero perdió en Escocia, que decidió quedarse en la UE con el 62% de los votos. El problema es que uno de los principales argumentos de los unionistas en la consulta de 2014 fue que si Escocia se independizaba se quedaría fuera de la UE. Y muchos escoceses votaron seguir en Reino Unido para seguir en la UE.
Dos años más tarde el Reino Unido decidió salir de la UE y, con él, Escocia. El Brexit había triunfado en Inglaterra y Gales, no en Escocia ni en Irlanda del Norte. Fue entendido como una forma de nacionalismo inglés. Desde el Brexit y, sobre todo, desde la llegada de Boris Johnson, que se ha disparado el apoyo a la independencia en Escocia hasta el 58%.
Los nacionalistas del SNP tiene una base muy fuerte con 125.000 militantes en Escocia. Son el tercer partido con más afiliados del país, solo superados por los laboristas y los conservadores a nivel nacional. Están en el poder desde 2007 y en 2011 consiguieron una mayoría absoluta muy difícil de conseguir en Escocia porque el sistema electoral está diseñado para que ningún partido consiga una mayoría. En la actualidad gobiernan con el apoyo (de dos escaños) de los Verdes, que también son independentistas. Obtuvieron el 46% de los votos en 2016.
Las tres alternativas
Nicola Sturgeon, líder del partido y ministra principal escocesa, ya ha pedido a Londres el traspaso de poderes para convocar una nueva consulta dos veces a Theresa May (en marzo de 2017) y a Boris Johnson (en diciembre de 2019), después de que los nacionalistas ampliaran su mayoría en el parlamento de Londres en las elecciones generales logrando 47 de los 59 parlamentarios en liza en la región. La respuesta siempre ha sido que no. La semana pasada Johnson dijo que no debería haber otro referéndum hasta 2055. Sturgeon ya ha dicho que incluirá en su programa electoral para las elecciones escocesas del 6 de mayo el compromiso de celebrar una nueva consulta de independencia. Las convertirá en plebiscitarias.
El SNP es el gran favorito con el 50% de media en la intención de voto. Lo que nadie sabe es qué pasará después de que los independentistas ganen y Londres se oponga a otro referéndum. McEleny y MacNeil piden que se haga el referéndum sin el permiso. Sturgeon ya empezó a tramitar una ley en el parlamento escocés en diciembre, antes de que se consumara el Brexit, para autorizar un referéndum. Pero ella no es partidaria de convocarlo sin la autorización de Londres porque no sería reconocido a nivel internacional y perderían la credibilidad que ahora mismo tienen. Además, tiene muy presente lo que sucedió con el referéndum catalán. Ella es partidaria de seguir presionando a Londres.
Habría una tercera alternativa a la de hacer un referéndum sin permiso y a la de seguir presionando. Es la opción de Joanna Cherry, diputada del SNP en Londres y brillante abogada, que propone llevar el derecho a la autodeterminación a los tribunales y que sean éstos los que decidan. Cherry ya llevó a juicio la decisión de Johnson de suspender el parlamento para evitar seguir debatiendo el Brexit en septiembre de 2019 y ganó. El SNP intentará consensuar un plan B el próximo 24 de enero en la Asamblea Nacional virtual del partido.