Israel decreta un nuevo confinamiento total durante tres semanas para frenar el aumento de contagios

Los israelíes no podrán salir a más de 500 metros de su casa ni reunirse en grupos de más de 10 personas
Los expertos sitúan la politización de la crisis, el exceso de confianza, la falta de credibilidad de las autoridades y la poca disciplina social como las causas del aumento de casos
El ministro de Vivienda ha dimitido por el anuncio de confinamiento en un periodo vacacional del país, una medida que, según él, se debería de haber aplicado hace un mes
El Gobierno de Israel ha aprobado este domingo un cierre total de tres semanas para frenar la segunda oleada del coronavirus, que golpea con fuerza el país desde mayo y que alcanzó en la última semana uno de los índices de morbilidad más altos del mundo.
A partir de este viernes, los israelíes no podrán salir a más de 500 metros de su domicilio, los comercios no esenciales permanecerán cerrados. Tampoco podrán juntarse grupos de más de diez personas.
Sin embargo, mientras que la tasa de morbilidad de Israel es una de las más altas del mundo, el número de muertos sobre el total de contagiados fue y sigue siendo una de las más bajas (menor al 1%).
Según varios expertos, esto se debe no solo a que un porcentaje importante de los contagiados son jóvenes sino sobre todo a la preparación del sistema hospitalario que, sin embargo, advierten, podría saturarse pronto y, tal como sucedió en países como España e Italia, conllevaría un veloz aumento de los índices de mortalidad.
El Ministerio de Sanidad informó el pasado sábado de 2.651 nuevos casos, lo que sitúa el total en 153.217, con 1.103 fallecimientos. Asimismo, en estos momentos hay 490 personas ingresadas de gravedad a causa de la COVID-19.
Dimite el ministro de Vivienda por los planes de confinamiento
El ministro de Vivienda de Israel, Yaacov Litzman, anunció este domingo su dimisión en respuesta a los planes del Gobierno para aprobar un nuevo confinamiento ante el repunte de casos, una medida que coincidirá con un periodo vacacional en el país.
"Mi corazón está con los miles de judíos que van a la sinagoga una vez al año y que este año no podrán hacerlo por el confinamiento", ha dicho Litzman, miembro del partido ultraortodoxo Judaísmo Unido de la Torá, según ha informado el diario israelí 'The Jerusalem Post'.
Así, ha señalado que se ha pronunciado "en todos los foros posibles" contra el confinamiento durante este periodo vacacional y ha recalcado que "si es necesario un confinamiento, no debió haber esperado a que el aumento de los contagios llegara a este punto".
Litzman, quien fue ministro de Sanidad, ha argüido que esta medida se tuvo que haber aplicado hace un mes, y no en este momento de vacaciones. "Por eso, no puedo seguir siendo ministro y he decidido dimitir del Gobierno y volver al Parlamento", ha remachado.
De país modelo al desastre
El 12 de marzo, hace exactamente seis meses, Israel anunciaba el cierre de todas las escuelas y universidades del país. En ese momento registraba 109 casos confirmados y ninguna muerte por la pandemia. Luego lo harían los bares, restaurantes y todos los comercios no esenciales, medidas que, junto al rápido cierre de sus fronteras y frente a la escasa cifra de casos confirmados, fueron de las más drásticas del mundo.
El 19 de abril, a menos de un mes de registrar su primera muerte por coronavirus, con poco más de 13.000 infectados -con unos nueve millones de habitantes- y tras un intenso y efectivo confinamiento total, el Gobierno dio por terminada la peor fase de la pandemia.
"La idea de que la pandemia podía ser controlada fácil y rápidamente fue una ilusión, y fue un mensaje que transmitieron los políticos, de que la crisis ya había terminado y que podíamos volver a disfrutar de la vida. Fue un abordaje eufórico y marcado por el exceso de confianza", opina Leonid Eidelman, exdirector de la Asociación Médica Mundial y de la Asociación Médica Israelí.
El propio primer ministro, Benjamín Netanyahu, reconoció en julio, más de un mes después del comienzo de la segunda ola, que la desescalada de abril fue "demasiado pronto y demasiado rápida".
"Autocomplacencia", resume Alon Moses, director del Departamento de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas del hospital Hadassah. Moses agrega además que, tras la reapertura de abril, existió una falsa expectativa de que la incidencia del virus mermaría durante el verano y una seria demora en la implementación de nuevas restricciones tras detectarse el aumento de casos en junio.
Por otra parte, considera que hubo, y aún hay, una falta de comunicación entre las autoridades y la sociedad, que contribuyó a la poca adhesión a las restricciones y las normas de distanciamiento social, incluyendo la celebración de bodas y multitudinarias festividades religiosas, que cree fueron decisivas para el rápido aumento de casos.
Para Ran Nir-Paz, profesor en la Escuela de Salud Pública de la Universidad Hebrea de Jerusalén y especialista en enfermedades infecciones también en el hospital Hadassah, hay además otros dos factores que explican la caída en picado de Israel: la demora en la implementación de investigaciones epidemiológicas serias para rastrear los contagios y aislar a los posibles infectados y la politización de la gestión de la crisis.
"Debemos tener una estrategia a largo plazo y la gente debería entender que esto no es una carrera sino una maratón", sintetiza Eidelman.