A Johnson se le complica el plan del Covid


Un centenar de diputados conservadores, dispuestos a votar en contra del sistema de tres niveles este martes en el parlamento
El primer ministro ha hecho concesiones y presentará informes sobre el impacto económico, social y de salud para tratar de desactivar la rebelión
Los laboristas, que aún no han decidido si lo apoyarán, lo rechazarán o se abstendrán, se convierten en decisivos en la votación
A Boris Johnson se le está complicando su plan del Covid después de que un centenar de diputados de su partido hayan amenazado con oponerse o abstenerse en la decisiva votación de este martes en la Cámara de los Comunes. Está previsto que este miércoles entre en vigor el sistema de restricciones de tres niveles que debe sustituir al confinamiento.
Este nuevo sistema es el mismo que había antes del cierre pero con más concesiones en el nivel bajo y más restricciones en el alto. El problema es que el 99 por ciento de población quedará atrapada en los niveles dos y tres, los más altos. Y 23,3 millones personas (un 41,5 por ciento) despertarán este miércoles en el nivel tres con más restricciones de las que tenían antes del confinamiento. Estar en este grado significa que los bares y los restaurantes deberán permanecer cerrados y que se prohibe la reunión de personas en lugares cerrados.
Detrás de la rebelión están dos de los grupos que se han creado dentro del Partido Conservador en los últimos meses a raíz del éxito del Grupo de Investigación Europeo, que forzó la dimisión de Theresa May, el Brexit y la llegada de Boris Johnson. Su objetivo es influir en políticas que consideran clave dentro del partido. El primero de ellos es el Grupo de Recuperación del Covid (CRG, por sus siglas en inglés), que quiere que se rebajen las medidas contra el virus para revitalizar la economía del Covid.
También está el Grupo de Investigación del Norte (NRG), al cual pertenecen la mayoría de los diputados del norte de Inglaterra, del llamado “muro rojo”, los distritos electorales laboristas brexiteros que votaron a Johnson en diciembre de 2019. Ahora quieren que éste cumpla su promesa de descentralizar el país e invertir en infraestructuras en su territorio. Están molestos por los informes publicados este fin de semana que revelan que Londres solo se libró de entrar en el nivel tres por los números de la Tesorería que decían que medio millón de puestos de trabajo estaban en juego.
Concesiones y dinero extra
Johnson se ha pasado todo el fin de semana tratando de convencerlos para le apoyen en la votación. Y proseguirá con este cometido hasta el último minuto, hasta la votación. El primer ministro se ha visto forzado a realizar concesiones para tratar de desactivar la rebelión. Se ha comprometido a rebajar las restricciones en las áreas más castigadas el 16 de diciembre, que es la fecha fijada para revisar el sistema. Se revisará cada dos semanas para decidir si una zona sube o baja de grado. También se ha comprometido a votar a finales de enero una cláusula que permitiría abolir el sistema de tres niveles el 3 de febrero, dos meses antes de lo previsto.
Además, ha ofrecido dinero extra a los bares y restaurantes forzados a cerrar por las restricciones. La industria de la restauración está estudiando si emprende acciones legales contra el gobierno por considerar que las órdenes de cerrar son “defectuosas y discriminatorias”. Lo está estudiando después de saber que los científicos del gobierno encontraron que el virus no se propaga en espacios cerrados. Un 80 por ciento de los bares y restaurantes y la totalidad de los hoteles cumplirían con los estándares de ventilación.
Los rebeldes no se fían
Johnson también envió una carta a los setenta diputados del Grupo de Recuperación del Covid en la que les decía: “Creo que la estrategia es un enfoque equilibrado que ayuda a evitar el desbordamiento del Servicio Nacional de Salud, permite que los niños puedan seguir yendo a la escuela y la economía se abra de una forma segura”. Les expresaba que ya habían dejado atrás lo peor y les encomendaba a unirse.
“Las perspectivas que ofrecen las vacunas y los tests significan que podemos comenzar el proceso de recuperación en serio”, concluía la misiva. El gobierno ya ha avisado a los hospitales que estén listos para recibir las primeras vacunas entre el 7 y el 9 de diciembre para empezar la vacunación masiva. Las primeras serán las de Pfizer. Pese a que ha incrementado el número de tests en toda Inglaterra, el sistema de rastreo está siendo muy criticado.
Las palabras y las concesiones de Johnson no fueron suficientes para aplacar el motín. “No se puede esperar que los parlamentarios respalden estas severas restricciones sin un análisis de coste y beneficio y datos que demuestren que harán más bien que mal”, respondió Mark Harper, el líder del CRG. También exige pruebas médicas. Dice que la última vez que discutieron con el gobierno el confinamiento se filtró un informe que alertaba que el sistema de salud se colapsaría y luego se supo que no era correcto. “Muéstranos las evidencias”, le desafió Harper.
En manos de los laboristas
Downing Street publicará este lunes los estudios del impacto económico, social y de salud del coronavirus y cómo el plan del gobierno puede mitigar sus efectos. Según el ‘Centre for Economics & Business Research’ el sistema de Johnson costará mil millones de euros diarios en Inglaterra. Las tiendas y grandes almacenes y la restauración y hoteles serán los grandes damnificados.
Aunque el plan de Johnson únicamente afecta a Inglaterra, está consensuado con los otros tres gobiernos nacionales con poderes transferidos en sanidad (Irlanda del Norte, Gales y Escocia), que lo adaptarán a su situación. El ministro de exteriores, Dominic Raab, ha avisado que Inglaterra podría entrar en una tercera oleada de contagios a partir de enero si se rechaza el plan.
El líder del Partido Laborista, Sir Keir Starmer, todavía no ha decidido si su partido lo respaldará o se abstendrá en la votación. Se reunió este domingo con el jefe médico del gobierno, Chris Witty, para discutir los datos médicos. Los conservadores tienen una mayoría de 80 diputados en el parlamento. Los cien diputados ‘tories’ rebeldes podrían resultar decisivos si los laboristas se abstuvieran o votaran en contra. Si los laboristas votaran a favor, entonces neutralizarían la revuelta de sus rivales. Ahora mismo el plan de Johnson está en manos de Starmer.