Lagarde lanza la reforma del Banco Central Europeo

El Banco Central Europeo lanza una profunda revisión de sus políticas.
El BCE empezará a tener en cuenta el impacto económico de la crisis climática.
Menos de tres meses después de acceder al trono de Frankfurt (también conocido como presidencia del Banco Central Europeo o BCE), la francesa Christine Lagarde empezó este jueves a desmentir a quienes auguraban que su mandato sería una continuación de los años del italiano Mario Draghi.
Lagarde no ha movido los tipos de interés ni lanzado programas totalmente nuevos, pero ya puso en marcha su primer gran proyecto, una revisión completa de las políticas de la entidad que podría cambiar su sacrosanto objetivo de inflación.
Un poco más de inflación
La francesa quiere otra forma de controlar la inflación, el principal mandato del BCE junto a la estabilidad financiera de la Eurozona. Las normas actuales le exigen políticas monetarias que mantengan la subida de precios “por debajo pero cerca” del 2%, un nivel que hace más de un lustro que no se alcanza. La idea de Lagarde sería cambiarlo por “alrededor” del 2%. Parece un matiz pero es un cambio de fondo. Si ahora se llegara al 2,5%, el BCE se vería obligado a lanzar subidas de tipos para rebajar las décimas que superan el 2%. Con el nuevo objetivo tendría que hacerlo, pero de forma mucho más suave.
El gobernador del Banco Central de Francia, François Villeroy de Galhau, apuntaló las palabras de Lagarde: “nuestro objetivo de inflación debe ser simétrico. Si nuestro objetivo central es percibido como un techo tendremos menos posibilidades de alcanzarlo”. En la práctica eso subiría unas décimas el objetivo de inflación, porque tan correcto sería un 1,75% como un 2,25%, y permitiría políticas más potentes contra el mal de los últimos años: la demasiado baja inflación. La inflación actual en la Eurozona está al 1,3% anual, incumpliendo un año más el objetivo del BCE.
En las pocas reuniones mantenidas por el Consejo de Gobierno del BCE desde la llegada de Lagarde no ha habido grandes decisiones más allá de asegurar que seguirán las compras de deuda que había lanzado Draghi y que se volverán a bajar los tipos de interés si las condiciones así lo hacen necesario. El BCE está comprando activos de deuda por valor de 20.000 millones de euros al mes y ya acumula unos 2,6 billones de euros en títulos de deuda pública y privada europea.
Revisión de los programas de compra de deuda
La revisión también entrará a estudiar la eficacia y los efectos de esos programas de compra de deuda, aunque en este caso las cartas ya están sobre la mesa porque un informe del propio BCE estima que sin esas medidas la Eurozona hubiera perdido en el último lustro 2,7 puntos de crecimiento del PIB.
La contrapartida de unos tipos de interés a niveles históricamente bajos es la subida de ciertos segmentos de los mercados inmobiliarios porque nunca fue tan barato pedir prestado. Y la baja rentabilidad del ahorro, algo que molesta sobre todo en Alemania.
Lagarde explicó la tarde del jueves que el ejercicio de revisión, un examen a fondo de las políticas y modos de trabajo del BCE, podría durar más de un año. Ante la insistencia de los periodistas respondió: “Se acabará cuando se acabe”. Y no quiso dejar clara que su idea es elevar unas décimas el objetivo de inflación pero sí aseguró que “la manera en la que medimos la inflación es claramente uno de los sujetos que debemos estudiar”.
Impacto económico de la crisis climática
El BCE quiere llegar a 2021 con políticas actualizadas (su mandato actual data de 2003), por lo que también examinará su estrategia para integrar en sus políticas el impacto económico de la crisis climática. Lagarde ya dijo en noviembre que “el mandato del BCE no es el cambio climático” pero que la entidad tendría que empezar a tener en cuenta su impacto a la hora de hacer previsiones económicas y otros análisis. Palabras que fueron criticadas por el gobernador del Bundesbank, el ‘halcón’ Jens Weidmann, quien el 28 de noviembre dijo que la lucha contra la crisis climática es labor de los gobiernos, no del BCE.
Lagarde debería contar con el apoyo de la mayoría de los gobernadores de bancos centrales, tanto de las ‘palomas’ como de una parte de los ‘halcones’, que verían con buenos ojos el cambio en el objetivo de inflación porque haría más difícil justificar las actuales medidas expansivas en forma de compra de deuda y bajos tipos de interés. Enfrente tendrá al otro grupo de ‘halcones’, los que sólo querrían un cambio en la estrategia para reducir el objetivo de inflación al 1,5% o incluso al 1%.
Y hasta otra forma de hablar
La francesa quiere incluso que en la revisión, que plantea como un examen fuera de lo corriente pero que puede cambiarle la cara al BCE, se estudie incluso cómo la entidad se comunica con el público en general y la jerga que usa. En noviembre dijo que había que “quitarle el polvo” al lenguaje del BCE y hacer que los ciudadanos sepan “para qué sirve”.