El grito de auxilio de la Amazonia: la deforestación en Brasil alcanza su mayor nivel en 12 años


En un año se ha talado una superficie que equivale a un millón y medio de campos de fútbol
La deforestación en el pulmón del mundo, la selva amazónica de Brasil, bate un triste récord: ha alcanzado su mayor nivel en 12 años (desde 2008). Entre agosto de 2019 y julio de 2020, 11.088 kilómetros cuadrados de selva han sido talados. Esto supone un aumento del 9,5 % con respecto al año anterior. Los datos han sido difundidos por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil (INPE).
La zona destruida en un año equivale a un millón y medio de campos de fútbol, calcula Greenpeace. Es siete veces más grande que el área del Gran Londres, según The Guardian. La deforestación avanza a un ritmo que se asemeja a 4.400 campos de fútbol por día. 626 millones de árboles talados en un año; tres, por cada brasileño.
Datos devastadores que son el resultado, entre otras cosas, "del negacionismo" del presidente brasileño Jair Bolsonaro, de "una política que se está quedando sola en la escena internacional", afirma Miguel Ángel Soto, responsable de la Campaña de Bosques de Greenpeace en España.
La amazonia, clave para detener el cambio climático
La Amazonia, la mayor selva tropical del mundo, es fundamental para echarle freno al cambio climático. "Sin embargo, la respuesta del Gobierno federal al incremento de la deforestación ha sido maquillar la realidad, militarizar cada vez más la protección ambiental y trabajar para frenar la acción de la sociedad civil, dañando nuestra democracia", dice Christiane Mazzetti, portavoz de Greenpeace en Brasil.
La organización ecologista recuerda que la Amazonia es clave "para regular el sistema climático global y esparcir la lluvia a otras regiones del país". "Si no presionamos para frenar la destrucción, esta factura se encarecerá cada día más", alerta.
Pese a los alarmantes datos, el Gobierno de Bolsonaro insiste en impulsar el potencial económico de la región destinando más tierras a la agricultura, la minería y la producción de energía. Lo hace con políticas que debilitan los controles medioambientales y contrarias a la preservación de tierras de los indígenas.
A esto se suma el desmantelamiento de algunas agencias ambientales del gigante iberoamericano, como el Instituto Brasileño de Medioambiente y Recursos Naturales (IBAMA). Esas políticas han llevado "a una tasa casi tres veces superior a la meta de reducción de la deforestación que determina la ley para 2020", alerta Greenpeace Brasil.
El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales del país realiza sus mediciones por satélite. Ante esos datos negros que indican un aumento anual del 9,5% de la deforestación, el vicepresidente brasileño, Hamilton Mourão, ha intentado quitarle hierro. Ha afirmado que es menos de la mitad de la cifra prevista (alrededor del 20% , ha dicho). "Esto significa que los esfuerzos que se están lanzando (contra la deforestación) están comenzando a dar frutos", ha afirmado. Una lectura que acentúan la incredulidad y las críticas de los defensores del medio ambiente.