“Te amo, Cristina” vs. “Sí se puede”: Diferencias entre un mitin de Macri y de los Fernández

Los argentinos decidirán este domingo entre la continuidad de Macri o la subida al poder del peronista Alberto Fernández
La expresidenta Cristina Fernández de Kichner sería la vicepresidenta de Alberto Fernández
Una lengua de gente marca el camino. "Esto es pueblo y no los vagos", anima un conductor en medio del atasco. Unos metros más adelante, el parque luce albiceleste, el color de las miles de banderas argentinas que son ondeadas por las miles de personas que aguardan para escuchar al presidente del país, Mauricio Macri. Es sábado por la tarde, el sol da una temperatura suave a Barrancas de Belgrano, uno de los barrios adinerados de la ciudad, y el ‘Sí se puede’ se añade como elemento integrador a las muchas banderas argentinas.
A unos 400 kilómetros al sur, en Mar del Plata, habla desde el escenario el que pretende ser su sucesor, Alberto Fernández. Las banderas argentinas son complementadas por simbología de organizaciones barriales, sindicales y partidista que se muestran favorables a la candidatura que Fernández y la ex presidenta de 2007 a 2015, Cristina Fernández de Kirchner, representan. Es precisamente la ex presidenta la que más iconografía tiene entre el público con camisetas, pañuelos, banderas y hasta fundas de móvil con su cara. Aquí el ‘Sí se puede’ es sustituido por el "Vamos a volver".
Mítines en Buenos Aires y Mar de Plata
Los dos mítines son parte de la campaña de los dos principales candidatos a ocupar la Casa Rosada tras las elecciones de este domingo. Uno, el del actual gobernante, se da en la capital federal, Buenos Aires, a tres semanas de las votaciones, igual que dos semanas después llenará la Avenida 9 de julio de seguidores y potenciales votantes.
El otro, el del aspirante y máximo favorito, se da en una de las ciudades turísticas del país, Mar de Plata, en la provincia de Buenos Aires, donde lejos de la llamada CABA los Fernández son indiscutiblemente favoritos. Las diferencias entre ambas candidaturas son también palpables en sus actos.
El ruido de la percusión entre los asistentes al acto de Mar del Plata se parece más al de un partido de fútbol que al de un evento político, pero así es la política argentina, visceral, pasional y festiva. Huele a parrilla y los vendedores ambulantes lanzan sus ofertas de chorizo, vacío o hamburguesas tras el humo de la barbacoa. "Nos llaman piqueteros, choripaneros, planeros, villeros, morochos o hasta chorros (ladrones), es odio puro y nos odian porque vamos a volver", dice Gerardo, abogado de 46 años.
Si en Barrancas de Belgrano predomina el público de más de 50 años, las uñas pintadas de rojo, las joyas, los hombres con jersey de lana y camisa, los relojes con círculos perfectos, los peinados de peluquería y las gafas de sol; en Mar de Plata son los jóvenes los que tienen más protagonismo, chicos con barbas irregulares, chicas con pañuelos verdes surfeando las mochilas, mucho más chándal y camisetas deportivas, gorras y hasta gorros con las iniciales CFK.
Aunque, obviamente, hay de todo en todas las casas: un grupo de señoras de la Villa 31 van a animar a Macri “porque ha cambiado el barrio, ahora pisamos asfalto y no barro” mientras que entre los llamados kirchneristas o albertistas también hay camisas caras y hasta algún traje en las tribunas laterales.
Críticas e insultos a la expresidenta
Entre el público macrista, todas las críticas se dirigen hacia Cristina Fernández. Corrupta, ladrona, despilfarradora, dictadora, caciquil, chavista… la lista se alarga con palabras que no se deben poner en una crónica. Muy lejos del “Cristina, te amo” que suena entre el público que ha ido a ver a los Fernández cuando la expresidenta comienza a hablar. “Yo te amo más” contesta otro admirador. “Es la más grande”, “ella representa un proyecto de dignidad para el país” o “queremos que vuelva” son algunas de las impresiones entre su público.
Unos votan por la continuidad del gobierno porque “antes no había libertad, nos llevaban a todos de la nariz”; mientras que otros dicen que lo que había antes era “dignidad de país” y que ahora “estamos todos pobres”. Los hay quienes quieren “un modelo republicano con separación de poderes” por lo que, dicen, votan a Macri; y los que apuestan por “un país solidario, soberano, en el que haya trabajo para todos y en el que exista la justicia social para que no se quede nadie al margen” y por ello, aseguran, van a votar por Alberto Fernández.
El discurso anticorrupción
Comienzan los discursos. “Justicia, justicia” corea el público cuando Macri dice que no va haber impunidad contra la corrupción, uno de los argumentos bandera contra el kirchnerismo. Entre los que acuden a ver a Cristina y Alberto Fernández la corrupción no es la pregunta que más agradable. “Puede ser que haya habido casos, no lo sé, los seres humanos somos débiles, pero lo que está claro es que Macri y los suyos no pueden dar lecciones porque son ladrones de guante blanco y tienen más de 90 causas investigándoles”, admite un joven que vitorea las palabras de Cristina Fernández.
Lo que ha pasado en los últimos años cambia según el orador. Cuando hablan la ex presidenta o el favorito en las encuestas los últimos cuatro años fueron un desastre y la gestión del gobierno actual destrozó todos los éxitos que llegaron a hacer “Néstor y Cristina”, como binomio y con los nombres de pila. Cuando es el actual inquilino de la Casa Rosada el que habla menciona las mejoras que ha habido, las infraestructuras construidas y los desastres que han intentado solucionar, algunos con éxito, otros no tanto. Hasta admite errores fruto de las encuestas: “He tomado nota, les entendí”.
La política internacional también tiene puntos de vista muy diferente. Macri dice que no quiere que Argentina sea como Venezuela, que antes, con el gobierno de los K, el principal y casi único socio de Argentina era Venezuela y que sus rivales siguen sin ver que Venezuela es una dictadura. En el otro mitin, se habla del país vecino, de Chile, de las protestas de la gente, del fracaso del modelo neoliberal, se pide solidaridad con su pueblo y se critica que “quisieran ponernos a Chile como un ejemplo a seguir cuando lo que hay allí es precariedad y desigualdad”.
Y llegan los momentos emocionales. “Les amo” y “les quiero” desde las dos tribunas. “Vuestro ‘Mauricio no estás solo’, me partió el corazón” de uno; mano en el corazón y tragar saliva de otra al “Néstor no se murió, Néstor vive en el pueblo” que suena entre el público. Y cánticos: unos el “sí se puede”, otros el “vamos a volver”; unos que si “Argentina, Argentina”, otros que si “Ahora de grande, unidos y organizados junto a Néstor y a Cristina”. Aplausos, se cierra la campaña. “Podemos dar la vuelta a la elección” de quien sabe que lo tiene difícil. “Vamos a volver a ser felices”, de quien sabe que tampoco será fácil si gobiernan. La diferencia fundamental es estar o no en el poder.