Venezuela, a las puertas de una nueva ola migratoria

La crisis económica que ha hecho de la nación suramericana el segundo país con más migrantes y refugiados en el mundo no mejora
La pandemia del covid-19 actúa como un muro de contención de más de 1.5 millones personas que según la OEA pudieran salir de Venezuela si se levantan las restricciones para frenar los contagios
Miles esperan con un billete en mano se reactiven los vuelos para retomar los planes de reunificación familiar
Las condiciones para una nueva ola migratoria están dadas en Venezuela apenas lo permita la pandemia del Covid-19. El coronavirus ha actuado, por ahora, como un muro de contención ralentizando lo que según cifras de la OUNU es actualmente el segundo éxodo más numeroso del mundo con más de 5.5 millones de migrantes.
Si bien algunos especialistas aseguran que los peores años de la crisis (2016-2017) ya pasaron, en la práctica, la angustia expresada por la gente coincide con los reclamos de hace 5 años, cuando la nación caribeña atravesaba una grave escasez de productos básicos lo que aceleró la huida de millones de venezolanos.
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“Ahora hay de todo pero no podemos comprarlo” es la opinión generalizada de la gente en las calles, para establecer un triste símil entre el ahora y el pasado reciente. Por todas partes existen los llamados bodegones, en los que se ofrecen una amplia variedad de productos importados, pero a los que sólo tienen acceso menos del 10% de la población.
La mayoría se encuentra atrapada en un proceso hiperinflacionario que no para, por lo cual en enero se necesitaban 406 dólares para cubrir la canasta básica, según el Centro de Documentación y Análisis Para los Trabajadores (CENDA) aun cuando el salario mínimo es menos de un dólar. Además ni aquellos que tienen acceso a divisas están exento de la inflación. Para este año la firma Ecoanalítica estima un aumento en los precios en dólares de entre 12 y 15%
#LaFraseEcoanalitica @aroliveros:"Para este año esperamos que los precios en dólares suban entre 12 y 15 %". pic.twitter.com/0xbEoVhDwG
— Ecoanalítica (@ecoanalitica) 11 de marzo de 2021
Las últimas acciones del gobierno en el plano económico tampoco han generado tranquilidad en la población. El Banco Central de Venezuela recientemente sumó tres nuevos billetes (200.000/500.000/1.000.000) en un intento por paliar la escasez de efectivo, (otro dolor de cabeza para los venezolanos que se ven imposibilitado de utilizar el transporte público) pero la pieza de más alta denominación equivale a menos de un dólar y según analistas tendrá una vida útil de meses si no se toman medidas macroeconómicas que detengan la inflación.
Todo este escenario parece confirmar las advertencias expresada por la Organización de Estados Americano (OEA) en su último informe sobre la situación de la migración venezolana. En dicho documento la OEA advierte que “de reabrirse las fronteras en el primer trimestre de 2021 y continuar el régimen ilegítimo de Venezuela en el poder, el número de migrantes y refugiados podría ascender a 7 millones”.
.@ACNUR_Venezuela: "El éxodo de venezolanos es el mayor en la historia reciente de América Latina y el Caribe. A noviembre de 2020, más de 5,4 millones de refugiados y migrantes de Venezuela se encuentran fuera de su país de origen". El informe acá: https://t.co/UIQsDQj3ON
— Voyzes (@voyzes) 4 de enero de 2021
Un billete para salir dela pobreza
En la Pastora, una emblemática y popular parroquia al oeste de Caracas, reconocida además por ser el lugar donde falleció arrollado en 1919 el médico beato José Gregorio Hernández, considerado un santo en Venezuela, vive Olga Matich; una mujer de 60 años que espera este año emigrar a Milán, Italia, para reencontrarse con sus dos hijos que en 2018 pasaron a formar parte de la diáspora venezolana y salir de la pobreza.

La historia de Olga es un ejemplo de las miles de familias venezolanas desintegradas que esperan reunificarse lo más pronto posible pero fuera de Venezuela. La salida del país de esta pensionista la ha retrasado la pandemia, que dejó sin empleo a sus hijos en 2020 por lo cual no pudieron completar los ahorros para su boleto.
“Ellos no quieren que yo esté aquí porque yo estoy sola”, le dice Olga a Nius sentada en el comedor de su casa donde vive alquilada desde hace 26 años y en donde no hay agua y la humedad en tan fuerte que incomoda la respiración.
“Yo saqué mi prorroga de pasaporte ahorita estoy sacando unos documentos a mis hijos, que le faltan allá y esperando que ellos pueden comprar el pasaje. Él quiere que yo me vaya lo más pronto posible”, dice Olga sobre el deseo de uno de sus hijos.
Salir de Venezuela es también una cuestión de vida o muerte para Olga. Depende de una pensión de menos de un dólar al mes y de lo que sus hijos pueden enviar, “a veces 80 o 100 euros” que asegura la inflación se los devora por lo cual no puede atender los problemas de osteoporosis que le aquejan.
“Si compro remedio no compro la comida”, dice Olga en tono de lamento y en un intento por explicar la disyuntiva que plantea situación económica en la nación bolivariana en donde la inflación del mes de febrero fue de 50,9%, según el Observatorio Venezolano de Finanzas y el 70% de las transacciones se hacen en moneda extranjera pero los sueldos son en bolívares, con algunas excepciones en el sector privado.
Una realidad reconocida y denunciada por la Alta Comisionada de los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, en su informe de actualización sobre los derechos Humanos en Venezuela, presentado este 11 de marzo. “Se estima que el precio de la cesta de alimentos ha aumentado un 1.800% en el último año. Alrededor de un tercio de los venezolanos estaría en situación de inseguridad alimentaria”, señalo Bachelet.
Alta Comisionada, Michelle Bachelet, denuncia que en Venezuela el salario está por debajo de 1 dólar, mientras que el precio de la canasta básica ha aumentado 1.800%: “Un tercio de los venezolanos estaría en situación de inseguridad alimentaria” #VenezuelaSinJusticia #11Mar pic.twitter.com/UE13oQVIBa
— PROVEA (@_Provea) 11 de marzo de 2021
“Yo veo que semanalmente o quincenalmente, cada vez puedo comprar menos con el dinero que ellos me ayudan. Yo no me hago un chuequeo médico desde 2015, cuenta Olga sobre un de las principales causa de la migración venezolana: el acceso a sanidad. “Yo me hacía todos los años un chequeo personal completo y ahora no he podido porque son 100 o 200 dólares, porque uno va a un hospital y te dicen no, aquí no está funcionando eso o no está funcionando lo otro”.
Para Olga lo único que le haría desistir de la idea de emigrar es el retorno de sus hijos pero es una posibilidad remota; ya han regularizado su estatus migratorio, además dice que los 80 o 100 euros que sus hijos le envían podrían rendir más en Italia que en Venezuela.
Retenida por la pandemia
Al otro lado de la ciudad, en la Urbina, una zona clase media al este de Caracas, Yusveli Perdomo, espera impaciente junto a su hijo de 8 años la activación de los vuelos en Brasil, el país de Sudamérica más afectado por la pandemia del Covid-19 pero que debe atravesar para llegar a Uruguay donde la espera su esposo desde el 2018.

Primero deberá cruzar por tierra la frontera de Venezuela con Brasil y de allí Manaos-Boavista-Porto Alegre y después Uruguay, un complicado itinerario pero la opción más asequible en medio de la crisis.
“Nosotros tenemos billetes desde el año pasado, desde marzo exactamente, pero tres semanas antes empezó todo lo de cerrar los vuelos, la pandemia y nada nos quedamos aquí estancado”, dice Yusveli a Nius sobre una situación que asegura le ha afectado sicológicamente.
“Tristemente mi hijo fue quien sufrió más porque tiene tiempo separado de su papá, mi esposo también está bastante afectado al igual que yo. Nos estamos perdiendo una etapa grande de estar juntos”.
Aunque para Yusveli se trata de recuperar la calidad de vida que la crisis les arrebató tomando en cuenta que la clase media venezolana está en peligro de extinción, su motivo de peso para salir del país es la degradación social y la pérdida de los valores democráticos.
“Es el desempleo, la falta de seguridad, maltrato, aquí hay violación de los derechos humanos”, asegura para hacer referencia a una realidad que este 11 de marzo también fue reconocida por la Alta Comisionada Michelle Bachelet “Me inquietan los crecientes signos de reducción del espacio cívico” expresó Bachelet en la lectura de su informe sobre los DDHH en Venezuela.
Alta Comisionada, Michelle Bachelet, preocupada por la reducción del espacio cívico en Venezuela: “Mi Oficina ha documentado al menos 66 casos de acoso y criminalización de periodistas, medios, defensores, trabajadores humanitarios, líderes y oposición” #VenezuelaSinJusticia pic.twitter.com/JYLL7bNbow
— PROVEA (@_Provea) 11 de marzo de 2021
Un país irreconocible
Para Yusveli se trata de una difícil decisión que implica un complejo proceso de adaptación para “reorganizar nuevamente la vida de mi hijo y la mía, dejar nuestras costumbres, nuestras familias y adaptarnos a una nueva vida”. Quedarse en Venezuela es someter obligar a su hijo a vivir en un país al que ella ya no reconoce pero en donde siempre soñó criarlo.
“Que triste saber que mi hijo no pueda crecer en su país pero es que tampoco quiero verlo sufrir, quiero que tenga una buena educación y aquí no la hay”, señala Yusveli en un tono reflexivo, para después dejar claro que fue una activa manifestante de oposición en los últimos años pero que perdió las esperanzas de un cambio político en el corto y mediano plazo.
“En realidad, estamos como a la deriva, luchen ustedes sólo y vayan a ver cómo salen de esto”, dice Yusveli Perdomo.
Justo antes de la pandemia, 5000 venezolanos huían diariamente de su país, según cifras de la OEA. Un ritmo que sólo pudo ser detenido por el caos económico que provocó el coronavirus. Esto sumado a un año electoral, que algunos analistas creen pudiera aumentar la conflictividad política, y las condiciones económicas antes expuestas, dejan las puertas abiertas a una nueva ola migratoria.