Los 27 endurecen el mandato negociador para el acuerdo pos-Brexit

Francia exige que el Reino Unido mantenga su normativa alineada a la europea
La etapa negociadora que se abrirá en marzo entre Bruselas y Londres para sellar antes de finales de año un acuerdo que rija las relaciones futuras entre la Unión Europea (UE) y el Reino Unido será, si cabe, más dura. Y será, además, el momento de la verdad para establecer definitivamente si los europeos mantienen la unidad mostrada hasta ahora y si siguen imponiendo todas sus líneas rojas a un Gobierno británico que no muestra indicios de querer mantenerse normativamente cerca de la UE.
El mandato negociador que recibirá el equipo de Michel Barnier (en cuyo núcleo duro hay dos españoles) es cada vez más estricto. Los embajadores de los 27 debían aprobarlo este pasado miércoles pero no llegaron a un acuerdo porque varias delegaciones, con la francesa a la cabeza, insistieron en endurecer algunos apartados. Los diplomáticos de los 27 se reunirán otra vez este lunes para darle el visto bueno y los gobiernos deberían aprobarlo antes de finales de mes.
Alineación normativa para evitar competencia desleal
Mientras una mayoría de los 27 parece ya contenta con los términos actuales del mandato (España entre ellos), un pequeño grupo sigue impulsando cambios, principalmente para impedir que en el mundo pos-Brexit el Reino Unido se convierta, a orillas del continente, en la plataforma de todos los dumping: laboral, fiscal o medioambiental. La idea de los gobiernos europeos es clara: si Londres quiere un acuerdo (imprescindible si no quiere que su economía sufra un accidente) tendrá que mantenerse muy cerca de la normativa europea en todos los asuntos que los 27 consideren clave.
La presión francesa, según fuentes diplomáticas de un país nórdico, ha llevado a algunos gobiernos a temer que el mandato negociador sea tan duro que el Gobierno británico se vea tentado a romper la baraja, salir definitivamente de la UE sin acuerdo y mantener relaciones sólo basadas en las normas de la Organización Mundial del Comercio.
Bruselas cree que Londres cederá
Esos temores no los comparten la mayoría de los gobiernos ni el equipo de Barnier. Siguen pensando, como en la primera fase de la negociación, que Londres, más allá de la retórica del primer ministro Boris Johnson, terminará por ceder. Londres repite que no aceptará condición alguna que le impida modificar su legislación en lo que considere oportuno.
Francia está metiendo mano a última hora en el mandato negociador no sólo para que Londres mantenga su normativa laboral, medioambiental, fiscal o comercial alineada con la europea sino en asuntos como política migratoria.
Los primeros borradores del mandato negociador se limitaban a pedir que el Reino Unido mantuviera sus estándares actuales (que son los europeos) en materias como legislación laboral, social, impuestos, protección medioambiental o ayudas de Estado. Los gobiernos europeos han ido endureciendo esas exigencias, normalmente para detallarlas pero también para añadir otras, como la exigencia de que las casas de subastas londinenses no se conviertan en plataformas de venta de arte robado en Europa.
Esa última petición, incluida a propuesta de Grecia y apoyada por Chipre, Italia y España, no significa, según la Embajada griega en Bruselas, que Atenas busque, como prerrequisito para un acuerdo, la restitución inmediata de los ‘Mármoles del Partenón’ que a principios del siglo XIX el embajador británico en Constantinopla, Lord Elgin, robó en la capital griega. Pero deja la puerta abierta al decir que: “Las partes deberán solucionar los asuntos relacionados con la devolución o retorno de los objetos culturales ilegalmente sustraídos a sus países de origen”.